32- Promesa de la garrita. {4/6}

395K 27.7K 11.4K
                                    

FOTO MULTIMEDIA: RYDER HELLER (COLTON HAYNES)

+++

Al día siguiente, me levanté debido al silencio. Raro, ¿eh? Bueno… ya me había acostumbrado a los ruidos que hacían mis hermanos por la mañana, pero ahora que ya no los oía…

Fui al baño, y me sorprendí al no ver una larga fila fuera. Mejor para mí, ¿no? Entré, hice mis necesidades y me cepillé los dientes, para finalmente mirarme en el espejo. Tenía los ojos rojos e hinchados, las mejillas y la nariz de un color rosado y los labios resecos.

Nunca lloraba demasiado. Había aprendido a lidiar con mis problemas personales de diferentes maneras, pero nunca llorando. Y por eso mismo, no entendía porque últimamente llorar era algo tan normal para mí.

Lo único que sabía, es que ellos tenían que ver en esto.

Lo sé, patético echarle la culpa a mis hermanos de mi sufrimiento, pero es que ya no entendía cuál era la razón real por la cual me sentía mal las 24 horas del día.

Cuando llegué a la cocina, tampoco vi a nadie. Me senté con cuidado en un taburete de la isla y empecé a comer mi tazón de cereal. Nunca, pero ni siquiera en el momento en el que separaron a Kol de mí hace años, me había sentido tan sola como ahora.

Aunque no lo hayan admitido ayer, sé que mis hermanos sabían la razón real por la cual sus peleas. Y yo era esa jodida razón.

Recordé la mirada que me dedicó Chris ayer cuando estábamos todos en la sala, a la espera de que alguno de los chicos salga del estudio. Chris podía ser un poco estúpido y lento, pero fue el primero en darse cuenta que lo que estaba fallando en la casa era yo.

Y a punto de romper a llorar nuevamente, entendí que la única solución a mis problemas y a los de ellos, era irme de esa casa.

Si bien en un principio irme de aquí era mi única idea, ahora tan solo pensarlo me rompía el corazón. Pero no repetiría la historia. No me convertiría en Sarah White.

Cuando llegué a mi primera clase del día, me encontré a Ryder y Simon hablando animadamente en una esquina de la sala. Sonreí de lado al ver que habían logrado reconciliarse. Al parecer notaron que los miraba, ya que dejaron de hablar y voltearon a verme.

-¡Eh, Penny! –empezaron a llamar con entusiasmo. Me sorprendí, pensé que finalmente habían llegado al acuerdo de que yo era una mierda mierdísima y no me volverían a hablar nunca más, pero al parecer aun no lo notaban.

Su felicidad se transformó en sorpresa cuando los ignoré y fui a sentarme a otra esquina. Nadie en la clase pasó por alto mi comportamiento. Llámenme dramática, pero sabía que si me acercaba a ellos, explotaría y me mandaría al frente yo misma.

Luego de varias clases, cuando llegó la hora del almuerzo, dudé en si encerrarme en el baño a llorar como marica, o si esconderme  en el cuarto de limpieza y llorar también. Bueno, solo bromeo.

Al final opté por dejar el dramatismo de lado, e ir a la cafetería ya que moría por una hamburguesa con extra queso.

Cuando entré, vi que nuevamente estaban las mesas unidas, y todo mi grupo sentado en ellas. Todos reían y hablaban como si las bromas pesadas y las peleas nunca hubieran ocurrido.

Era tan extraño, y tan lindo a la vez. En mi mesa había desde jugadores de fútbol hasta nerds. El grupo era totalmente heterogéneo, y sin embargo, todos se llevaban bien entre sí. Y nunca habría pedido tener un grupo mejor.

Sonreí y apreté mis libros contra mi pecho. Si había algo que adoraba de Berkeley, era que no había diferencias (sin contar a Bonnie White y su séquito).

Adoptada por una Fraternidad © |EDITANDO|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora