Capítulo 4. Un nuevo hogar

7 1 0
                                    

Ya hemos aceptado, ya no hay vuelta atrás. Ahora solo tenemos que pensar lo que les diremos a nuestros padres, porque está claro que no nos van a dejar irnos por ahí así como así. Aunque nos veamos tan autónomos ya, no dejamos de ser adolescentes, y aún estamos a cargo de nuestros padres. Así que le pregunté a Iskendar:

-Oye, ¿y qué les diremos a nuestras familias ahora? Porque a mi madre le daría algo como me pasara algo malo.

-En vuestras casas no digáis nada de esto, yo lo tengo todo controlado. - me respondió con voz tranquilizadora.

-¿Y cómo podemos saber que eres de fiar? - dijo rápidamente Sofía desconfiada - Porque todo esto me resulta bastante raro y no sé si confiar.

-Antes os dije que os seguía porque teníais las gemas, ¿no? Pues quedaos con ellas y ya me las dais mañana. Así, además, no levantaréis sospechas en vuestros hogares. - nos dijo Iskendar entregándonos la caja con las gemas dentro.

-¿Que te las demos mañana cómo? ¿A qué te refieres? - dijo Felipe confuso.

-Es verdad, no os lo he dicho. - se llevó la mano a la cabeza por el despiste - Mañana os esperaré en la Plaza del Triunfo a las cinco de la tarde. Allí os presentaré a las otras dos personas y os lo explicaré todo un poco mejor.

(Watchtower - Delvin)

Llegaron la cinco de la tarde del día siguiente. Había quedado con Sofía para ir unos minutos antes al sitio de queda, por aquello de ser puntuales. Me puse unos zapatos negros, unos vaqueros gris oscuro apretados una camisa de cuadros negra y roja y una chaqueta negra. Ella se puso un top negro con el borde del cuello y las mangas en celeste, unos vaqueros claros y unas botas altas negras. El pelo se lo recogió en una coleta alta. Con los labios pintados de rojo y su línea de los ojos negra iba guapísima. Llegamos a la Plaza de Triunfo, uno de mis lugares favoritos de la ciudad, porque allí te encuentras a lo Alcázares de Sevilla, la Catedral y la Giralda juntos. Tres iconos de Sevilla en un único lugar. Bueno, a lo que iba, estábamos solos Sofía y yo, esperando al resto de gente, cuando me dice:

-Oye, Jacky, - es el mote amoroso que me puso, ¿a que es una monada? - ¿a ti no te parece raro todo esto?

-¿A qué te refieres?

-A todo esto que nos está pasando. La caja con las gemas, el tío que nos seguía por la calle, las historia esa de los magos, lo que vamos ha hacer ahora mismo... ¡Todo! En menos de una semana hemos pasado de ser unos chicos normales con su vida normal a ser "magos" de una no sé qué del Antiguo Egipto.

-Ya, bueno, no es que sea algo muy normal, pero creo que nos adaptaremos bien. Somos fuertes, nos cuidamos entre nosotros, somos una piña.

Entonces ella me miró preocupada, con miedo en la mirada. La abracé, le dí un beso en la frente y le susurré al oído:

-Amor, si tienes miedo, no te preocupes. No voy a dejar que te pase nada. Por ti doy mi vida si hace falta, pero no voy a dejar que te hagan daño. Estoy aquí para cuidarte, igual que tú me cuidas a mí. Te amo, y eso no va a cambiar nunca, pase lo que pase. - me volvió a mirar, pero ahora con lágrimas en los ojos. - ¿Por qué lloras? No me llores amor.

-Estoy llorando de alegría, Jacky. Eres lo mejor que me ha pasado en la vida. - Dicho esto me besó, cosa que le costó porque tuvo que subirse a un bordillo, pero aún así quedó muy romántico. Es lo que tiene ser alto, que si tu novia es bajita, o tú te agachas o ellas se sube a algo, o ambas cosas.

Al rato fueron llegando nuestros amigos, y como un cuarto de hora después llegó Iskendar junto con dos dos personas más, una chica morena de piel y pelo negro con camisa de flores, vaqueros cortos y chanclas, y un chico casi de mi altura, rubio de ojos verdes, con un polo a juego con los ojos, unas calzonas blancas y botines con calcetines blancos largos, lo que aquí en Sevilla llamamos un "guiri". Al acercarse nos dijo Iskendar:

Las gemas de los elementosOnde as histórias ganham vida. Descobre agora