Capítulo 18: La tormenta después de la calma

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            El sol había dado paso a la luna y a una noche estrellada. Su luz se reflejaba en el lago donde nos habíamos estado bañando horas antes. Jordi se encontraba estirado a mi lado sobre la hierba con los pantalones que me había dejado, puestos. Yo, por otro lado, llevaba solo la camisa, una que me llegaba hasta la mitad del muslo. Aunque él parecía realmente interesado en el cielo y las estrellas, yo estaba tumbada boca abajo tocando con los dedos la hierba húmeda. Era fresca y suave, y el olor del césped me relajaba.

            Emití un suave suspiro y me volví para observar su perfil tranquilo. Sus ojos brillaban con la luz de la luna que daba reflejos blancos a su piel y fuertes contrastes sobre su rostro. Con una mano rocé su mejilla con suavidad. Él reaccionó al instante girando un poco la cara para mirarme a los ojos.

            ― ¿No tenías… un corte bastante profundo en la mejilla? ―pregunté con la expresión relajada.

            Él sonrió un poco antes de volver a mirar hacia el cielo.

            ― Me curo rápido.

            Mis labios se despegaron un instante para apretarlos luego con fuerza. Miré de nuevo el césped mientras retiraba la mano con cuidado, pero él me detuvo reteniéndola sobre su mejilla.

            ― Es… agradable.

            Al ver su expresión, algo dentro de mí me hizo reaccionar, y sin poder evitarlo, una pregunta empezó a tomar forma en mi cabeza.

            ― ¿Puedo… preguntarte algo? ―dije después de pensarlo mucho. Él alzó una ceja dispuesto a decir algo que ya sabía―. Sí, sí, lo sé. Con esta pregunta ya te estoy preguntando… ―Lo escuché suspirar conteniendo la risa.

            ― Dispara. ―Yo lo pensé detenidamente unos instantes intentando encontrar las palabras correctas.

            ― Dijiste que te marchaste a los… quince años ―murmuré―. Y luego… luego te hiciste pasar por San Jordi. ―Él sonrió a modo de repuesta―. También me has dicho… que hace años que estas…

Pero no fui capaz de seguir. Las palabras se quedaban atascadas en la garganta. Sabía que él me estaba escuchando a pesar de que no me miraba, y me lo confirmó el modo en el que terminó mi frase.

            ― ¿Solo? ―asentí con la cabeza―. ¿Qué quieres preguntarme, Alexandra?

            Un escalofrío recorrió mi espalda al escuchar mi nombre completo procedente de sus labios. Era tan… melodioso. Nunca me había fijado que mi nombre pudiera ser tan bonito pronunciado del modo correcto.

            ― ¿Has… estado nunca con nadie? ―dije con las mejillas sonrojadas. Él me miró enarcando una ceja ante mi pregunta.

            Una pregunta que, ahora que lo pienso, era bastante estúpida. ¿Cómo no iba haber estado con nadie?

            ― Supongo que no te refieres a estar de compañía.

            Moví la cabeza de derecha a izquierda lentamente y algo avergonzada.

            ― Si no habías visto nunca a nadie como tú, como… yo. Pues… Me preguntaba si…

            ― ¿Si había mantenido relaciones antes?  ―concluyó evitando que lo dijera yo. Algo que agradecí profundamente. Al ver que asentía con la cabeza, suspiró y cruzó los brazos por detrás de la nuca―. Sí.

La leyenda de San Jordi, el Dragón y la Princesa... ¿O era al revés?Where stories live. Discover now