Los Cofres del Saber (capítulo 8 y 9)

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                                                              Capítulo 8

Los ojos de Vladymir seguían brillando en la oscuridad, buscando a Sara en la lejanía, escrutando las profundidades de la ciudad para localizar a la única persona que poseía el secreto del último cofre, un cofre que contenía el retazo de información que le faltaba para completar su transformación.

Todos los actos de Vladymir se encaminaban hacia una única obsesión: la búsqueda de los cofres para absorber su sabiduría. Quería convertirse en un hombre poderoso, uno capaz de dominar el devenir de la humanidad, igual que hicieron sus antepasados hacía miles de años.

Durante toda su vida el príncipe Valquio recorrió la inmensidad del mundo para ubicar cada uno de los cofres que contenían una información vital, una que le permitió desarrollar una parte importante de su cerebro dormido.

Vladymir era un hombre sangriento, oscuro, sin sentimientos. Para arrebatar los tres cofres a sus guardianes mató, engañó y destrozó cuantas vidas fueron necesarias para abrir aquellos receptáculos de sus ambiciones. Sentía el poder dentro de él, estaba convencido de su superioridad ante los demás y de que el destino lo había designado como el único merecedor de encontrar todos los cofres.

Pero si no lograba hacerse con el último cofre el desarrollo de su mente nunca llegará a ser total. Y sabía que Ignacio se llevó el secreto de su situación a la tumba.  Por eso intentó llegar a la mente de Sara a través de sus poderes, drogándola y utilizando todos los medios a su alcance para conocer los secretos de la joven. Pero algo le impedía su cometido, una fuerza desconocida que emanaba del mismo cerebro de Sara, como si bloqueara conscientemente sus intentos de profanarlo.

El príncipe valquio tenía en su poder la carta que Jaime le entregó a su hija en su lecho de muerte, sabía que en esas palabras se hallaba la clave para encontrar el cofre, pero sin la ayuda de Sara no lograría jamás descifrarla.

Úrsula le servía a sus intereses de una manera fiel y despiadada. Era su alma gemela, una persona sin escrúpulos a la que podía manipular con facilidad. La encontró de joven en un bar de mala muerte en Transilvania, cerca de su hogar. Al leer su mente descubrió que era una descendiente muy lejana de una de las familias de guardianes, una que ya hacía años que abandonó su Rumania natal para instalarse en otro lugar de Europa.

Jamás le iba a contar a su amante el verdadero alcance de sus actos, pero la joven le era fiel y actuaba con astucia. Cuando la conoció escuchó sus ideas para perpetrar el plan maestro que la acercaría al padre de Sara. Úrsula viajó a Barcelona para convertirse en la presentadora de un programa del corazón donde Ignacio fue uno de los invitados. ¡Tal como pronosticaron el padre de Sara sucumbió a los encantos de Úrsula! Los estudios acerca de sus gustos, ideas y preferencias ayudaron a la joven a conquistar su corazón.

Lo que no previeron fue que Ignacio muriera envenenado con las drogas que le suministraban para descifrar su mente y encontrar el cofre. Era como si los componentes de esa familia hubieran desarrollado algo extraño que impedía a Vladymir llegar al fondo de sus secretos. Por eso se pasaron los últimos meses intentando que Sara hablara, probando con distintas substancias en un intento de debilitar unas defensas que Vladymir no encontró antes en los guardianes.

Esa noche, mientras Sara escapaba de la casa, Vladymir sintió esa fuga en su interior. Se levantó deprisa, corrió hacia las escaleras e intentó detenerla, pero la joven poseía algo que la ayudó a evitar sus embistes y logró salir al exterior.

Tras un rastreo de las mentes de los alrededores, Vladymir logró entrar en la del taxista que la recogió y escuchar cuál era su destino. Por eso no le costó nada dominar la mente de un muchacho que estaba en el Barrio Gótico de Barcelona, que se encapuchara y que se preparara para apresarla. Lo obligó a esconderse hasta que llegara el taxi, a lanzarle el puñetazo.

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