Capítulo 25

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Adelanto!!!!!!

Capítulo 25: Michelle Brown.

Melanie se recostó en el cabezal de la cama esperando impaciente su partida a la guarida de Gracielle. Le guardaba tanto rencor a ese ángel de largos cabellos dorados. Sus ojos azul eléctrico tan espeluznantes y a la vez hermosos eran una mezcla contradictoria de emociones que le embaucaban como a nadie. Nadie lo sabía, nadie debía saberlo. Su secreto debía estar en completo silencio, pero le era imposible no recordar aquellos momentos en los que ella había discutido y peleado con su familia por la misma razón de que su prima hubiera muerto: Gracielle.

Gracielle fue sin duda uno de sus peores y mejores recuerdos. Se sintió en las nubes al lado del, pero cayó estrepitosamente en la realidad con un fuerte zumbido sonoro. Y es que la realidad es dura, pero la caída peor. Fue como tropezarse en un paraje sin piedras y de repente ver todo como un bosque oscuro lleno de baches imposibles de esquivar.

Melanie había sido una de sus víctimas más jóvenes y más ingenuas. A pesar de su astucia no pudo evitar caer en la trampa de su enemigo. Y como ella muchas más. Ninguna consiguió escapar antes de ser derrotada de alguna manera. En el caso de Melanie, se dio cuenta mucho antes del mal que hacia. Intentó detenerlo, pero lo hizo demasiado tarde. Su vida estaba contada y calculada anteriormente. Era como un reloj cuya aguja se movía constantemente, recordándole con su tic-tac parsimonioso que no podía relantizar el paso ni pararse por nada del mundo. A pesar de todo, el reloj fue destruido, pero con severas consecuencias.

Melanie, tumbada sobre el suelo, observaba el cielo azul, inundado por las espesas nubes que amenizaban con cubrir el sol. A su lado, Nahiana sonreía de medio lado, con la vista clavada en un punto específico de la hierba, junto a un gran Manzano en pleno desarrollo.

-¿Qué tan interesada estás en ese árbol, Nahi? -le preguntó Melanie riendo por lo bajo.

La rubia le echó la lengua y siguió con su tarea de admirar aquel espécimen poco visto por aquella época. Con la mano rozaba la hierba y le enviaba pequeñas descargas de eléctricas, que recorrían un pequeño sendero verde hasta llegar al árbol.

-¿Cómo haces eso? -se interesó Melanie incorporándose de repente para observar mejor la tarea de su prima- Repítelo por favor.

Nahiana asintió mientras volvía a rozar la hierba. Esta vez la descarga eléctrica fue mayor y se observaron chispas saltar en el aire. Melanie abrió la boca sorprendida mientras se acercaba más a su prima pequeña.

-Enséñame a hacer eso -le pidió Melanie con ojos brillantes.

-Me sale sólo. No es algo que pueda controlar. A veces sale y otras veces no -explicó la niña con encantadora voz y la vista fija en sus manos.

-¿Y cómo lo hago?

Nahiana se encogió de hombros carente de respuestas. Melanie puso mala cara mientras su prima volvía a recostarse en el suelo, con la mirada perdida. Nahiana no quería que Melanie corriera coñá u misma suerte. Sabía que sí le enseñaba a hacer lo que ella hacía, todo se volvería negro para ella. Los padres de Nahi habían muerto por culpa de sus malditos poderes. No quería que pasara lo mismo con sus tíos ni con su prima mayor. Le tenía demasiado afecto a Melanie como para sumirla en un pozo tan profundo como el de ella. Pero Melanie sólo pensaba que era por puro egoísmo. Porque no quería que fuera tan increíble como su prima pequeña.

-Yo me voy ya -anunció la pelirroja con desgana, echando a andar en silencio. Nahiana suspiró fuertemente antes de detener a Melanie a regañadientes.

-Te lo diré, pero después atente a las consecuencias, Michelle -le advirtió Nahi con los ojos entrecerrados.

Melanie la miró mal mientras se sentaba de nuevo junto su prima.

-Melanie -dijo simplemente.

Nahiana puso los ojos en blanco y bufó exasperada.

-Lo que sea. Tu nombre es Michelle, ¿o me equivoco? Así qué tu eres Michelle, no Melanie -bajo la atenta mirada de Melanie, Nahiana continuó hablando- Michelle, debes saber que esto que te voy a contar ahora te puede acarrear muchos problemas, y de los gordos. Tu veras sí quieres saberlo o no.

-Quiero saberlo.

-Bien, has firmado voluntariamente tu sentencia de muerte -le espetó Nahiana- Pero como fue voluntariamente. Te lo diré.

>> Desde siempre nos han criado como cazadoras, nacidas para acabar con los ángeles, hadas y sirenas. Pero nunca nos planteamos la idea de tener algo de sangre de otros seres, ¿no? Michael me ayudó a descubrir todo lo que te voy a contar. Nos han ocultado muchas cosas, Mich, demasiadas. Y ya va siendo hora de que las sepamos. Sólo tengo trece años y se más que muchos otros niños y adultos que ni se han parado a pensar en las posibilidades que ahora te voy a mostrar. Prima, yo no pertenezco al linaje del Dragón. Es imposible. Soy capaz de controlar todo lo que me rodea. Desde hacer crecer una flor hasta destruir metros y metros de tierra aparentemente sana. Soy un peligro y a la vez la salvación, ¿entiendes?

>> ¿Alguna vez te han dicho como murieron mis padres? Los ángeles me buscaban a mi. Pero ellos me defendieron hasta que Gracielle acabó con ellos. No pienso callarme, Michelle, no me digas nada. Por mi culpa dos personas inocentes murieron esa noche. Gracielle intentó cogerme, pero no pudo. Yo fui más rápida. Para cuándo el intentó llevarme yo escapé, me hundí en la tierra y huí hasta vuestra casa. Al día siguiente tus padres fueron a ver a los míos y los encontraron muertos. Ellos saben que Gracielle acabó con ellos pero no sabían la razón. Tampoco sabían como yo había podido salvarme. No siquiera yo lo sabía. Lo que pasa, Mich, es que tu posees los mismos poderes que yo. ¿Te acuerdas cuando teníamos cinco años y estábamos jugando en este mismo jardín? ¿Te acuerdas cuando Michael tiró un balón y golpeó de lleno en las rosas de tu madre? ¿Recuerdas que quedaron todas rotas y tu no querías que tu madre se enterara? ¿Recuerdas lo que pasó después? -bajo la muda negación de Melanie, Nahiana continuó hablando- Tú rozaste con los dedos una rosa y todas volvieron a su sitio. Prometimos no decir nada a nadie, no siquiera Michael. Y aquí estamos de nuevo, las dos hacemos cosas que nadie hace. Dime por qué.

-¿Somos... Híbridos? -preguntó Melanie tartamudeante.

Nahiana negó apesadumbrada.

-Aún peor, Mich. Aún peor. Cuando nacimos, nacimos muertas. Nacimos ala mismo tiempo, éramos iguales, pero en diferentes regazos nos criamos.

-¿A que te refieres, Nahi? Explícate de una vez, por favor.

-No somos primas, Michelle. Pero tampoco hermana. Mi madre me dio a luz a mi, y tu madre a ti. Pero éramos exactamente iguales. Y ambas estábamos muertas. Conseguimos salir adelante gracias a la maestra, Mich. Ella nos dio el don de la vida, pero con efectos secundarios. Revivimos en un Prado, frente a un Manzano igual que el del jardín. La Madre Naturaleza nos otorgó su fuerza, parte de ella vive en nosotras. No somos híbridos, Michelle, somos lo que llaman Wise. No me preguntes que significa, no lo se. Lo que sí se es que no somos normales por eso los ángeles nos buscan y nos quieren matar, sin contemplaciones. Y ahora que lo sabes, vendrán a por ti, Michelle. Ten mucho cuidado. Puede que en unos días, la muerte se lleve a dos almas más.

A Melanie le recorrió un escalofrío. Su mirada fue directa a sus padres, los cuales descansaban en unos sillones riendo y hablando felices. Se imaginó sus risas congeladas en dos rostros muertos.

Por su culpa.

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