nueve; nine

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La morena observaba desde el sofá a la chica que cuidadosamente tintaba su cabello largo para obtener un color más claro mientras tarareaba suavemente una canción y mecía sus caderas con delicadeza.

No podía quitarle la vista de encima, sus labios entreabiertos al tener ese precioso cuerpo a tan sólo metros de sí. Camila realmente estaba fascinada con el cuerpo de Ariana, un cuerpo tan hermoso y delicado.

Pero...algo le faltaba. No la malinterpreten, estaba increíblemente atraída por la joven, pero faltaba aquello que la hiciera poner nerviosa al verla o algo por el estilo; no podía explicar qué era debido a que consideraba que todo en el cuerpo y alma de la menor era lo más absolutamente hermoso que podía existir. Pasó su lengua por sus labios para humedecerlos mientras observaba a la contraría fruncir el ceño mientras pasaba el tinte por las raíces de su cabello, completamente concentrada.

Camila suspiró, pasando su mano por su cabello para despeinarlo (me acorde cuando Camila hizo eso y se le calló todo el pelo en la cara jajajja) y seguir observando  a Ariana, buscando aquello que le faltaba y pensando en quien podría volver a hacer que su tan herido corazón latiese a gran velocidad o llorara de felicidad sólo por saber que ama a alguien otra vez.

—Um, ¿debería regalarte una foto de mí para que la observes sin que me de cuenta?—Ari río suavemente mientras, acomodando una especie de bolsa de plástico en su cabeza, se encargaba de que el guante esté bien puesto en su mano, observando a Camila con media sonrisa en sus labios.

La morena se sonrojó apenas y le sonrió.—Quizás deberías. Ah, Ariana eres una chica realmente bonita, ¿lo sabias?—Comentó Camila mientras se levantaba y caminaba hasta el baño donde la más baja se encontraba.

—Por suerte, sí lo sé.—Rió una vez más, dejando que sus orbes se fijaran sobre las de Camila mientras sentía un sutil ardor propagarse en su cabeza.

Se quedaron allí, observándose mutuamente unos minutos. Camila se dedicó a observar todos y cada uno de los detalles del rostro de la menor, quien sólo sonreía de forma tímida reteniendo las ganas de quejarse por el picor en su cabeza causado por el decolorante. Las manos de la más baja se deshicieron de sus guantes con lentitud, bajando la mirada de forma tímida; ella también lo sentía, que aquello que tenían no era del todo amor. Lo notaba en los toques que se daban, y si bien Camila la estaba haciendo feliz, no era lo mismo que estar enamorada.

Pero, ¿eso le importaba, acaso? Si necesitaba compañía, sentir que alguien la quería, necesitaba la calidez de otro cuerpo en las noches para olvidarse de la fuerte sensación de soledad que le había quedado luego de su última pareja; sí, lo que tenía con Camila no estaba ni cerca de ser amor verdadero, pero ella estaba contenta de tener a alguién que la quisiera aunque sea un poco, y a la morena no parecía que su "relación" estuviese demasiado lejos de ser lo que las dos estaban buscando cuando se conocieron.

—¿Sabes? Estoy preocupada.—Susurró la morena, apartando la mirada antes de dejar que su cuerpo usara de apoyo el marco de la puerta.

Ariana pudo observar que la mano derecha de Camila se movía nerviosamente en su brazo izquierdo, apretando de a ratos con cierta cantidad de fuerza capaz de dejar alguna marca; abultó sus labios e inclino la cabeza hacia un costado, había aprendido que aquél gesto significaba inconformidad en algún tema que involucraba a la morena.

Echó sus brazos hacia adelante, dejando que la morena la abrazara y se acurrucara contra ella, procurando no mancharse con el decolorante que Ari tenía en los guantes, siendo que mientras era abrazada se los quitaba y los lanzaba a un costado del baño. Era así, si había un problema lo hablaban y se mantenían juntas a pesar de todo.

Y muy en el fondo, a ambas les dolía. Ariana, porque tan destruida como estaba en aquel momento se aferraba a las mínimas muestras de amor que alguien le diese; Camila, confundida y sólo buscando la calma con sus pensamientos, quería y se dejaba querer por la pequeña que ahora la estrechaba entre sus brazos con fuerza.

Les dolía porque ambas sabían que aquello jamás duraría porque jamás sentirían el verdadero amor; porque las dos eran, en efecto, el premio de consuelo por amar sin ser amadas. Ambas están igual de rotas y perdidas en el mundo.

—¿Qué te preocupa?—Susurró Ari, separándose lentamente de la morena para tomarla por las mejillas y mirarla.

—Es...Lauren. ¿Te acuerdas de ella?—Murmura la más alta, apartando la mirada con pena. Claro que Ariana la recuerda.

¿Cómo olvidar a la chica que iba con Camila cuando la conoció, la chica la cual creyó en un principio que era la pareja de la morena? Emitió un sonido de aprobación mientras dejaba que su mano se enredara en el cabello de la contraria, brindándole suaves masajes.

—Le gusta alguien y...está realmente herida por eso.—Ariana pudo oír cómo la voz de Camila se cortaba de a poco y se mordía el labio para reprimir un sollozo.—No puedo verla mal, ¿sabes? Es doloroso verla así.

Los labios de Arina se apoyaron sobre lo de Camila un momento.—Cami, todos tenemos malos momentos.

—Es diferente.—Aclaró Camila.—Lauren es diferente. No puedo dejarla estar mal, debo ayudarla, tú...no tienes idea de lo que es ver mal a Lauren.—Negó con la cabeza, se separó de golpe de la menor y tapó su rostro, respirando con fuerza para contener sus ganas de gritar.

Si Lauren estaba mal, ella también lo estaba. No porque quisiera, sino porque le dolía tanto ver a la ojiverde cabizbaja y con un estado de ánimo tan nulo que se sentía en la necesidad de protegerla.

—¿Quién le gusta?—Preguntó la más baja, buscando una forma de ayudar a Lauren.

Y entonces, Camila se dio cuenta de que no tenía ni la más mínima idea de quien podría ser la afortunada de tener el corazón de Lauren, tan afortunada como tonta por tener otra pareja teniendo a esa chica detrás. Pero algo se estrujó dentro de sí y sintió terribles ganas de llorar, mientras muy en el fondo sospechaba de sí misma y en parte deseaba ser ella esa tonta afortunada. Porque si lo fuera, quizás saldría corriendo detrás de Lauren para decirle que la ama y que la haría la mujer más feliz del mundo si fueran pareja.

Pero una vez más, Camila descartaba la idea de ser ella quién le gustara a la ojiverde. Porque se sentía completamente insuficiente para ella, porque después de todo seguía negándose la posibilidad de sentir algo por la linda chica que apodó hace años como su mejor amiga.

eso es homofobia; camrenWhere stories live. Discover now