XVII: La puerta de salida

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Aquella noche me encerré en el único cuarto que proporcionaba una falsa privacidad, la pequeña habitación extra, si así le podíamos decir, que usábamos para guardar las cosas que no se utilizaban constantemente, y que yo me había apropiado en busca de un lugar propio, echándole un viejo colchón para tirarme en el cuando quisiera. Lo llené de revistas y le pegué dibujos en las paredes, fotos de ti, fotos de todos.

En aquella noche, es esta noche, me recosté en el colchón a leer la carta que me habías dado, que empezaba revelándome un secreto que ya no tenía gracia mantener, en el sobre, estaba escrito el nombre de Amaranta.

Era una hermosa carta, que sentía que no merecía, me agradecías por estar a tu lado como nadie había hecho antes, por tratarte como mi diosa, me dabas gracias por darte mi amor, se me aguaban los ojos mientras leía y sentía el olor a flores mezcladas en el papel, lloré y lloré, maldije mi suerte, y le pegué patadas al colchón.

Dónde quedaron aquellas hojas donde me decías que yo te enseñé tantas cosas como tú pudiste a mí, creo ya los dejé atrás, muchas habitaciones a la lejanía, junto a girasol marchitándose, y el anillo que ya no brillaba. He estado tanto tiempo aquí, avanzando sin rumbo, mi desesperación aumento tanto, que todo el progreso que llevaba con Arabella se había hecho para atrás, y al observar mi rostro en un espejo, me di cuenta que otra vez habían salido los cuernos que creí que nunca iba a volver a verla, el pantalón se rompió con una larga cola que terminaba en punta.

¿Este era mi destino? ¿Vagar sin rumbo entre las paredes olvidadas? ¿entre memorias amargas? ¿eso era todo lo que quedaba para mí?... para mí, el pequeño demonio sin nombre.

La voz que tanto temía volvió a cobrar forma, resonando entre las interminables paredes, quién sabe cuánto tiempo he estado vagando sin rumbo, tampoco era, como si a estas alturas importase. Voz que no tenía boca para expresarse, que me seguía a todas partes, este era tu terreno, y te hiciste presente, recordándome lo inútil que era, que no podría progresar nunca, que mi destino era pudrirme con ella, sí el destino de lo inútiles que no tienen su camino definido...

Esperen, ¡no!, quiero decir, ¡no, no, no!, esto es un paso atrás, ni siquiera, es como caerse en el abismo, me enseñaste tantas cosas, y no pudiste mostrarme como caminar del todo sola, porque siempre que hacías un esfuerzo por separarme, volvía a intentar aferrarme a ti, pero eso no quita que me mostraste tantas cosas que reposaban en mí interior y que yo no me había percatado aún de su existencia. Pero gracias a ti, me di cuenta de tantas cosas, yo no debería estar aquí, yo debería estar donde están todos, con la vista en las estrellas...

Si me dejo hundir en la brea, será un insulto hacía todo su esfuerzo, no, no podía dejar que eso pasará, yo, yo ya había definido muchas cosas, no hay necesidad de estar aquí.

No podrás salir nunca, dijo la voz, como una predicción, como si se asegurase que así se cumpliera; eres inútil, continuaba, una decepción, no eres ni un orgullo para tu madre, el tiempo se te va a ir, dime estúpida, qué planeas hacer con los estudios.

No lo sé, admití.

Y qué harás con las decepciones hacía tu madre que has acumulado por años, como planeas llenas tu vacío.

No lo sé, le volví a responder con honestidad.

¡¿Entonces qué harás?! ¿Qué sentido planeas darle a tu vida? ¿Piensas quedarte ahí sin hacer nada?, que el tiempo corra y cara y tú no hagas nada, que cuando te des cuenta sea demasiado tarde, ¿Qué harás con tu existencia?, preguntó impaciente, no volteaba a verla, la sentía en mi espalda, gritando en mi oído, chorreando su horrible líquido negro en cima de mí, no merecía que le dirigiera la vista, ¡vamos! ¡responde!, exigió con impaciencia.

No lo sé, hay muchas cosas que no sé de hecho, pero hasta ahora, solo puedo seguir avanzando, intentarse fuerte, y avanzar y avanzar, aunque sea lento pero nunca detenerse, seguiré avanzando hasta que me vea capaz de tomar mis propias decisiones, voy a intentar no detenerme, intentar avanzar lo que pueda, todo lo que pueda, la vista siempre en las estrellas, porque soy una persona soñadora, y no estoy hecha para el mundo de los serios, así que seguiré avanzando, construyendo mi atropellado camino, no me detendré, bueno habrá momentos donde eso pase, no soy idiota, sé que nos volveremos a ver, tarde o temprano, quizás hasta en una semana, porque soy débil, soy llorona, y me estreso de todo, a veces siento que no quiero hacer nada, estoy tan cansada, que quiero un descanso, y lo voy a tener, pero no ahorita, porque tengo una misión, y es seguir caminando, rondando de un lado a otro, porque tú me conoces, eres yo, y sabes que disfruto de lo simple, voy a viajar por todo el mundo, me nutriré para llenar mi alma, compartiré mi arte con la gente, y quizás, así le dejé algo al mundo, solo observa con cuidado lo que te digo. Porque lo lograré ya lo veras.

Me gusta viajar, quizás ese sea un buen destino para, vagar sin rumbo buscando mi significado para la vida, vivir a mi manera, a mis reglas, con mis ideas, voy a seguir buscando ami reina de los sueños, cuando la tenga seré muy feliz, pero aún falta para eso, así que tendrás que guardarte en la maleta, en la esquina más baja, y acompañarme en el viaje, seguir caminando y caminando, mi razón para la vida es buscar, buscarle mi propio significado, sé que nunca estaré del todo satisfecha, así que le daré sentido buscando, quizás, algún día encuentre algo interesante, dicho esto.

Me levanté del colchón, y atravesé la brea negra, esta no me cayo en cima, y solo sentía como su voz se hacía cada ve más lejana, cada vez más distante. Puse mi mano segura en la perilla, respiré hondo, la cola ya no se movía, algo me decía que ya no había nada sobre mi cabeza, llené mi pecho de aire.

-Nos veremos la próxima vez que me hunda, y cuando eso pasé, te responderé lo mismo, una y otra vez, porque mi misión es caminar, y así, nos encontraremos en el camino, te esperé a ver en que tramo vuelves a aparecer. Giré el pomo.

Mi rostro le pego directo la luz del pasillo, mis pies descalzos chocaban con la madera del pasillo, escuchaba la voz de mi madre a lo lejos. Estaba afuera. Volteé a ver el cuarto, y estaba igual.

Cerré la puerta tras de mí, dejando todo atrás.

Me miré en el espejo y vi mi reflejo sonriente, con el destello de la luz en mis lentes, la cara con la que me había dejado Arabella, y sintiendo una tranquilidad que no había sentido en años, me dirigí a la sala, y de entre las cajas, agarré wish you were here, pidiéndole ayuda a mi mami para que me enseñará a usar el tocadiscos.

En el mar de nuestra alfombra azul, con el girasol reluciente en el florero, y mi madre explicándome como funcionaba todo, lloré con paz y tranquilidad lo que me había guardado tanto, aferrando el forro entre mis brazos, deseando que ojalá estuvieras aquí.

Pero estaba segura, que te iba a encontrar en el camino, y que podría mostrarte con orgullo mi cara fresca, y mis maletas llenas de logros, para que me acompañaras en nuevos, hasta que otra vez el camino se separé, y siga mi rumbo.

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⏰ Last updated: Jun 28, 2019 ⏰

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Relatos de un demonio sin nombreWhere stories live. Discover now