8- Muerte fingida.

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FOTO MULTIMEDIA: BLAKE MOORE (Ashley Greene)

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Me tapé aún más con mi frazada cuando un fuerte trueno sonó. Abrí un ojo e hice un repaso rápido de mi habitación. Nada había cambiado. Cerré los ojos nuevamente.

En la casa había muy pocas personas. La mayoría había salido, porque bueno, es sábado y lo normal es que todos los jóvenes salgan. Todos los jóvenes excepto yo, que prefería quedarme durmiendo. Bueno, si pudiera dormirme.

Lo único que se escuchaba era el ruido de la lluvia y algunas voces y música baja que llegaba desde el cuarto de juegos, donde había visto a los demás por última vez. Cook me contó que era una tradición entre algunos integrantes de la casa quedarse los días de lluvia, encerrarse en el cuarto de juegos, y, bueno, el nombre del cuarto ya se los dice.

No podía dormirme y me aburría. Tal vez si estuviera David, iría a su cuarto y vería alguna película con él, pero se había ido el fin de semana con su familia. Me concentré en escuchar las conversaciones de los chicos, aunque casi no se escuchaban ya que estaban en el piso de arriba. De vez en cuando reconocía la voz de Ryder, o de Simon, y también la de Chris o Gareth. Es extraño que los dos primeros se hayan quedado.

Abrí mis ojos con miedo cuando lo entendí. Se habían quedado porque estaban preparando algo.

Hacía varios días que ninguno de los dos equipos hacía una broma, más que nada porque era época de exámenes y casi no nos veíamos. Yo me la pasaba encerrada en mi cuarto o en la biblioteca, debía prepararme para estos exámenes. Si los aprobaba, en tal solo unos meses, debería elegir qué carrera universitaria seguir. Oh si, esto es serio.

De repente, se escuchó un golpe seco en el piso de arriba. Todas las luces (que se colaban por debajo de mi puerta) se apagaron, y quedó todo en silencio. Esperé varios minutos pero no se oía nada. Decidí levantarme.

Antes de salir, tomé mi móvil y le mandé un '¿Dónde estás?' a Keegan. Todo esto me estaba dando mala espina. Dejé mi móvil sobre la cama y salí.

En el pasillo no había nadie, la única luz que me guiaba era la de la luna que se colaba por las ventanas de la planta baja. Me asomé por la barandilla y miré hacia abajo: tampoco había nadie. Caminé hasta el final del pasillo dando lentos y silenciosos pasos. Todas las puertas estaban cerradas.

Una vez que llegué al final del pasillo subí por las escaleras hasta el segundo piso. Tampoco se escuchaba nada. Me acerqué sigilosamente hasta el cuarto de juegos, la puerta también estaba cerrada. La abrí despacio, y cuando estaba por entrar, alguien me tomó del brazo y me metió dentro bruscamente. Esa persona me puso de espaldas y me apretó contra ella, mientras colocaba una mano en mi boca. Intenté gritar.

-Shh, shh, haz silencio–me susurró mientras se apoyaba en la pared, llevándome consigo.

Giré un poco la cabeza y me encontré con nada más ni nada menos que Ryder. Sacó la mano de mi boca, pero no me soltó.

-¿Qué está sucediendo? –murmuré con miedo.

-Entraron en la casa, creo que son ladrones –me dijo con preocupación, tragué saliva.

-¿Dónde están los demás? –pregunté.

-Se escondieron. Están intentando llamar a la policía y advertir a los demás.

Nos quedamos varios segundos en silencio.

-Oye... ya me puedes soltar –dije entre dientes.

-No, estoy cómodo así –le restó importancia. Bufé.

Adoptada por una Fraternidad © |EDITANDO|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora