Seis. Miles de personas mejor que nosotros.

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Astrid.

Abrí la puerta mientras trataba inútilmente de sacarme las lagañas para que la persona que estuviera del otro lado tocando el timbre por lo menos me viera "decente", o mínimamente sin unas cataratas en los ojos.

- ¿Jaco?- pregunte sorprendida.

- Creí simplemente que no te gustaría pasar la cuarentena sola.- sonrió.

- Bueno, estas en lo cierto...- le devolví la sonrisa.- Pero me despertaste.- lo mire mal.

- Y lamento eso, pero hoy a partir de las doce será declarada cuarentena absoluta y como vamos a pasar estos días juntos creí que lo mejor sería ir temprano al supermercado para comprar todo y ya no tener que arriesgarnos al salir por nada.- se rasco la nuca.

- Si, supongo que en eso tenes razón.- me hice a un lado dejando que pase.

El entro mientras miraba para todos lados, como si estuviera buscando algo.

- No he tocado nada desde que te fuiste. Solo limpio y nada mas.- hable.

El solo se dio vuelta quedando frente a mí y sonrió, levanto su mano y acaricio mi mejilla mientras me miraba a los ojos.

- Lo siento, enserio.- hablo después de unos minutos.

- ¿Qué cosa?- pregunte confundida.

- Haber salido con Melisa, la chica del otro día. Es una vieja amiga de la secundaria, vino un par de días a la ciudad y quise que conociera un poco. Fue con toda la inocencia del mundo, no pasó nada más ni tampoco iba a pasar. Eso te lo puedo jurar.- tomo mi mano y la llevo a su pecho.

- Joaco, no tenes porque darme explicaciones. Estábamos peleados.- acaricie con mi mano libre su mejilla.

- Pero te las voy a dar, por más de que no me las pidas. Porque no quiero por un segundo que se te cruce en esa cabecita linda y loca que en algún momento mis manos tocaron a otra o que siquiera se me cruzo por la cabeza hacerlo.- me miro preocupado.

- No voy a negar que me molesto y me encele. Pero cuando viniste detrás de mi fue suficiente para saber que no había mas nada. Aunque quizás estuve mal en hacerte venir detrás mío cuando tenías planes con ella.- agache la cabeza.

- No te preocupes, reprograme para otro día con ella. Más que seguro saldremos después de la cuarentena, ya que no puede volver a su ciudad hasta que esto pase. Quizás podríamos ir a cenar...- hablo pensativo.

Yo solo me limite a levantar una ceja mientras me cruzaba de brazos y lo miraba seria.

- Obviamente con vos mi amor.- trato de arreglarla al notar mi cara.

Solo me limite a rodar los ojos mientras pegaba media vuelta para ir escaleras arriba a cambiarme. Mientras el me seguía atrás con cara de perrito mojado.

- Ya Joaco, solo vine a cambiarme. No estoy enojada ni nada.- me reí divertida.

- Creí que te habías enojado por lo de la cena.- comento mientras me abrazaba.

- No me enojaría por algo tan simple. Joaco, nunca en mi maldita vida desde que estamos juntos se me cruzo la más mínima desconfianza. Sos famoso, ya me he resignado a que te tengo que compartir con muchas otras. Pero, ¿Sabes cuál es la razón por la que no me molesta?- pregunte mientras pasaba mis brazos alrededor de su cuello.

- ¿Cuál es?- pregunto dudoso.

- Que la que te espera todas las noches en casa soy yo, con la que quisiste formar una familia fue conmigo y que aunque puede haber miles de personas mejor que nosotros, nosotros siempre nos vamos a elegir mutuamente. Porque nos apoyamos siempre, y porque yo te amo y vos me amas a mi.- le sonreí.

- ¡Dios! Sos lo mejor que me pudo dar la vida.- me cargo en sus brazos mientras yo enredaba mis piernas en su cintura.- No dudes nunca de que te amo.- deposito un suave beso en la comisura de mis labios.

(***)

- ¡Eso no es importante!- regañe a Joaco al ver como ponía en el carrito casi 10 kilos de helado.

- ¡Claro que sí!- discutió.- Cuando en estos quince días que vamos a estar encerrados no puedas conseguir helado me vas a agradecer.- paso junto a mi dejando un beso en mi mejilla y siguió caminando.

Habíamos comprado comida como para un mes sinceramente, y eso sin contar la cantidad de porquerías que había comprado Seven que consistían en: helado, caramelos, snacks, galletitas y hasta alcohol.

Volvimos a casa en su auto del cual tuvimos que ocupar hasta los asientos traseros ya que en el maletero no entrada todo lo que habíamos comprado.

- Sabes, creo que exageramos.- hable entrando en el lado del copiloto.

- Yo te dije que no era necesario las frutas y verduras.- hablo mientras encendía el auto.

- Ah claro, son mis frutas y verduras las que ocupan espacio. No son para nada los diez quilos de helado que compraste.- comente sarcástica.

- Si, efectivamente. Son tus frutas y verduras.- contesto.

Le di un golpe en el brazo mientras él se quejaba y comenzaba a manejar hacia casa. Coloque música y el resto del camino lo dejo a su libre imaginación.

"STRONG." Seven Kayne.Where stories live. Discover now