Capítulo 11- Adiós

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Los días pasaban.
Mi tiempo libre lo dedicaba a asear mi casa.
Ya no asistí a la escuela por decisión de mi padre, aunque la que pagaba todo era mi mamá.

Lavaba los trastes y ropa. Barría y demás.

Jesús comenzaba a alejarse de mi. Ya no hablábamos tan seguido.

Seguía trabajando.

Conocí a una chica que llegó con los ojos rojos. Era cliente frecuente pero jamás había entablado una conversación con ella. Sollozando me encargo hacer su tarea. Mi curiosidad y empatia hizo que le preguntará del porque de su llanto.
Me contó y yo le hable de mi situación. Su nombre es Carmen.

Pero mi poca estabilidad emocional se perdió.
Él me dijo adiós. Se fue de mi vida por Facebook, ya que no era la mujer casta, pura e inocente que él merecía.

Lloré.

Con tanto que lloraba creí que no podía llorar más, pero me equivoqué.

Jamás se arreglaron las cosas. Yo no era pura, no me merecía un hombre como él.
Él quería una mujer virgen que no hubiera tenido relaciones con él tan pronto.

Yo quería tenerlo junto a mí y demostrarle que en verdad me merecía su amor.

Pero se fue.

Todo lo que decía dolía y decidí borrar todas las conversaciones, todos los mensajes. Leerlos de nuevo sólo abría más las heridas.
Un día mi padre comenzó a preguntar por él y porque ya no me visitaba.

Le conté que habíamos roto el compromiso y que jamás lo volvería a ver.
Enojado preguntó el porque y si había conservado los mensajes.
Conté casi toda la verdad y le dije que no, que había eliminado los mensajes.

-Me pueden culpar de blasfemia. Puedo ir a la cárcel por blasfemia ¿Acaso no piensas?- me dijo más enojado y después se dirigió a mi mamá- te dije que le dijeras que no borrará esos mensajes, te lo dije.

Mi mamá me abrazo y me consoló, o al menos lo que pudo curar.

Karen preguntaba por mí. Le contaba de a poco y se le ocurrió una excelente idea: llevar a Jesús a la iglesia y frente al patrono de la capilla decirle la verdad.

Aunque quería hacer eso sabía que él no quería verme.

Por las noches me ponía a llorar. Me sentía sucia, rechazada. No sentía el mínimo aprecio por mí y por mi apariencia física.
Comencé a subir de peso.
Mi ropa comenzó a quedarme chica, pero no me importaba.

Caí en depresión y mi madre se dio cuenta de las heridas viejas de mis brazos. Preguntó por ello y le conté que había cosas que me afectaban a pesar de ser pequeña.

Quería llevarme al psicólogo ya que me veía muy decaída.
Sólo me importaba el trabajo.
Me olvidé de lo demás. De mi vida, de mi.

Todo parecía ser mejor hasta que dos semanas después Jesús fue con su mamá a decir que se anulaba el compromiso.
Me estaba muriendo y comencé a tener crisis nerviosas.

Mi madre se culpaba de lo que estaba viviendo, pero yo sabía que la culpa la tenía yo, era mi culpa, mis males.

Lloraba y cada vez anhelaba más la muerte.

Pero siempre vuelve a salir el sol.



Estoy llorando.

¿Cómo se sintieron con esto? Cuénteme.

No se preocupen, lo que viene es más o menos bueno.

Cambiemos las noticias malas por las buenas.

Hace aproximadamente 2 semanas (ya se que es mucho tiempo) me fije y ¡estábamos en el puesto 59 de amor juvenil!
No se imaginan lo feliz que estaba. Me ha costado llegar hasta ahí aunque sea por unos minutos XD.
Pero me siento orgullosa de mí.
Gracias a ustedes, en verdad.
Pasen a mi página porque voy a comenzar a contar anécdotas sobre la escuela.

Los amo.

Soñare contigoWhere stories live. Discover now