Danza nocturna

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La noche llega lenta y silenciosa junto a la oscuridad. Se adueñan del cielo para reinar unas cuantas horas al pueblo fantasma. Las casas deshabitadas crujen cuando el viento pasea brutalmente por ellas, la luz se pierde y marchita como a una planta descuidada.

Esto, hasta que sale en escena la luna: brillante, alegre y acompañada de sus hijas, las estrellas centelleantes. La luna sopla sobre aquel pueblecillo sin vida y aviva una danza que llama la atención de un conjunto de seres expectantes al escenario.

Las luciérnagas salen tímidas de sus escondites, encienden su luz y forman un círculo que rodea al caserío. El escenario no podría ir mejor, ya que esto sucede una vez al año.

Te preguntarás, ¿esto es necesario?

Lo es, querido lector. La danza aún no termina.

De la casa principal sale una joven con sus dos trenzas sobre sus hombros, su vestido manchado con lodo y una sonrisa puesta en el rostro. Da vueltas sobre sí y eleva cada vez más su vestido, riendo sin parar.

Las estrellas se reúnen, se aglomeran y hasta parece... ¿Que bajan del cielo? ¡Es un espectáculo! Se posicionan frente a la joven y una luz ciega la oscuridad: aquellas estrellas han traído a un joven de aspecto humilde y, al contrario de la joven, lleva en su rostro sorpresa.

—Todas las veces sucede lo mismo. Vienes tarde, te sorprendes ¡Y la danza en mi estómago no para!

—Dulce Alicia, ¿Por qué te cuesta tanto decir que estás enamorada? ¡Y de mí! Qué afortunado.

—No hemos cambiado. Ni tu ni yo —suspira—. Pero hoy... André, hoy quiero que sea diferente —la joven rodea con sus brazos el cuello del muchacho—. Seamos luciérnagas, unámonos al baile.

"Sus corazones se unen, ella escucha sus latidos y él besa su frente", canta la luna.

"Había una vez..., pero no importa. Ellos aún se ven gracias a nuestra madre" rezan las estrellas.

"Únete al baile de nostalgia y amor, donde los amantes, una vez al año, se sienten vivos y regresan" cuentan las luciérnagas.

El alba llega con lentitud, sintiéndose culpable de acabar aquel momento. De solo recordarlo, hace caer una ligera llovizna sobre el pueblo. Las nubes tapan  al sol para darles segundos eternos a la joven pareja, pero el tiempo no esperaba por nadie.

Sus presencias comienzan a esfumarse, cuando un arcoiris se forma en el jardín. Después de tanto tiempo, por primera vez se les ha dado la oportunidad de reencontrarse y estar juntos. Sólo necesitaban que el cielo, el alba, y quién sabe quienes más, lloraran y sintiesen.

Y el día pareció aún más radiante hasta que la oscuridad decretó en susurros algo inaudible.

Cuentos cortos para no dormir.Where stories live. Discover now