#45: Lo inesperado siempre llega tarde.

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            —Val, Val, Val —Ben negó con la cabeza, sus brazos apoyados en el borde de la cuna—. Desde que llegaste, me han dejado de lado. Y, personalmente, me molesta no ser el centro de atención.

Ben volvió a negar con la cabeza. Los ojos claros de Valerie lo miraban con curiosidad, una sonrisa sin dientes cruzando por su pequeño rostro. Sus largas pestañas batiéndose al compás del movimiento de sus manos, tratando de tocar a su hermano mayor por todos los medios posibles. Ben la miró de nuevo, tratando de reprimir una sonrisa que estaba por extenderse en su cara pero siendo lo suficientemente débil como para darle su dedo índice para que lo sostuviese en sus pequeñas manitos.

Se aclaró la garganta.

—Como decía, —comentó, pasándose la mano libre por la mata de rizos cortos— no me gusta que robes la atención que me pertenece. He estado pensando seriamente en venderte por e-bay. Incluso si eso significa que papá Louis me llevase a un internado en Alaska sin internet y sin video juegos... pero —él rió, Valerie haciendo burbujas con su saliva— decidí no hacerlo porque ¡mírate! ¡Eres una cosa tan adorable!

Valerie soltó una risa infantil cuando una burbuja de saliva reventó, Ben riendo junto a ella. El suave contraste de la voz tierna de Valerie, con la voz de niño de Ben inundando el silencio de la pequeña habitación de color damasco. Su sonrisa constante.

La hija de Louis y Harry había cumplido ya seis meses en casa, en donde todo el mundo se había arremolinado alrededor de su pequeña cuna para contemplarla y sacarle fotos, sin contar el hecho de que había sido noticia internacional en varios periódicos de farándula cuando a Harry se le ocurrió llevarla a pasear con una mochila tipo canguro para hacer las compras de la casa.

Habían sido un par de meses llenos de regalos y cartas de felicitación y Louis quedándose en casa por no soportar a los periodistas que lo seguían cada vez que salía. Incluso cuando Harry había contratado un guardia de seguridad para él, Louis había rehusado a salir de su guarida. Su única respuesta fue que él no era el famoso. A lo que Harry respondió: “Pero, lamentablemente, te casaste con uno.”

Así que Louis tuvo que empezar a hacerse la idea de que su vida sería un caos, especialmente ahora, que tenía una hermosa niña de la que todo el mundo estaba hablando.

Ben cambió de posición, aún mirando a Val desde arriba. El pequeño bebé sólo se movía, jugaba con su saliva y metía constantemente sus manos en su boca. Ben cansándose al octavo intento de sacarle las manos de ahí. La dejó ser, ya que, ¿quién era él para reprimir su libertad de expresión y movimiento? Ben supuso, que en algún momento de su vida, él había hecho exactamente lo mismo.

—Oye, Val —Ben siguió conversando con su hermana—, no le digas a nadie pero... me caes bien.

La cara risueña de Valerie le dio otra sonrisa sin dientes. Y Ben sonrió con hoyuelos. Siguió hablándole, esta vez, contándole historias de monstruos y princesas a su hermana pequeña sobre cómo los caballeros mataban dragones y los vendían en el mercado negro, sabiendo que ella no entendía porque inclinó la cabeza —aún con sus manos en su boca— junto con una mirada curiosa en sus ojos. Ellos hablaban fluidamente hasta que un Ben, ven aquí” se escuchó a lo lejos.

Ben no pudo distinguir si era Harry o Louis quien lo llamaba.

Rodó los ojos y se encogió de hombros, parándose en las puntas de sus pies para acariciar suavemente a Valerie antes de darle una sonrisa entusiasta.

Hey, Dad. [Larry Stylinson] [M-preg] [AU]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora