E P Í L O G O

481K 49.6K 90.4K
                                    

                                      UN AÑO, SEIS MESES Y VEINTISIETE DÍAS DESPUÉS...

MALCOM

A la boda asistieron ciento cuarenta y nueve invitados, de los cuales cincuenta y ocho son padrinos del novio, incluyéndome.

Se ve que Bill al final no logró decidirse, así que sentenció que todo el equipo merecía estar a su lado en el altar, y, por otro lado, está Anneley con sus dos damas de honor: Sierra y Kansas.

Entrar a la iglesia fue un auténtico desastre dado que al ser tantos muchachos y solo dos mujeres las chicas debieron pasar una y otra vez hasta que el último jugador ocupó su posición. Si yo tuviera que caminar tanto con esos tacones probablemente ya estaría cansado. Además, es perjudicial dado que hay estudios que aseguran que usar ese tipo de calzado causa artritis de rodillas. En fin, la ceremonia fue un auténtico éxito a excepción de que a Zoe, la encargada de llevar los anillos, se le perdió una alianza. Todos los invitados tuvieron que comenzar a buscar la sortija en cada rincón del lugar e incluso Bill, sin perder la oportunidad de convertir cualquier sitio en el campo de juego, comenzó a dar órdenes del estilo: «¡Veintisiete, Veintitrés y Cincuenta y nueve, al órgano! ¡Siete, Dieciocho y Treinta y tres, bajo las bancas! ¡Busca bajo la fal... digo túnica del cura, Timberg! ¡Bajo la falda de mi suegra también!»

Al final encontraron el anillo y, por suerte, pudimos seguir con la ceremonia.

Ahora nos encontramos a las afueras de un hotel cuyo extenso y mantenido jardín ha sido decorado por nada más y nada menos que Betty Georgia MacQuoid, una wedding planner de prestigio que ha transformado este simple edén en una obra de arte que hasta el difunto Joaquín Sorolla y Èdouard Manet matarían por pintar.

Todo está concentrado alrededor de un pequeño lago artificial en el que hay una estructura circular en cuya superficie se encuentra la mesa de los novios. Se puede llegar a ella a través de cualquiera de los seis puentes que van desde tierra firme hasta la ya mencionada estructura. Todo el lago está bordeado por antorchas cuyas llamas se reflejan en el agua oscurecida por la presencia de una despejada noche en las alturas. Abril, dado que representa el auge de la primavera, es una buena fecha para una boda.

Las mesas de los invitados se distribuyen alrededor del foco de atención entre nogales de cuyas ramas cuelgan lámparas que iluminan las mesas y su exquisita decoración en colores cálidos y arreglos florales. Hay arcos de flores, una orquesta flotando en una estructura en el lago y demasiadas cosas para siquiera nombrarlas a todas.

—Hazme un favor y sostén estas cosas por mí, Beasley. —La familiar voz de Kansas llega a mis oídos al mismo tiempo en que dos peligrosos tacones de varias pulgadas vuelan por los aires.

Los atrapo y observo con incredulidad a la castaña frente a mí. Veo sus pies descalzos y la forma en que mueve sus pequeños dedos contra el césped con alivio de haberse despojado del calzado infernal. Deja caer la larga falda del vestido y sus extremidades son ocultas por la delgada tela color champagne; el tejido tiene algo de vuelo en la parte inferior y se ajusta en la cintura al igual que en el torso. Uno de sus hombros está al descubierto exponiendo la tersa piel que jamás me canso de admirar o tocar, y, como era de esperarse, Kansas ya se hartó del recogido y decidió soltar su cabello en el caos que usualmente es.

—¿Desde cuándo tengo que llevar tus cosas? —inquiero—. No soy tu esclavo.

—Accediste a serlo el día en que le pediste que fuera tu novia, Tigre —informa Hamilton llegando a mi lado con el bolso rosado de Harriet al hombro—. Yo también caí en esa trampa —se lamenta.

—Y exactamente por eso Ava y yo no hemos formalizado nuestra relación. —Se entromete Timberg llegando con una copa de vino blanco en mano.

—¿Qué relación? —replica Kansas arqueando una ceja en dirección a Chase—. Tú has estado saliendo con Ava para darle celos a Jamie y ella ha estado saliendo con ese tal Liam únicamente para provocarte. Ninguno está en ninguna relación —apunta—. En realidad, lo único que están haciendo es comportarse como unos auténticos idiotas irracionales e infantiles.

TouchdownDonde viven las historias. Descúbrelo ahora