Capítulo 29: Lágrimas y Furia

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El sonido de las llaves al abrir la cerradura rompió el silencio que se había creado en la casa hasta ese momento. Liam fue el primero en entrar, tirándose inmediatamente sobre el sofá agotado. Niall entró también y cerró la puerta tras de sí.

—¿Están en casa los chicos? No se les oye —comentó el castaño mientras encendía la televisión.

—Ni idea, a lo mejor han salido. Yo voy a guardar los palos de golf.

El rubio subió a la segunda planta y guardó sus palos en el armario como siempre hacía. Se sentía animado después de la tarde genial que había pasado con Liam. Decidió que sería un buen momento para darse un baño y relajarse, hacía mucho que no utilizaba la opción de burbujas del jacuzzi que tenían.

Salió de su cuarto y se fijó en que la puerta de la habitación de Zayn estaba cerrada, seguramente estaría durmiendo como siempre. La de Harry se encontraba igual pero se podían oir ruidos en el interior. Se acercó un poco más a la puerta y pudo oír claramente los sollozos, Harry estaba llorando.

—¿Hazza? —preguntó dando dos pequeños golpecitos en la puerta—. ¿Estás ahí?

—No estoy, vete —contestó una voz rasposa al otro lado de la puerta.

—Sabes que no me voy a ir. ¿Por qué no mejor me abres y me cuentas lo que te pasa?

El silencio fue la única respuesta y Niall soltó un largo suspiro. Cuando Harry se encerraba en su habitación era imposible sacarle de allí.

—¿Tienes echado el pestillo? —preguntó sin obtener respuesta de nuevo. Intentó forcejear con la puerta pero, efectivamente, el pestillo estaba puesto por lo que no podía abrirla—. ¡Mierda, Harry, como no me abras te patearé el trasero!

—¡Ya te he dicho que te vayas! ¡No quiero hablar con nadie ahora!

La paciencia del rubio se estaba agotando, pero entonces le vino una idea a la cabeza. La ventana de Harry daba a la gran terraza del ático, con suerte la tendría abierta y podría entrar por ahí. Dijera lo que dijera el ojiverde, Niall sabía que en esos momentos lo que más necesitaba era un abrazo, y él estaría ahí para dárselo.

Salió a la terraza y comprobó que, como se esperaba, había una pequeña rendija de la ventana abierta. La abrió del todo y se coló a la habitación encontrándose a Harry tumbado en la cama hecho una bolita. Estaba tapado hasta la cabeza con el edredón y soltaba pequeños sollozos. No dudo un segundo en tumbarse a su lado entre las sábanas y abrazarle.

—Ssh tranquilo —susurró mientras observaba los ojos hinchados y enrojecidos del chico de rizos—. ¿Qué es lo que va mal, Hazza?

—N-nada, todo está bien —contestó él mientras trataba de secarse las lágrimas con la manga de su pijama. Niall en seguida pudo distinguir el olor a alcohol en su aliento—. ¿Puedes alcanzarme un pañuelo de la mesita, por favor?

El rubio asintió estirando su brazo hasta alcanzar la cajita de pañuelos y se la entregó, mientras repasaba con su mirada la habitación. Como se esperaba, había una botella de whiskey vacía a un lado de la pared en el suelo. El chico se limpió las lágrimas de la cara y se sonó la nariz estruendosamente. Niall le puso una sonrisa queriendo tranquilizarle. Sabía que el Harry borracho no era Harry.

—¿Estás un poco mejor, Rudolph? —dijo intentando bromear sobre su nariz roja, pero al ojiverde no le causó gracia aquello.

—Niall, te he dicho que te fueras, no que te colaras por mi ventana —contestó en tono seco mientras fruncía el ceño y lanzaba el pañuelo a la papelera—. ¿Es que no me entiendes cuando te hablo?

El Secreto de Louis Tomlinson (M-PREG) Larry StylinsonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora