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Ya la página es bastante conocida.

Me refiero a FSA, esa página web que estamos diseñando. Yo y dos amigos más. Es todo muy entretenido, y sentimos un entusiasmo voraz por acabar con ella, terminar de editarla, ponerla en la red de una vez por todas.

Hace ya algunas semanas que venimos prometiendo entretenimientos, música, videos, historietas, dibujos, cuentos, etc., y no había ninguna especie de problema con eso. Hasta hace unos días. Fuimos diciéndoles a todos que la página iba progresando, que iba acercándose al final. Cosa muy distinta era lo que ocurría en realidad.

Hace aproximadamente 10 días, tal vez 12; no lo recuerdo bien, se nos comenzó a manifestar cierto tipo de incomodidades… Sí, así podrían llamarse. La página tenía sus desperfectos, o el editor, mejor dicho: a menudo se nos tildaba y muchas veces nos complicaba subir música, imágenes.

Quizá en el momento, en la sorpresa, no nos dimos cuenta. Se podría decir que hasta subestimamos lo que nos pasaba. La primera cosa extraña que notamos fue que, al abrir el editor, se tardaba más de la cuenta. Todos conocen la clásica barra de porcentaje que indica el progreso de carga de la página. Pues, lo que más nos desconcertó, de buenas a primeras, fue que esta misma barra se quedaba estancada en 1%. Cada vez que abríamos el editor; tanto era así, tan recurrente, que decidimos tomar el tiempo exacto que tardaba en regresar a la carga normal. 6 minutos exactos. Seis minutos demorados en ese 1.

Cada vez me costaba más subir la información. La carga siempre se interrumpía, el Plug-In se tildaba cada vez más seguido.

Era frustrante.

Debí intentar clausurar el proyecto de la manera que pudiera, y así perder todos los datos, todos los cambios hechos en la página. Pero subestimé lo que estaba pasando. Ineptamente, atribuía todos esos errores a que la página estaba sobrecargada y excedida en capacidad de archivos.

La máxima sorpresa fue al día siguiente.

Bueno, en realidad no me sorprendió cuando lo vi por primera vez. Hasta creo haber reído. Un enorme 10. Un enorme 10 escrito en todas y cada una de las páginas. Un 10 en color rojo. Y ahora que lo pienso, en una fuente que no conocía, y que ni la página ni mi computadora poseía.

Llamé a mis dos amigos y les consulté si esto era obra suya, alguna especie de broma; aunque sin mucha convicción. Sin convicción primero, porque si se trataba de una broma, obviamente intentarían mantenerla y no me dirían la verdad. Segundo, porque pensé que ellos serían incapaces de hacer algo así. Por más que tengamos cierta complicidad para las bromas, no somos muy tolerantes.

Pero ellos tenían el mismo problema. Y estaban empecinados, ambos, en que yo confesara que era obra mía.

No, no habían sido ellos. Los conozco demasiado como para saber cuándo mienten y cuándo no. Por otro lado, su voz sonaba incluso… asustada. Haciéndome ver que ellos  se tomaban en serio que la página estuviese dando problemas.

Esa tarde decidimos reunirnos. Comenzamos a pensar, las ideas fueron descartadas tan rápido como fueron llegando. Consideramos tomarlo como un error de edición, en alguna imagen que podría haber surgido de una carga mal hecha; que quizás algunas de las imágenes que subimos simplemente se habían roto, e incluso en la posibilidad de un hacker.

En fin, el daño estaba hecho. El resto del día lo ocupamos borrando todos esos 10 enormes de cada página maestra, página y subpágina. Al volver a casa y sentarme en mi computadora me abordó una sensación de asco por el simple hecho de tener que encenderla y otra vez tener que ver ese monitor, escribir en ese incómodo teclado.

Abrí Facebook, creo que YouTube, y algunas páginas más, como buscando algo en que relajar mi cabeza. Incluso me preparé un té, cosa rarísima en mí.

Leyendas UrbanasWhere stories live. Discover now