XIV. Somos clientes frecuentes del hospital

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Ann

Sentí una presión en el pecho, seguida por otra y otra. Mi garganta se sentía apretada y mis oídos tapados. En una fracción de segundo, sentí cómo todo el agua de mis oídos se salía y podía sacar todo el agua que tenía en mi garganta. Comencé a toser como nunca y cuando abrí mis ojos, pude ver a Alex con la cabeza gacha, diciendo gracias y a Félix palmeando el hombro.

—Por fin —Alex me abrazó—. Tenemos que ir al hospital.

—¿Dónde está Peter? —pregunté.

—Tenemos que ir ahora mismo... —me ignoró.

Miré a Félix y él me contestó.

—Lisa está con él —miró hacia atrás—. Tenía un leve golpe en la cabeza. No está tan mal como tú.

—Trato se ahogarme... —sollocé—. Trató de matarme.

—Ryan me llamó y me dijo que viniera lo más rápido posible... —comenzó Alex—. En serio lamento no haberme quedado, tendría que haberlo hecho.

—¿Ryan? —susurré.

Se encogió de hombros y me ayudó a levantarme. Un fuerte dolor recorrió mi costado. Vi sangre en el piso y luego inspeccioné el corte que tenía en mi brazo, mi estómago se revolvió al instante. La sangre estaba mezclada con el agua y estaba con tierra en los bordes. Mi frente dolía y la toque provocando que las puntas de mis dedos se llenaran de sangre y luego toqué mi cabeza... La palma se me llenó de sangre.

—Y es por eso que iremos al hospital —me señaló Alex.

Caminé un poco con ayuda de Félix y entramos a la casa de Megan.

—¿Qué paso con Megan y los demás? —pregunté confundida.

—Megan y Rose no sabemos dónde mierda están, Zack creo que esta con ellas, Jake nos ayudo —alcé una ceja—. Sí, después te lo cuento.

—Y... Lisa echó a patadas... literalmente a Ryan —dijo Alex—. Eso fue fantástico, tendrías que haberlo visto.

—Bueno, lo siento por estar casi muriendo, eh... —fruncí el ceño.

—Y se me olvidaba decirte que Lisa se irá a vivir con nosotros —sonrió ignorando mi comentario anterior.

—Como si ya no viviera allí —dije riendo un poco.

Caminamos hacia la cocina y escuché los gritos de Lisa.

—¡Quédate quieto, estúpido!

—¡Duele, hija de tu mamá! —cuando escuché la voz de Peter solté un suspiro de alivio.

—¡Solo tranquilízate, esto te duele más a ti que a mí!

—¡Se supone que me tienes que dar apoyo y decirme que te duele más a ti que a mí, Lisa!

Me senté en un taburete de la mesa y los gritos cesaron un poco. Alex caminó hacia el refrigerador y Félix fue a buscar una toalla para ponerme encima a los pocos segundos después.

—¿Ann, quieres hielo? —dijo con la cabeza dentro del refrigerador provocando que su tono voz se escuchara más alto.

—¿¡Ann despertó!? —gritó Peter—. ¡Lisa, déjame salir!

—¡Pero por fin te habías quedado quieto!

Unos pasos rápidos se escucharon desde la sala y Peter llegó sin aliento a la cocina. Estaba con un corte en su ceja y un poco de sangre en la parte superior de su frente. Su cara al verme fue de confusión a alivio, luego cuando se acercó a mí pasó a modo preocupación. Se aproximó rápidamente y me abrazó, lo que provocó que soltara un pequeño grito debido a que había apretado mi brazo.

Déjame con mi Orgullo [DISPONIBLE TAMBIÉN EN FÍSICO]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora