Capítulo 17: Problemas sobre ruedas.

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Alexander

El motor del Audi de Leah dejó de rugir una vez entró en la plaza de mi complejo de departamentos.

El reloj en mi muñeca me indicó que, como siempre, llegaba tarde. Dos horas tarde. Descendió de su auto con la misma elegancia de un felino y tuve que ahogar una risa cuando miré cómo iba vestida.

Esa chica nunca dejaría de sorprenderme.

—Llegas tarde—dije secamente. 

Hizo un mohín y me miró a través de sus lentes oscuros.

—Tenía que inventar una excusa creíble para mis padres de dónde pasaría los próximos tres días—posó las manos en sus caderas, sin perder la seguridad.

—¿Y qué les dijiste?

—Que pasaría el fin de semana con Edith, en su casa de descanso.

Enarqué una ceja.

—Tus padres y los de Edith son amigos, ¿no?—asintió lentamente, sin comprender mi comentario— ¿Quién te asegura que no se los encontrarán en una cena o un evento?

—Porque sus padres están en Roma en un congreso, genio—dijo mordaz, como si fuera lo más obvio del mundo.

Quise reírme por su actitud infantil.

—¿Y qué le has dicho a Jordan?

Sus hombros parecieron tensarse al tiempo que cruzaba los brazos sobre el pecho, desviando la atención.

—Que acompañaría a mi hermano a un viaje para visitar a un amigo de la familia.

No pude evitar la sonrisa divertida que adornó mis labios.

—No me parezco a tu hermano, Leah—incliné la cabeza con inocencia—. Ni tampoco me tratas como tal.

—Gracias al cielo no te pareces a él—musitó, negando—. Sabes que lo de ayer fue...

—No lo digas, me sé ese rollo de memoria—la detuve, colocando una mano al frente.

Había sido un error.

Nos mantuvimos en silencio y podía jurar que ella estaba escrutándome a través de sus Ray Ban. Cuando el silencio fue demasiado incómodo y me sentí demasiado observado, decidí hablar.

—¿Por qué me miras tanto?

—Por nada, solamente estoy tratando de adivinar—respondió con jovialidad.

—¿Qué cosa?

—¿Alguna vez has pensado que tal vez tienes un trastorno de personalidad?—se retiró los lentes de sol e inclinó su cabeza a un lado ligeramente, seria y la duda no tardó en cernirse sobre mi rostro—. Porque eres muy extraño. Un día eres la persona más dulce y atenta del mundo conmigo, al siguiente me tratas de la mierda, luego me ignoras y después, estás encima de mí como si quisieras... —dejó las palabras en el aire, pero sabía perfectamente de lo que hablaba: como si quisiera devorarla—. El punto es que estoy tratando de adivinar a cuál de todos los Alex voy a enfrentarme hoy.

La miré recargado en mi auto, de brazos cruzados.

—¿A cuál quieres?—inquirí coquetamente, dedicándole una media sonrisa.

Captó rápidamente mis intenciones, así que volvió a tomar su actitud distante y defensiva.

—Al que me deje en paz, obviamente—espetó con tono desdeñoso—.Pongámonos en camino, ¿si? Ya es bastante tarde.

Irresistible Error. [+18] ✔(PRÓXIMAMENTE EN FÍSICO)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora