Joa

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—Emma no creo que debamos meternos en esto.

Me frunce el ceño y se cruza de brazos.

—Joa... ¿No te has dado cuenta? —insiste, mientras deja la taza vacía en la mesa.

Suspiro, algo cansado.

—Claro que me he dado cuenta, pero creo que no es nuestro problema —respondo mientras me cruzo de brazos imitándola—; comprendo que sean tus amigos, pero no debes meterte en sus vidas.

—No quiero meterme en sus vidas, quiero ayudarlas.

Me pongo de pie, negando con la cabeza. Emma es demasiado buena, algún día alguien le dirá que no se meta en sus asuntos. Yo comprendo que no tiene maldad, pero hay personas a las no les gusta que se entrometan.

Será que después de que Mimi influenciara tanto en mí temo; entiendo lo que significa que alguien se meta en tu cabeza, no quiero ser de la misma manera para nadie más.

No tengo un gran poder, no es que puedo hacerlos cambiar de opinión. Pero a mí no me gusta que se interesen por mis asuntos.

Y mientras el fantasma del pasado acosa mis pensamientos, me dirijo hacia el otro vagón del tren, olvidando por completo a Emma.

—¡Joa! —Me llama, cuando abro la puerta.

La miro sobre mi hombro y sigo caminando. Ella corre para alcanzarme.

—¡Joa! —Vuelve a decir, mientras pone su mano sobre mi hombro.

Da un paso hacia dentro del vagón. La miro, parpadeo con rapidez, esperando que ella hable. Por un instante me siento hipnotizado por sus rasgos. Su piel oscura, su cabello azabache abundante y su boca perfectamente perfilada; quiero besarla.

—Me lo debes —dice, rompiendo mi hechizo.

—¿Qué? —balbuceo, algo confundido por lo que me está diciendo.

Suelta un bufido y se cruza de brazos.

—Tenemos que ver que podemos hacer para ayudarlos. Se notaba un ambiente tenso mientras estábamos en el comedor —explica, pero yo sigo mirando estupefacto por lo que acaba de decirme.

El tren comienza a frenar, hasta detenerse.

Mis manos se cierran en un puño, algo enojado por cómo me sacó en cara que le debo un favor... como todavía estoy en falta con ella, y siento que no lo superaremos jamás.

Sigue hablando pero me doy la vuelta y comienzo a caminar hacia una de las salidas, abro la puerta de madera y me quedo en el umbral esperando que el tren se detenga por completo.

Emma continúa, como si no fuera capaz de darse cuenta de la manera en la que me lastima. Eso me llena de furia, mi mano se cierra con fuerza, intentando aplacar el dolor.

—¿Me estas oyendo Joa? —insiste, mientras me pincha con su dedo en mi hombro.

Me doy la vuelta, rabioso por su actitud.

—Sí, te he oído —expreso molesto, mientras agarro su mano y la retiro de mi hombro.

Sus parpados aletean con rapidez, mientras me mira sorprendida por mi reacción.

Suspiro, para no caer en las redes de esos bellos ojos. Le vuelvo a dar la espalda, mirando al exterior, mientras el tren se detiene.

—¿Qué te ocurre? —inquiere, susurrando.

Me conoce demasiado, y yo sé que ella no se dará por vencida con tanta facilidad.

—Nada —murmuro, mientras mis ojos se pierden a la distancia.

Equilibrio: Inseguridades #3.5Where stories live. Discover now