1. Déjà vu.

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Presente.

Más de ocho años después.

Violet.

Uno pensaría que después de años sin ver a alguien, los desacuerdos que tenías con esa persona desaparecerían.

Al fin de cuentas, no se puede guardar rencor por tanto tiempo, ¿cierto?

Qué equivocada estaba.

Tres años soportando a Evan porque era el mejor amigo de mi novio y el desprecio entre ambos nunca se fue. Ni siquiera por los muchos intentos de David para que nos lleváramos bien.

Después, la tragedia tocó nuestras puertas de la peor forma posible y me encontré huyendo a otro país con mi hijo recién nacido y con el recuerdo de mi recién muerto novio.

Nada me preparó para perder a David de la forma en que lo hice, de forma tan repentina y en el momento en que más lo necesitaba. Pero de nuevo, la vida me enseñó que la muerte nunca pide permiso. Sólo llega, quita y te deja en devastación. Por supuesto, tuve que recomponerme de los pedazos. Y lo hice. Por mí, por mi hijo y por David. Por los tres.

Pero, así como no estaba preparada para perder a David, tampoco estaba preparada para lo que sucedería más de cinco años después de su muerte.

De vuelta al país en donde inició todo.

De vuelta al pequeño pueblo en donde los conocí, a ambos.

De vuelta al lugar que vio a mi corazón romperse más de una vez.

Cinco años después, estaba de vuelta a él.

Y esta vez, no nos unía una herida de la cual sólo estábamos enterados nosotros.

No, esta vez, era algo más grande.

Mucho más grande que el recuerdo de nosotros siendo amigos.

Esta vez, nos unía un par de sortijas que descansaban en nuestros dedos.

Esta vez, Evan no era mi ex-mejor amigo que siempre mantuve en secreto.

No.

Esta vez... yo era su esposa.

[...]

— Levántate — sacudo su hombro con fuerza, pero todo lo que consigo es un gruñido de su parte.

Dejo mis manos sobre mis caderas y lo miro desde mi altura, de pie al lado de su cama.

Tal. Malditamente. Difícil.

— Evan, levántate — lo intento de nuevo, esta vez quitando la sábana de su cuerpo.

Nada.

Bien, si así lo quieres.

Tomo el vaso con agua que está sobre su mesilla de noche, y arrojo el contenido sobre él.

— ¡¿Qué demonios, Violet?! — Grandes ojos verdes me miran incrédulos, pero sólo me encojo de hombros antes de girarme e ir hacia la puerta.

— Te espero afuera.

Por supuesto, él no me lo dejaría tan fácil.

Ira llena mi cuerpo cuando una almohada golpea mi espalda con fuerza.

— ¿Por qué demonios siempre me despiertas de la misma puta manera? — Pregunta, secando su rostro húmedo cuando me giro a mirarlo —. Hay mejores formas, ¿sabes?

Legalmente Mía |Disponible en Dreame|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora