Capítulo II - No te puedes ir...

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Capítulo II

- No, no, la mejor fue el viaje a Cádiz, ¿os acordáis? - preguntó Nicholas riéndose mientras nos miraba a todos dispuesto a explicar la anécdota.

Seguí dándole vueltas a la paja de mi Coca-Cola intentado descubrir cuáles eran los secretos de Jared.

Después de la tarde de trabajo habíamos ido a cenar a casa de Cate pero Jared no había vuelto ha hablarme desde que subimos a la camioneta después de mis preguntas.

¿Qué cosa era tan importante como para mantenerla en secreto?

Intenté buscar varias veces su mirada pero siempre con malos resultados.

- Yo voy a ir a casa ya – dije levantándome y arrastrando la silla para hacer todo el ruido posible.

Quería que él reaccionara, que me mirara, que me dijera que era lo que escondía.

A pesar de los estruendos y mis esfuerzos por llamar su atención su mirada siguió clavada en el bocadillo que tenía en el plato.

- Llámame mañana – dijo Dani tirando de mí y depositando un rápido beso en mis labios.

No sentí nada con el tacto de Dani. Después de esa tarde al lado de Jared en la que mis sentimientos habían estado a flor de piel, el rubio era incapaz de hacerme sentir nada con un beso.

¿Y si ya no me gustaba?

Cogí mi mochila y las llaves de la camioneta y abrí la puerta y sentí su mirada clavada en mi espalda, fijándose en cada movimiento que hacia para irme.

Me giré intentando atrapar su mirada pero ya había vuelto la vista al plato.

Cerré la puerta y bajé las escaleras corriendo.

¿Qué me pasaba? ¿Qué quería? No entendía nada, creía que me gustaba Dani, que era la elección correcta, pero entonces aparece de nuevo Jared y le odio, luego el accidente de Roger hace me sincere con el castaño y lo que creía apagado dentro de mí vuelve a prenderse más vivo que nunca.

¿O será simplemente interés por sus secretos?

Subí a la camioneta dando un fuerte portazo y estrellé la cabeza contra el volante.

No quería ir a casa. Mi padre parecía haberse olvidado de que tenía un hijo, llamado Roger que se encontraba en coma y eso me sacaba de quicio, a parte de la no deseada presencia de Jeena por mi casa.

Me había dejado tranquila, parecía haber perdido el interés en Jared, pero yo sabía que estaba preparando algo.

Metí las llaves en el contacto y pensé en el único lugar al que podría ir a esas horas y en el cual no me sentiría excluida.

Me desperté con un zarandeo en mi hombro y me revolví bajo la manta de lana que había encontrado en la camioneta de Roger.

Miré la camilla y seguía allí con los ojos cerrados, inmóvil, casi muerto.

- Supuse que estarías aquí – dijo una voz ronca.

Jared acercó otro de los sillones hasta mi lado y echó un vistazo a su amigo.

Los pasillos del hospital permanecían oscuros y silenciosos, debería de ser cerca de medianoche y una pregunta rondaba mi mente: ¿Qué hacia Jared aquí?

Pensé que nunca vería a Roger tan tranquilo, sin estar haciendo una de las suyas – susurró él con vista fija en Roger.

Volví a mirar a mi hermano, a pesar del miedo que me invadía cuando le veía ahí tan inmóvil, parecía tan relajado que estaba más guapo que nunca.

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