Ha terminado la gran batalla de nuestra era, pero no es el final. Nos alistamos para una nueva lucha que, estamos seguros, solo traerá una momentánea paz. Camino a mi aldea tras un permiso antes de la nueva marcha, pienso en la mejor forma de contarle a mi madre y mi esposa que mi padre y mi hijo murieron dos veces y que ni siquiera quedaron sus restos. Espero encontrar la manera. De momento, quizá el inicio sería pensar en voz alta todo lo vivido, hasta hoy.
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