Uno. "Nuestro bebe."

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DOS AÑOS DESPUÉS.

Narra Astrid:

- ¡Ayuda! Por favor...- escuche a Joaquín gritar entrando al hospital conmigo en brazos.

Sentía el cuerpo débil, pesado y las contracciones cada vez eran más fuertes, casi insoportables. No podía parar de llorar, pero tampoco podía gritar del dolor ya que lo único que tenia de fuerza era para que me saliera un hilo de voz.

- ¿Cómo se llama? ¿Qué le está pasando?- escuche a un médico.

- Astrid Gonzales, la verdad es que no sé qué le pasa. Está embarazada, esta mañana empezó con contracciones leves, pero hace media hora que ya no las soporta y dice que son muy fuertes, casi insoportables.- contesto Seven nervioso.

- ¿Cuantas semanas tiene de embarazo?- pregunto apurado.

- Treinta semanas tiene recién, es un embarazo de alto riesgo nos dijeron los médicos en uno de los primeros controles.- dijo Joa.

- Esta bien, recostala sobre la camilla.- contesto el médico.

Sentí que me recostaron en una camilla y las ruedas andar sobre el liso piso del hospital mientras Joaquín me apretaba la mano fuertemente.

- Amor, vas a estar bien. Van a estar bien, los dos...- escuche su voz.- Los tres, porque somos una familia y somos fuertes, vos sos fuerte.- contesto en un hilo de voz.

Mantenía los ojos cerrados con fuerza debido al dolor de las constantes contracciones, lo único que hacía era escuchar la voz de Seven que aunque no mucho, algo podía tranquilizarme.

Joaquín me soltó la mano lentamente y aunque trate de abrir los ojos para ver donde estaba, sentí unas puertas abrirse delante de la camilla y cerrarse detrás de esta misma. Fue en ese momento donde entendí todo perfectamente, era la hora, aunque sabía que ninguno estábamos listos para esto.

- Es un embarazo de alto riesgo doctor.- hablo una mujer.

- Lo sé, pero no podemos poner anestesia ni hacer cesárea por el mismo motivo.- contesto una voz masculina.

- ¿Que haremos?- pregunto la mujer.

- Trata de hablar con ella, que puje hasta donde le sea posible. Nosotros haremos el resto.- contesto el medico mientras me acomodaba las piernas.

A toda esta charla, yo solo me mantenía con los ojos cerrados, las manos apretadas a cada lado de la camilla y la respiración agitada tratando de no quedarme sin aire por el mismo dolor de cada maldita contracción.

- Mamucha, ¿Me podes escuchar?- pregunto una enfermera cerca de mí.

Abrí los ojos de golpe y asentí repetidas veces tratando de dar a entender que la escuchaba.

- Bueno, vamos a necesitar que pujes lo más que puedas.- hablo.

- Quiero que el padre este acá.- la interrumpí.

- ¡Llamen al muchacho!- grito el médico.

Cinco minutos después de que el medico gritara eso Joaquín apareció corriendo por las puertas donde minutos antes había entrado yo. Tapado con una bata de esas quirúrgicas, un gorro y un barbijo, todo desarreglado.

Seven se colocó junto a mí y me dio la mano, miro a la enfermera y espero las órdenes.

- Bueno Astrid, necesitamos que pujes y que te mantengas tranquila. No estás sola, estamos los médicos para ayudarte y tu novio que no te va a dejar sola en ningún momento.- me hablo una enfermera.

- Esta bien...- conteste con dificultad.

Joaquín me apretó la mano fuertemente y entonces comprendí que era el momento de pujar, las cosas tenían que salir bien. Mi hijo tenía que vivir.

(...)

Entonces sentí como un peso menos y la enfermera me pidió que parara de pujar, pero no fue lo que esperaba.

No escuchaba el llanto de mi bebe, los médicos estaban algo desconcertados y nadie me decía nada.

El médico que tenía a mi hijo en brazos se acercó, se colocó junto a mi camilla y nos miró a mí y a Joaquín que no había soltado mi mano en ningún momento.

- Lo siento tanto...- dijo el médico de golpe después de un par de minutos de silencio.

- ¿Mi hijo? ¿Qué le paso a mi hijo?- pregunte desesperada.

- Era un niño prematuro, tenía treinta semanas recién, ni siquiera había cumplido los siete meses...- suspiro.- No soporto el parto.- termino la oración.

Seven no decía nada, tenía la mirada perdida en algún lugar de la sala y en su mirada podía reflejarse el dolor de todo lo que llevaba internamente.

- ¿P-puedo cargarlo un momento aunque sea?- pregunte al borde del llanto.

- Claro.- contesto el medico con un tono de voz triste.

Entonces me pasaron a mi hijo envuelto en la manta que habíamos comprado una semana antes para cuando llegara el parto y el corazón se me rompió. Lo abrece, lo pegue a mi pecho y sin aguantar un segundo más rompí en llanto.

Minutos después, Joaquín pareció salir de su trance y me abrazo.

Nos quedamos abrazados, llorando de una manera desconsolada con el cuerpo sin vida de nuestro hijo recién nacido en los brazos. Que después de un largo rato tuvimos que entregar a los médicos.

(...)

No estábamos listos para esa noticia, para que ese día llegara.

Hoy el dolor nos inundaba el enorme vacío que la perdida de nuestro hijo había dejado y sabíamos que nada iba a volver a ser como antes.

El mundo se me había caído a pedazos y no sabía cómo levantarlo.

"STRONG." Seven Kayne.Where stories live. Discover now