Los cuatro árboles espinosos y los dioses antiguos

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Mi bisabuela cantaba que nuestros ancestros viajaron desde el lugar donde habitan los salvajes y, sin quererlo, terminaron quedándose en este frío sitio que hoy llamamos hogar. El tiempo de estos hechos son tan antiguos como la leyenda aquella de los "Caminantes blancos", razón por la cual huyeron y lograron pasar después de las ancestrales guerras. Antes que construyeran el muro, nuestros ancestros observaron que no existía protección divina. A pocos le importaba esto, los dioses no los habían ayudado en su tierra y no lo harían tampoco en el futuro. Dispuestos a empezar de nuevo, organizaron la aldea de tal modo que se pudiera pescar, sembrar y vivir, aunque sin excedentes, con lo necesario. Nuestro pueblo prosperó pero poco a poco empezó a extrañar sus antiguas creencias.

Generaciones después y sin que nadie se los pidiera, uno de los forasteros casado con la hija de un fundador decidió salir con sus hijos a buscar a los antiguos dioses. Viajaron a través del rebelde clima, las frías colinas, el paso donde se construiría el muro y llegaron hasta el lugar donde, según los relatos de los ancianos, se encontraba el antiquísimo hogar. El hombre y sus hijos, no se sabe cómo, lograron tomar todas las semillas posibles que caían del "Gran árbol con rostro". El retorno fue penoso y solo pudo realizarse gracias a la ayuda inesperada de los espíritus del bosque.

Luego de un penoso viaje (una historia muy entretenida que no deseo recordar ahora), el padre y los tres hijos llegaron a la entrada de la aldea. Sin embargo, no recibieron felicitación ni agradecimiento alguno. Es más, muchos se burlaron de la imposibilidad de que estas semillas lograran volverse árboles. Pese a todo, el padre y los hijos echaron un primer grupo de semillas. A pesar del cuidado, la dedicación y el interés que habían tomado en el trabajo, las semillas se secaron irremediablemente. Los intentos se sucedieron, pero todo terminaba de la misma forma.

Enojados y entristecidos por la reacción de sus paisanos y la ingratitud de la tierra. Decidieron tomar una decisión más radical, traerían los árboles. La risa y el escarnio se regó por toda la aldea. A pesar de ello, emprendieron un viaje más del que se esperaba no regresarían.

Muchas son las historias que se inventaron sobre su segundo viaje. Lo cierto es que no lograron traer ningún árbol ni semillas de los dioses antiguos. Sin embargo, pudieron obtener un extraño árbol sin ramas que tenía un tallo muy grueso y cubierto de espinas, el cual lo habían encontrado en un bosque aledaño al de los dioses Antiguos. El extraño árbol, uno de los muchos olvidados por dioses, hombres y seres del bosque,  era paradójicamente fascinante y captó la atención de algunos, pero el terror de muchos. El padre y los hijos estuvieron a punto de ser quemados sino fuera porque un grupo de fundadores terminó imponiéndose y proponiendo que se sembrara en el centro de la aldea como conmemoración al esfuerzo del forastero y sus hijos. Tras días de pugnas, cruces de insultos y espadas más algunos muertos, la voluntad de todos los habitantes culminó con el sembrado del árbol espinoso.

Los años pasaron y el árbol crecía a pesar de no recibir gran cantidad de sol o agua. Se volvió fuerte e imponente. Emocionados por lo logrado, el padre y los hijos emprendieron un segundo viaje y trajeron uno más. Ayudados sutilmente por los espíritus del bosque, esta vez lo sembraron cerca al mar, donde tardó en crecer pero tuvo la suficiente fortaleza para resistir a la neblina y la brisa. Este segundo viaje fue más que conmovedor, pues observaron que estos valientes árboles morían olvidados en un bosque que alguna vez fue próspero y bien cuidado. 

Los años pasaron, pero no el recuerdo de lo visto. Por más que intentaba no recordar, el padre no podía dormir sin pensar en como morían los árboles espinosos, ignorados por el tiempo y la historia. De nada valió realizar otras actividades o pensar en otras cosas. El padre alistó un tercer viaje pero uno de sus hijos ya no lo acompañó (la historia sobre ello no la quiero recordar ahora, como ustedes ya comprenderán) pero sí el más pequeño. Fue en el camino donde el tiempo reflejado en las canas empezó a volver más tortuosa la marcha. Al llegar a su destino, los espíritus del bosque se conmovieron por la lealtad para con la naturaleza por parte de un mortal insignificante. Como premio, esta vez le entregaron uno más extraño que los dos primeros. Una especie de árbol espinoso con diversas ramificaciones. Como segundo regalo y afín de garantizar un regreso seguro, el hijo pequeño fue bendecido con la capacidad de dominar a los lobos, invocar las aves y leer las estrellas. Con estos dones, padre e hijo retornaron a casa con mayor facilidad.

Ya en la aldea, padre e hijo menor sembraron el árbol junto al segundo. Este creció rebelde y feliz, desafiando a los más duros inviernos y los azotes acérrimos del viento. Padre e hijo menor cuidaron con mucho amor a estos árboles que, aunque no poseían el mismo rostro que el de los dioses antiguos, merecían adoración y respeto.

Las décadas pasaron y también el desgaste del cuerpo. Sin embargo, el anciano padre se mantenía testarudo en la consigna de salvar todos los olvidados árboles con espinas. A pesar de los ruegos, el padre viajó una vez más. Esta vez, el hijo menor no lo acompañó.

Casi arrastrándose, el hombre llegó al bosque olvidado. Tras entregar las pertinentes ofrendas a los dioses antiguos, decidió tomar al más viejo e ignorado (uno que había visto desde el inicio). Lo llevó a duras penas con él y, con las pocas fuerzas que tenía, sembró al moribundo árbol junto a los otros dos. Pese a sus esfuerzos, solo pudo verlo agonizar y después morir. Tiempo después, el hombre murió, pidiendo en su lecho ser enterrado junto a los árboles que sembró. Voluntad que no fue cumplida por nadie, por razones que recordaré cuando vuelva a pensar en mi padre.

Hoy miró estos árboles en la entrada de mi aldea. Sobreviven al tiempo y la distancia, al olvido y la miseria humana. Los observo hoy mientras me aproximo a mi aldea y solo ahora comprendo el porqué del sacrificio de ese hombre que tal vez ni siquiera entendió en su momento porqué hizo lo que hizo. Estos árboles, acompañados ahora de un bosque espinoso, son memoria viviente. Son nuestra historia, esa que los "caminantes blancos" querían borrar para siempre junto a toda la humanidad y, contra todo pronóstico, se lo impedimos.

Prosigo mi viaje luego de saludar a los viejos árboles espinosos y rezo a los Antiguos dioses. Anhelo con toda el alma volver a mirar el centro de la aldea. Confío en que el primero traído por el hombre y sus dos hijos siga en pie; defendiendo – como cantó el trovador al mencionar las historias que contó Sam Tarly ante de la Batalla de Invernalia – nuestro inhóspito hogar. 

SOLDADO DE INVERNALIA. Fanfic de "Game of thrones"Where stories live. Discover now