P1: Capítulo 12

42.6K 2.2K 292
                                    

Fui un iluso al creer que Alhaster se comportaría, pero fue obvio que su comprensión se extendía y limitaba a mí; porque, si las miradas mataran, Eu Sung habría estado muerta desde el mismo momento en que se toparon en el comedor. Nunca había comido estando tan tenso y ninguna broma de Luigi, para aligerar el tono a la comida, había quebrado el hielo que se construía sobre nuestras narices.

Era todo tan difícil que el dragón ni siquiera había sido familiar con Luigi, por ser su congénere, pues lo había colocado en la misma bolsa que a mi esposa.

—¿Cuando la encantas, como hace un rato, se supone que no come o debería preocuparme también por su dieta? —cuestionó Alhaster con sorna deteniendo a Luigi con la palabra en la boca, quien una vez más intentaba mejorar el ambiente.

Los cubiertos en mis manos golpearon la mesa cuando los dejé caer frustrado. Sin embargo, Eu Sung, por completo recuperada de la situación en el cuarto de mi hija, se mostró tranquila cuando respondió.

—Considerando que los últimos dieciocho años yo me he preocupado en tu lugar, no estaría mal que empezaras ahora.

El estrepito en la mesa que causó el puño de Alhaster no fue sorprendente, eso me lo podía esperar. Lo sorprendente fue que Eu Sung, quién siempre estaba dispuesta a escuchar, no permitiera que el dragón dijera una palabra al hablar antes que él.

—He sido comprensiva con tu situación desde que llegaste, por ello he tolerado todo lo que has dicho y hecho, pero se ha terminado —decretó—. Ni soy Haru, ni soy tu amigo, y no planeo tolerar un insulto más de tu parte. O aprendes a comportarte en la casa de quién te está dando asilo o te retiras.

Supe la batalla que estaría librando el dragón con su orgullo en ese momento, pero intervenir no era una opción porque Eu Sung tenía razón y, si Alhaster no estaba dispuesto a ofrecer un mínimo de respeto, bien podría irse en ese instante y regresar cuando fuera el tiempo de que Iliana regresara a Umbrarum.

—Me comportaré —respondió Alhaster.

La molestia había sido imposible de ocultar. Sin embargo, de manera inteligente, cambió el objetivo de la conversación, señalando al gong que descansaba en la mesa de la sala a varios metros de nosotros, pero no lo bastante lejos para que fuera imposible mirarlo.

—Alguien de tu raza lo hizo. ¿Podemos saber si están conspirando contra Ilora?

Miré a mi esposa, también interesado en saber su respuesta y si tomaría como válida el forzado compromiso del dragón. Pero lo hizo, Eu Sung aceptó la disculpa cuando mandó a un lado su plato y ofreció una respuesta al dragón.

—Sí, fue una sirena —afirmó—, pero eso no significa que mi raza esté conspirando contra Ilora, porque no es así. Lo que sucedió en el Hospital fue una tarea individual y, aunque no es posible determinar el origen de un encantamiento para ninguna sirena, voy a revisar si encuentro algún otro indicio no mágico que me diga algo.

Luigi no pareció sorprendido por la información, quizá porque ya había hablado con ella antes o porque sabía que era imposible identificar de quién provenía un encantamiento, pero sí que se vio preocupado cuando, acomodándose mejor en la silla, nos expuso lo que pensaba.

—Yo creo que está perfecto todo esto de investigar e irse de aquí, considerando que los elfos saben cómo encontrarlos, pero ¿cómo piensan que se tome Iliana el que debe abandonar su residencia en el hospital sin ninguna razón aparente?

Los ojos grises del dragón nos miraron a Eu Sung y a mí, esperando una respuesta, pero la verdad es que yo no tenía una porque ni siquiera había sopesado que una marcha inmediata afectaría su residencia.

CDU 1 - El despertar de Ilora [GRATIS]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora