Capítulo 16 (Ligeramente Especial)

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La luz de la mañana se colaba entre las cortinas, yendo a parar directamente a los ojos de Kendra, que protestó con un suave gruñido ante la molestia. Estaba cansada, quería seguir durmiendo y eso intentó, pero unos segundos después le resultó imposible. Primero sintió una suave respiración sobre su mejilla y a continuación unos dulces labios que la rozaban con cariño. Sonrió un poco y los labios descendieron por su cuello, poco a poco a esa sensación se le sumó una mano que acariciaba su muslo, para ascender poco a poco hasta rozar el borde sus pechos desnudos. La boca ajena también había ido a parar a ese punto y después de que esos labios succionaran esa parte de su anatomía, unos dientes hicieron acto de presencia para tirar de ella con delicadeza. Kendra dejó escapar un suspiro.

La boca continuó su camino más abajo y una lengua jugó con su ombligo, mientras la respiración de ella se aceleraba con pasimonía. Unas manos la incitaron a separar los muslos, para que aquellos tentadores labios tuviesen un mayor acceso; éstos rozaron la cara interna de su pierna, empezando por la rodilla y subiendo muy poco a poco, mientras la expectación de ella iba creciendo como una bestia salvaje. Hasta que, sin que ella esperase que lo hiciese realmente, aquella boca terminó besando el lugar más íntimo y sensible de toda su anatomía. Lo succionó y lo lamió sin ningún reparo, observando cómo ella gemía con sorpresa y se aferraba a las sábanas que la rodeaban. Aquello siguió así hasta que ella gimió su nombre sin poder contenerse y él la saboreaba con ansia. Se apartó poco a poco de esa zona sin dejar de mirarla.

-Buenos días, preciosa.- Fue besándola por todo el cuerpo a medida que iba subiendo, hasta estar totalmente encima de ella y poder juntar sus labios con intensidad, permitiendo que pudiese saborearse a sí misma. Quill se separó tras unos segundos para dejar que cogiera aire.

-Madre mía, Peter....buenos días.- Él sonrió, y se acomodó sobre los brazos para que Kendra no tuviera que soportar su peso. El pecho de ella subía y bajaba con rapidez.

-Shh...tranquila pequeña.

-No puedo calmarme después de lo que acabas de hacer.

-No sabes lo feliz que me hace eso.- Compartieron una carcajada más hasta que ella, a pesar de que apenas respiraba con normalidad, se inclinó hacia delante para besarle. Le mordió el labio inferior y tiró de él, para después pasar la lengua por ese lugar, y pedir acceso al interior de su boca. El forajido se lo permitió con gusto y se enredaron en una especie de lucha apasionada e intensa. Kendra comenzó aferrándose a sus antebrazos, para después pasar las manos por su musculada espalda hacia abajo. Una vez que estuvo a la altura de las caderas de Peter, las rodeó despacio, tan sólo rozándole con la punta de los dedos, hasta que acabó palpando su abdomen y yendo más abajo. Le agarró entre sus dedos con delicadeza, haciendo presión poco a poco y comenzó a subir y a bajar la mano. Quill gruñó en su boca y se estremeció.

Él la había hecho sentirse tremendamente bien hacía unos segundos, la había despertado de la manera más delicada y espectacular posible; y ella no iba a quedarse atrás con él. Siguió besándole, mientras sentía que la respiración de su forajido aumentaba al mismo tiempo que lo hacía el ritmo de su mano. Al final tuvo que dejar de besarla para poder coger un poco de aire y enterró el rostro en su cuello. Kendra dirigió sus labios a ese lugar y él tembló. Comenzó a gemir con los dientes apretados, provocando que el resultado fuese uno de los sonidos más excitantes que ella había oído jamás, haciendo que subiese la velocidad de nuevo. Peter presionó su cuerpo contra el suyo y antes de llegar a su clímax, se alzó de nuevo sobre los brazos para besarla. Obviamente Kendra pudo notar en su mano el momento de su máximo placer, mientras él realmente gemía en su boca. Enredó los dedos en su pelo y permitió que él terminase sin ninguna presión, estaba temblando y podía notar como sus manos se habían convertido en puños por encima de su cabeza aferrando las sábanas como lo había hecho ella minutos atrás.

Peter Quill: historia de un forajido. #ChrisPrattAwardsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora