Capitulo 3

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Llegamos en completo silencio, todos los empleados se dan vuelta curiosos al volverme a ver. Gabriel pasa por mí lado e ingresa al ascensor. Odio los ascensores desde que me quedé encerrada siendo una pequeña niña. Me observa con una sonrisa de lado y avanza. Cuando llegamos a nuestro destino, tengo el cuerpo tembloroso.

Observo a Gabriel y lo encuentro con sus ojos negros puestos en mí, pero carraspea y fija su vista al frente. Cuando frena, me sostengo en un abrazo a Gabriel. Me doy cuenta de lo que hice, me separo asustada.

—No... no vuelvas a tocarme –comenta Gabriel mirándome con asco.

Las puertas del ascensor se cierran y grito:

—¡Tú me quitaste todo! –comento dejándome caer sintiendo un enorme dolor.

Gabriel

En cuanto la vi, me quedé perplejo. Había buscado a Isabella, durante meses. Desde aquel incidente, donde descubrí que tenía un hermano gemelo, queriendo apoderarse de todo. Aún recuerdo la sonrisa malvada de Eliot.

—Tú mujer se fue con otro, un tipo llamado... ¿Esteban? –preguntó y me quedé perplejo.

—¡Isabella no se iría! –comenté empujando a mí hermano, quien me tenía a punta pistola. Su objetivo, era robarme la identidad.

—Sí... hermanito, te daré la oportunidad de mirar por última vez a tu mujer, aunque... creo que no te agradará lo que verás –explicó, mientras me asomaba por la ventana y veía perplejo que ella se marchaba con ese sujeto.

Me sentí muy enojado, sin dudarlo tomé lo primero que ví, un fierro para la chimenea y lo golpeé.

Volviendo al presente, me sentí muy extraño al tenerla tan cerca. Pero, odio que se haga la pobrecita, cuando ella, fue quien me abandonó. Tengo que investigar con cuidado, donde está mi hijo. No lo trajo y buscaré donde sea, a mi hijo.

La detesto, yo era tan feliz en su realidad de mentira ¿Por cuánto tiempo se habrá acostado con mí empleado? Los detesto a los dos.

Y haré lo que sea necesario, para recuperar a mí hijo, y verla en lo profundo de la miseria, ese es mi mayor objetivo. Estoy cruzando por el pasillo, veo de reojo que Isabella, se encuentra llena de papeles. Avanzo con una sonrisa. Nueve horas más tarde, al regresar puedo ver a Isabella, llorando.

—No podré dirigir esto... es muy difícil –murmura con dolor, suspiro poniendo los ojos en blanco.

—¿Qué cosa no entiendes? –pregunto y ella se sobresalta, quita sus lágrimas y dice:

—Nada, estoy bien, ya... termino –murmuro y ambos observamos la pila de papeles sobre el escritorio.

—Los papeles de administración, puedes pedirle ayuda a tu secretaria y...

Comienzo a explicarle, me acerco a su lado, y ella asiente. Siempre fue inteligente, cuando llevamos dos horas trabajando su estómago protesta. Quiero reírme, al ver su rostro rojo, pero recuerdo todo el sufrimiento que pasé por ella.

—Lo... lamento – murmura y suspiro. No puedo hacerme le desentendido, me doy la vuelta. Llego a la cafetería, y miro empanadas. A ella le gustaba mucho cuando estábamos juntos. Maldigo por la tontería que estoy haciendo. Llego a su oficina y dejo la bolsa, no queda mucho, es mejor que me marche.

—Me voy –comento en tono seco, los ojos de Isabella me persiguen pero no me giro.

Contrato con mi ex esposoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora