Prólogo.

21.5K 1.5K 434
                                    

Pasado.

Violet. 

¿Qué se supone que haces cuando el motivo por el cual despertabas cada mañana, ha desaparecido?

¿No lo sabes?

Yo sí.

Te diré lo que yo hago.

Me aferro a algo más, luchando contra la necesidad de darme por vencida.

El libro en mis manos parece ser una pobre causa a la cual aferrarme, pero me mantiene cuerda. Sin embargo, cada día parece funcionar menos.

Suspiro cuando las palabras que leo se convierten en monotonía. Cada palabra, párrafo y página me saben a lo mismo. En algún momento necesitaré algo más, lo sé. Pero por el momento, es todo lo que tengo.

Desde que mi madre se fue, todo parece monótono... Espero que algún día eso cambie.

Estiro mi mano para tomar mi latte de vainilla y resoplo cuando recuerdo que ya me lo he terminado. Rememoro en mi mente mis ahorros y haciendo cuentas, decido que me puedo dar el lujo de comprar otro más. Antes de que pueda ponerme de pie para ir por mi nueva dosis de cafeína, una sombra cae sobre mí, obstaculizándome de la luz solar que entra por el gran ventanal.

Un par de ojos verdes me saludan y, aun cuando nunca le he hablado, lo reconozco. Es el mismo chico que, al igual que yo, todas las mañanas viene a la cafetería. Teniendo en cuenta lo pequeña que es la ciudad y, además, que esta es la única cafetería cercana al campus, no es de extrañarse que frecuentemos el mismo lugar.

— Me preguntaba si puedo sentarme contigo — su voz aterciopelada me sorprende y me resisto a la necesidad de mirar detrás de mí para asegurarme de que habla conmigo. No lo hago porque no quiero verme como una estúpida, pero, para mi pesar, tampoco consigo que algo salga de mi boca —. Las demás mesas están ocupadas.

Miro a mis lados, notando que lo que él dice es cierto. Bueno, tengo que ser educada, ¿no? Asiento en silencio y él no pierde su tiempo para sentarse a mi lado. Sí, a mi lado. Lo miro anonadada cuando toma una de las sillas y la sitúa justo al lado de la mía. Él se deja caer despreocupadamente a mi lado, dejando un latte de vainilla frente a mí.

— Es para ti — me sonríe, mostrándome una hilera de dientes blancos. Después, su pierna se mueve y la choca juguetonamente contra la mía, como si tuviéramos toda la confianza del mundo —. ¿Qué estás leyendo?

Tardo tres segundos en procesar su pregunta y cuando veo que inclina la cabeza para ver el título de mi libro, consigo finalmente responder —: La última lección.

— ¿Y de qué va?

— ¿Qué?

— El libro, ¿de qué va? 

— Uh... — miro la portada y me siento como una idiota porque realmente he olvidado de qué va el libro que me he leído unas tres veces.

— ¿No lo sabes? — Sus oscuras cejas se fruncen en un ceño, mirándome de cerca. Tengo que inclinar mi cabeza un poco hacia atrás porque este chico está invadiendo mi espacio personal, pero a él parece no importarle.

— Enfermería — consigo decir.

— Mmm... ¿estás estudiando para ser enfermera? — Pregunta mientras quita el libro de mis manos y lo revisa rápidamente —. Me pregunto por qué no llevas un uniforme.

— Aún no lo he comprado — quito el libro de sus manos cuando empieza a doblar una de las hojas, como si estuviera midiendo su resistencia.

¿Qué demonios?

Legalmente Mía |Disponible en Dreame|Where stories live. Discover now