Capitulo 7

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—Tranquila, no te preocupes... pero, ¿Cómo la soportas? La conozco es insoportable, una niña rica mimada por su papá –murmura con enojo hacia la rubia.

—No tengo idea –murmuro y se ríe.

—Eres más bonita que la oxigenada, no te preocupes, de verdad.

Después de una hora caminando, me siento agotada. Necesito oxígeno y aire en mis pulmones, mis piernas me arden y ni hablar de mis talones. Me saco las zapatillas, gimo de molestia y Belén dice:

—Debes comprarte otras zapatillas, tienes la plantilla muy gastada –murmura y suspiro.

—Ay, tienes razón, a veces se me olvida que...

—¿Eres millonaria? –pregunta y me río.

—Algo así –explico.

—A mí, se me olvida que soy pobre –murmura divertida, nos reímos a carcajadas.

Cuando algo nos da sombra, es Barbara con sus amistades. Se paran frente de nosotras, los ojos femeninos son despectivos. Un aroma a canela y vainilla invade la zona. Yo debo oler a cebolla, no entiendo como estas personas después de hacer ejercicio huelen tan bien.

—¿Contaminando el ambiente con tus pies...? –pregunta con malicia y se ríe.

—Nunca me interesó, aparentar, me duelen los pies por las zapatillas –explico y me las coloco, la rubia se queda en silencio.

—Porque antes eras pobre –murmura divertida y las tres chicas a su lado estallan en carcajadas.

—La verdad es que no, soy Alba, permiso –comento, pasando por su lado con una sonrisa al ver que las dejé calladas. Belén sonríe a mí lado, chocamos puños cuando no pueden vernos.

—Idiotas –espeto molesta, mi amiga asiente.

—Lo son... y es horrible que Gabriel esté con ellas, ¿por qué no intentas recuperarlo? Es decir, bueno...

—¿Tú crees en lo que todos dicen? –comento y ella se encoge de hombros.

—Prefiero escuchar las dos campanas, no me gusta dejarme llevar por los chismes y menos de personas como Barbara.

Suspiro, nos sentamos en un banco alejadas. Belén, me observa en silencio. Es difícil para mí, explicar lo que me ocurrió hace tantos años atrás. Pero abro la boca, tomando la valentía que no sé de donde sale y empiezo a hablar.

—Hace dos años... estaba embarazada, un día me levanto al escuchar ruidos... —hago una pausa, porque rememorar esos recuerdos, me parten un poco el alma –Mientras avanzo por la casa, veo todo destrozado, y... veo a Gabriel con un arma. Pensé que estaba protegiéndonos, sin embargo; me apuntó y...

—Ay dios mío –exclama horrorizada mí secretaria y asiento.

—Me dispara –susurro y mis ojos se llenan de lágrimas.

—¿Qué paso con el bebé? –su pregunta llega pero no la respondo, simplemente la miro y ella entiende. Simplemente asiente.

—Lo lamento –murmura, tomando mi mano y suspiro.

—No entiendo como dicen que yo me fui con su empleado, mientras... nadie habla de la verdad –murmuro.

—¿Por qué no dices la verdad? Quizás, algo se pueda hacer para que no tengas que fingir.

Su pregunta me deja pensando pero niego, no puedo porque eso sería darle la empresa y no quiero dejarle nada. No se lo merece; no después de lastimarme de tantas maneras.

—No quiero que gane, lo único que mis padres dejaron. Y como sabes los inversionistas están al tanto, mi reputación no es buena y...

—Pero si supieran la verdad, quizás... ya no tendrías que fingir que esta todo perfecto. Cuando no es así –comenta y asiento con los ojos llorosos porque es la verdad, pero una verdad que duele.

Y duele mucho, mis ojos se llenan de culpa y dolor. ¿Quizás debería enfrentar lo que siento? Quizás sí.

—Debo hablar con Gabriel ¿verdad? –pregunto y ella asiente.

—No es justo que él, finja ser una pobre víctima, mientras tú perdiste a tu bebe y casi la vida –sus palabras me dan consuelo y suspiro.

Horas más tarde, me encuentro sola en la casa. Esteban, fue a cenar con colegas nuevos del hospital. Mientras yo, estoy dándole vueltas al asunto, buscando las palabras adecuadas para enfrentar a Gabriel.

¿Qué le puedo decir?

Hola Gabriel, quiero saber porque quisiste asesinarme hace dos años.

No puedo, es difícil para mi decir esto en voz alta. Pero hablarlo con mí secretaria, me ayudó bastante. Unos pasoss resuenan por la cocina, levanto la vista y encuentro a Gabriel solo. Suspiro de alivio, es mejor encontrarlo así, quiero enfrentarlo y hablar con la verdad para entender porque hizo eso.

—¿Podemos hablar? –pregunto y el asiente, su rostro se vuelve serio. No sonríe, se sienta enfrente.

—Claro.

—Quiero saber... porque... quisiste asesinarme hace dos años –hablo, lo digo finalmente, Gabriel me observa con sorpresa, sus ojos están abiertos.

—No... no entiendo de qué me hablas Isa...

—¡No te hagas! ¡Me disparaste en el vientre! –grito, me pongo de pie estoy muy molesta que se haga el desentendido.

—Isabella... hay algo que debo decirte –comenta y lo empujo, las lagrimas ya salieron de mis ojos.

—¡Te odio! Ni siquiera reconoces que me lastimaste, casi muero y nuestro bebé...

—¿Dónde está mi hijo? Pensé... que lo traerías, las busqué durante tantos meses y...

—¿Cómo te atreves? –pregunto llorando y le tiro un plato en la espalda, el se gira asustado. Me sienot fuera de control y en este momento, estoy temblando.

—Isa...

—¡Me pegaste un tiro en el vientre! El bebé... murió –comento, me dejo caer de rodillas, empiezo a llorar –Esteban... me sacó de la casa, me estaba muriendo ¿Cómo puedes fingir que nada pasó? Dispersaste un rumor falso sobre mí, quedaste como el buen hombre ¡Maldito!

—Tengo un hermano gemelo.

Mis ojos se abren con sorpresa, ante aquello. No puedo creer que quiera desaherse de todo el daño mintiendo así. Lo observo de mala manera y digo:

—¿De verdad vas a decir que tienes un hermano gemelo? –pregunto y el se acerca, poniéndose de pie.

—Es la verdad –musita, da un paso hacia mí, retrocedo. Su tacto en este instante, me da repulsión.

—Perdí todo... —murmuro, mi cuerpo entero tiembla, él suspira y da un paso al frente para verme. Niego, doy un paso hacia atrás.

Contrato con mi ex esposoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora