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Camino de un lado otro en la habitación, intento aparentar calma, pero lo cierto es que estoy demasiado nervioso.

Isa fue a desayunar con Calf, y eso me tiene como loco; no sé por qué. Estos últimos meses me encontraba demasiado cómodo con su nueva relación. Ellos se habían distanciado y eso había alejado a mis demonios. No termino de comprender cuales son mis temores, tengo la seguridad de que ella me ama, solo que Calf es su amigo, siente un cariño tan especial que a veces temo que pueda elegirlo sobre mí.

Me siento en la cama, intento ahuyentar a esos fantasma que me acosan. Tengo que confiar que no ocurre nada, que ellos tienen que recuperar esa amistad que han perdido. Pero no puedo evitarlo, me vuelvo loco... ese es mi punto débil.

Intento aparentar que estoy bien, siempre lo hice, pero cuando me encuentro solo, no puedo evitar perderme en mis pensamientos.

Dejo caer mi cabeza entre mis manos, algo confundido por estos sentimientos; siento mi respiración volverse pesada mientras la desesperación comienza a aletear en mi pecho.

Me pongo de pie con rapidez, guiado por mis miedos abro la puerta y salgo al pasillo del tren. Recorro uno a uno los tres vagones que me separan del comedor. Salgo al exterior, justo en unión. Poco a poco el tren va frenando, acomodándose como un perezoso en las vías de hierro.

Tomo una respiración profunda, siento el aire fresco entrar por mis fosas nasales; el pecho se me congela, y el deseo de que regrese el verano aletea en mi corazón.

Intento no demorarme, pero el miedo me ha paralizado. Se suponía que debía reunirme con Cyrano, pero antes necesito una dosis de seguridad.

Luego de tanto pensar, bajo una máscara invisible sobre mi rostro; tengo que ser el mismo arrogante de siempre, no me puedo dejar vencer por estos sentimientos tan negativos; esas inseguridades.

Abro la puerta del comedor. Al instante el bullicio me recibe, como un viejo amigo. Camino con lentitud, sonriendo a los comensales, como si nada ocurriera. Al mismo tiempo, mis ojos ansiosos buscan, entre la poca gente que queda, la mirada de mi chica.

Me acerco a la mesa llena de comida, me sirvo una taza de café; tengo que continuar con mi farsa, nadie puede saber que los celos me están dominando.

Bebo el líquido oscuro con parsimonia, mientras mis ojos recorren la estancia; no logro verlos a simple vista. Me animo y doy un paso al frente, para ver al final del vagón.

El corazón me aletea con fuerza cuando la veo. Está en la última mesa, dándome la espalda, con la cabeza apoyada en la ventana.

Dejo la taza sobre una de las mesas y camino hacia donde se encuentra Isa. A medida que me acerco comienzo a notar como pulsa esa conexión que tenemos a través de la unión, con nuestros corazones latiendo al mismo tiempo.

El aire se atora en mis pulmones, me cuesta acostumbrarme a esas sensaciones tan abrumadoras; pero sigo avanzado deseoso por tocar su piel.

—Isa —La llamo, mientras me acomodo a su lado.

Ella se vuelve hacia mí, con los ojos esperanzados. Al verme, su labio inferior comienza a temblar y se apresura de llegar a mis brazos.

Y no dudo ni por instante, la acojo, la protejo.

—¿Qué ocurre? —inquiero, presionándola contra mi pecho.

Le doy un beso en la frente, es mi manera de decirle que estoy a su lado.

—Cristian —solloza, y siento que mi corazón se detiene.

Me quedo paralizado, sin poder respirar, intentando que ella no se dé cuenta de lo que me ocurre cuando él aparece en la conversación...

Equilibrio: Inseguridades #3.5Where stories live. Discover now