tres; three

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Después de aquel encuentro, Lauren era demasiado cuidadosa con sus palabras. Medía cada una de ellas como si le estuviese deseando la muerte a alguien, pero solo quería evitar ser asquerosamente homofobica y herir a Camila, quien en aquel momento se encontraba tachando otro objeto más de la lista de compras encargada por su padre. Los brazos de Lauren estaban descansando sobre el carrito de compras que iba empujando mientras observaba como Camila actuaba completamente natural a pesar de ser lesbiana. Se veía normal, como siempre; sonreía mientras charlaba con la ojiverde y tachaba con un lápiz la lista de compras mientras apoyaba dentro del carro una lata de algo que la ojiverde no llegó a leer.

—Lauren, vamos a la parte de videojuegos.—Indicó la morena, apoyando su mano en el borde del carrito y dirigiendolo a la sección donde se encontraban los productos mencionados.

Camila comenzó a mirar los productos uno por uno hasta llegar a los juegos de zombies, observando estos un momento y dejando salir su lengua de su boca para relamer su labio superior. La ojiverde observo tranquilamente, teniendo la oportunidad de apreciar como la más baja revisaba los juegos con suma atención antes de tomar dos y mostrarselos a Lauren.

—¿Cuál crees que sea mejor?—Preguntó, sin mucha importancia y sonriendo de lado.

La ojiverde se encogió de hombros, mirando a su alrededor antes de responder:—No lo sé, Camila. La lesbiana eres tú, no yo.

La expresión de la morena cambio de un momento a otro, transformándose en una sería que soltaba suspiró mientras dejaba cualquiera de los videojuegos dentro del carrito y se apoyaba en este, embozando una sonrisa de costado que indicaba algo sospechoso para Lauren.

—Lauren...ser lesbiana no hace que sepa de estas cosas. Es un estereotipo inútil. No, no tengo idea de cual es mejor, y si lo supiese no necesariamente tengo que ser lesbiana. Además es un juego, todo el mundo lo podría jugar.—Dejó caer su mano izquierda dentro del carro de compra, golpeando con sus dedos apenas uno de los productos, relamiendo sus labios y levantando la vista hacia la ojiverde, quien la observaba atentamente con las mejillas sonrojadas.

—Lo siento...—Susurró la más alta, avergonzada y mirando a su alrededor, notando al momento que no había nadie.

La morena se incorporó y se colocó al lado de Lauren, su mano se deslizó suavemente por la mejilla sonrojada de la ojiverde y sonrió.

—Me debes un beso.

—No, no, no. Camila, en público n...—Se vio a si misma interrumpida por los labios de la morena sobre los suyos, moviéndose suavemente y brindandole un dulce beso que no duro demasiado.

Lauren soltó aire de golpe, sintiendo sus mejillas prácticamente quemarle la cara, su ceño se frunció notablemente y miró fastidiada a Camila, dispuesta a soltarle alguna queja por besarla en un lugar público como lo era ese; pero sus ojos bajaron lentamente y su expresión se relajó al fijarse como la morena relamia sus labios suavemente antes de formar una sonrisa que hizo que la ojiverde sintiera como si el mundo se hubiera parado. Sintió como los dedos de la morena envolvian su brazo, apretandola suavemente antes de jalar de ella un poco, intentando que Lauren recobrase el sentido.

Después de agitarla un par de veces, la ojiverde negó con la cabeza y palmeo su mejilla suavemente, tomando aire de forma profunda y mirando a la morena directamente a los ojos, quien la observaba con una sonrisa.

—Ya...vamos a pagar las cosas y larguemonos de aquí.  —Objetó la ojiverde, apartando la mirada y tomando el carro de compra de forma firme, antes de encaminarse a la caja con la morena siguiendola por detrás.

Fue cuestión de minutos para que fuesen atendidas por una carismática cajera de cabello castaño cuya etiqueta llevaba escrito Ariana en negro, así que Lauren supuso que aquel era su nombre; la ojiverde pudo observar como la chica de cabello castaño observaba detenidamente a Camila, su lengua escapó de su boca y humedeció sus labios antes de carraspear, haciendo que la trabajadora quite su mirada de su mejor amiga para luego apurarse a cobrar la compra del par de amigas.

Lauren se sentía extraña. Por alguna razón le molestaba la constante mirada de Ariana, y sobretodo le molestó la forma en que la chica (intentando ser disumulada) anotó su número de teléfono en un pequeño papel que coló por debajo de la mano de Camila. Inhaló profundamente, ¿acaso eso eran celos? No. Lauren no debía sentirse celosa, pero sin embargo mordió su labio inferior con algo de fuerza y en cuanto acabaron de pagar tomo de la mano a su amiga, enredando sus dedos y caminando fuera del lugar.

Le gustaba mucho sostener la mano de la morena, no era un misterio para nadie que la ojiverde tuviera ese tipo de tratos. Era normal; pero había algo en aquel agarre que a Camila la hizo fruncir el ceño.

Se detuvieron, observando alrededor.

—Lauren, ¿Me puedes explicar que fue eso?—Los ojos de la morena se plantaron sobre la nombrada.

A su alrededor, el ruido crecía cada vez más entre la gente que salía del mercado y los niños que le lloraban a sus padres por un vendedor de globos que promocionaba una heladería que había abierto hace apenas un par de días. La ojiverde miró seriamente a la morena, aunque se sintió avergonzada de la molestía que le había provocado la simple mirada de la trabajadora sobre su mejor amiga.

—Lauren, ¿estabas celosa de la cajera?—Encaró Camila al instante, sin darse rodeos.

Los ojos de Lauren la miraron sorprendida y comienza a titubear.—No, no. No.—Repite, negando con la cabeza.

—¿Estas segura? Porque realmente actuaste como una novia celosa.

La ojiverde arrugó la nariz y soltó la mano de su amiga, expresando su disconformidad ante lo planteado con las siguientes palabras:

—¿Novia celosa? Camila, por el amor de Dios. Jamás, nunca en mi vida estaría con otra mujer y mucho menos la celaría. Me da asco el solo hecho de imaginarme en una relación homosexual.—Escupió, formando una mueca de asco.

La morena, mordió su labio inferior y pasó una mano por su cuello, tomando aire profundamente.

—¿Te dan asco las relaciones homosexuales?—Camila liberó el aire de sus pulmones, observando como la ojiverde relamía sus labios soltando un "sí".

Ahí, para fortuna de la señorita no-soy-homofóbica, el vendedor de globos les pasó por enfrente, tapando por completo sus rostros antes de que la mano de Camila tomase el mentón de la más alta y plantara un beso en sus labios, notando cómo ésta se paralizaba al instante y sus mejillas comenzaban a cobrar color con rapidez.

La morena la ignoró y comenzó a caminar en dirección a su casa, con la ojiverde siguiendola tímidamente mientras frotaba sus rojas mejillas.

<Quizás>se planteó Lauren mientras observaba a Camila caminar <Quizás pueda acostumbrarme a sus besos>

Su puño se dirigió a su boca, mordiendo su dedo índice intentando reprimir una sonrisa. Ni siquiera ella misma comprendía lo mucho que comenzaba a agradarle la idea de que su mejor amiga la besara cuando toda su vida se juró una heterosexual a la que le asqueban los homosexuales.

Echó un vistazo a su alrededor.

Había parejas heterosexuales donde fuese, o al menos eso la dejaba ver su mente. En aquél momento, Lauren tan sólo se planteó si su heterosexualidad no había sido impuesta por una sociedad donde los homosexuales eran bichos raros en vez de dejarla a ella decidir con quién estar.

Pero en cuestión de un momento se olvidó de aquello, recordando lo mucho que le gustaban los hombres, lo enamorada que había acabado de sus exnovios en aquellos años.

Sí, Lauren estaba casi segura de que era heterosexual.

eso es homofobia; camrenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora