Capítulo 10: Una gran solución.

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John miró fijándose si Yoko ya había abandonado el departamento, así era, pues había escuchado la puerta cerrarse. Sabía que Yoko nunca sería capaz de darle una mala jugada quedándose dentro del lugar, ella era demasiado buena.

    Sabía que si Paul despertaba y se enteraba de la noticia de que John iba a ser nuevamente padre, se largaría del lugar y dejaría camino libre para la mujer, que naturalmente tenía más derecho de estar al lado de John que él.

    Se acercó a su habitación a pasos lentos, pensando en qué debía hacer cuando cruzara esa puerta, de manera definitiva se quería quedar con Paul, estaba seguro de que lo amaba tanto como quizá creyó amar a Yoko.

    Pero tenía miedo, decirle a Paul sobre la noticia no era nada agradable para John, éste estaba asustado por primera vez en su vida, sólo se quería quitar de encima todos esos sentimientos que le obligaban a quedarse con Paul, que él nunca hubiera llegado a su vida y que nunca se le ocurriera volver a reencontrarse.

   Sonrió, se dio cuenta que le debía demasiado a McCartney.

    Tomó el pomo de la puerta e ingresó a la habitación en la que Paul continuaba recostado bajo las sábanas, mas no dormido.

    —Hola, princesa —pronunció John con alegría en su voz.

    Paul giró a mirarlo y sonrió levemente, sentía un poco de culpabilidad por lo que habían hecho, era antinatural y eso no se lo iba a sacar tan fácilmente de la cabeza. Aún sentía el horrible dolor en la espalda baja, le recordaba el acto más inmoral que había cometido en su vida.

    Miró a John y nunca creyó que lo sucedido hace apenas media hora sucediera alguna vez en su vida, siempre se consideró un macho, pero nunca creyó que la sodomía sería tan buena.

    Bendito sea quien cae en la tentación.

    —¿Descansaste? —le preguntó John colocándose sus lentes de nuevo, Paul no le respondió, se retorció entre las sábanas dándole la espalda a John, la vergüenza era tanta que no quería ni mirarle.

    —¿Te sientes bien? —le preguntó nuevamente, John notó que era el único que estaba pronunciando palabra alguna.

    —Sí —respondió sin muchos ánimos, seguido sintió la mano de John en uno de sus hombros, por lo que giró sobre las sábanas para mirarlo y regaló una media sonrisa forzada—. Estoy bien, John, sólo me duele el trasero. —Intentó restarle importancia al asunto.

—Siento eso, Paulie —respondió John con una sonrisa en los labios, se acercó a la frente de Paul y le dio un tierno beso.

    Paul enredó sus brazos por John y ambos cayeron juntos sobre el colchón entre risas. John enmarcó el rostro de su compañero y miró fijo cada mínimo detalle de éste.

    Sentía que sí continuaban en esa realidad explotaría, quería largarse de ahí, ir lejos junto con su Paulie.

—Escapémonos. —propuso John.

    Su amigo le miró sorprendido, más por la forma en que lo dijo que en la propuesta misma. John lo dijo de forma despreocupada, pero conservando el toque imperativo. Eso no había sonado como propuesta, para los oídos de Paul sonó como orden. Sin embargo, esa orden fascinó a McCartney.

—Es una idea genial, Johnny. —Le apoyó —. Pero ¿A dónde iremos?

    John recostó la cabeza sobre la almohada, la idea le gustaba a Paul y era sólo por eso que se iría de Nueva York. Tenía planeado volver a Liverpool o por fin comprar es bendita isla en Grecia.

    Pero un pensamiento atormentaba a Lennon... ¿Abandonaría nuevamente a un hijo suyo? Hizo mal con Julian, ahora volverá a hacer lo mismo con ese niño que aún no conocía el mundo ni la clase de persona que era su padre.

    John tenía muy en claro que Jude le odiaba, y era extraño que un niño te tenga tal sentimiento, pero sabía por lo que su hijo estaba pasando, era lo mismo que él sufrió de niño.

    El peso de su consciencia carcomía su alma. Debía admitirlo, estaba asustado.

    Abrazó a Paul, hundiendo su rostro en el pecho desnudo del músico que aún no había encontrado un momento oportuno para vestirse. La mano de Paul recorrió los cabellos de Lennon y sintió en sus yemas el calor de su cuello. Algo estaba sucediendo con John, se estaba muriendo.

    —Te amo, Paulie —dijo pegando la mejilla al pecho de Paul, éste sonrió.

    —Te amo, Johnny.

•§•

—¿Ya tienes tu maleta? —El guitarrista se aventuró a ver detrás de Paul, estaba a sólo horas de encontrarse con Paul en la playa, tomando sol y líquidos extraños desde un coco. Eso le ponía contento, sin remordimientos.

    Después de decidir sobre su "viaje" Paul se retiró a su casa y dijo a John que fuera a buscarlo en un par de horas. John estuvo ahí puntual, ya junto con su maleta y todo lo necesario para sus "vacaciones".

    —¿Tienes los boletos? —preguntó Paul, ansioso, mientras que mostraba su maleta negra a John, él levantó dos cartas rojas.

    —Listos —dijo sonriendo. A Paul se le formó una sincera sonrisa en los labios, estaba totalmente encantado por John, creía que nunca iba a encontrar a alguien mejor que él.

    Sin embargo, pensaba en Linda y en sus hijos, quizá dejarlos solos sería demasiado cruel y radical, demasiado doloroso y a Paul no le agradaba demasiado el dolor, pero, no podía evitar pensar en el dolor que sentiría si se alejara de John y decidió que era mejor que otros sientan dolor a que él lo sintiera. Sonaba egoísta, pero a veces uno debía ser egoísta.

    John enmarcó el rostro de su amigo y le dio un leve beso en los labios, aprovechando el hecho de la soledad del lugar.

    —Imagínate todo lo que haremos —le dijo John con la vez ronca, Paul sonrió de lado un poco incómodo, sabía a lo que se refería y no podía evitar recordar lo bien que se sentía ese pecado tan atrayente.

    —Ya me lo imagino —respondió Paul susurrando y tomando a John de la barbilla.

    Sonrió y esta vez McCartney le besó con pasión.

    Ambos nunca estuvieron más seguros de lo que estabanhaciendo.

We Fail Again [McLennon]Where stories live. Discover now