Capítulo 6 (segunda parte)

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Las tutorías estaban abiertas a los hijos e hijas de los residentes del palacio, como por ejemplo los de los ministros de la Asamblea de Representantes o los miembros del Gabinete. Cuando lo solicitaban, los hijos de visitantes temporales también eran recibidos; no obstante, a la edad de nueve beltas los educandos tenían que viajar a las ciudades a continuar con sus estudios superiores. El grupo de Bridget (de tercero, con edades de siete y ocho beltas), estaba integrado por seis niñas. Por ese motivo, sus ausencias o retrasos eran tan notorios.  

Se detuvo en la puerta, jadeando. Dentro, las alumnas sostenían una airada discusión:

—Aquí lo dice —señalaba Elisa Bandier, mostrando una imagen de una excavación arqueológica—: “La nave encontrada en la bahía de Drah’mar, en el hemisferio norte de Eloah, tiene dieciocho mil beltas de antigüedad”. 

—¿Y eso qué? —respondió Tiffany, cruzada de brazos.

—El cataclismo que se cree dio origen a la especie eloahna ocurrió hace quince mil beltas, ¿no? Significa que la nave estaba allí desde antes —agregó la humana—. Además, ¿ven estas figuras en el casco? Definitivamente es un humano, y las estrellas que pinta arriba —las señaló—: en Vieja Tierra las conocían como el Cinturón de Orión. Eso significa que sus antepasados podrían ser humanos. 

Tiffany emitió una risita de burla.

—¿Qué es tan gracioso? —se quejó Elisa.

—La explosión de las Piedras ocurrió al menos tres mil beltas antes de que en Vieja Tierra inventaran las naves espaciales. 

Lo sabía porque, en atención a la visitante extranjera, la semana anterior la clase de Historia se había tratado de las teorías acerca de los orígenes de esa especie. 

—Más o menos cuando las civilizaciones Egipcia y Maya construían sus pirámides —agregó Paty.

—Por lo tanto, tu teoría es absolutamente ridícula —siguió Tiffany—. ¿Tus famosos egipcios tenían naves intergalácticas? 

—Pues… ¡Quizá sí! Hay una teoría que dice que esas pirámides fueron construidas miles de años antes de la época de los egipcios, que ellos las encontraron ya terminadas. Además, están perfectamente alineadas con Orión. 

—Ah… es uno de esos descubrimientos incómodos que sus arqueólogos prefieren ignorar porque no cuadra con la teoría general —dijo Paty, con una risita.

—O… tal vez el error está en la fecha estimada del cataclismo de las Piedras —añadió Elisa más molesta que nerviosa.

—¿No serían viajeros en el tiempo? —sugirió Claudet.

Todas rieron de lo absurdo de la idea y la niña se puso colorada.

Desde la puerta, Bridget sopesaba en silencio todos los argumentos. Poco se sabía de la historia antes de la explosión de las Piedras, pues no se había localizado, a la fecha, evidencia de asentamientos más antiguos. El hallazgo de esa nave iba a poner en aprietos a la comunidad científica. 

—Si en verdad fuéramos descendientes de los primeros exploradores que abandonaron Vieja Tierra, Elisa, ¿cómo explicas que, habiendo encontrado un planeta tan próspero como el nuestro tu gente lo abandonara por treinta mil años? —insistió Tiffany.

—Pues… tras la explosión, tu planeta quedó sumergido en un invierno nuclear, incapaz de sostener la vida. Probablemente los exploradores siguieron adelante terraformando y colonizando planetas de otros sistemas y volvieron al tuyo cuando ya no había peligro radioactivo.

—Aterriza, cerebro de… simio —la interrumpió Annie con tono mordaz. 

En eso se percató de la presencia de Bridget en la puerta, pero la llegada de William canceló sus planes de acercarse a ella, regañarla por haberle hecho pasar un mal rato, preocupada por su paradero, criticar su aspecto desaliñado y reclamarle por tomar sus cosas, en especial su vestido, aunque ese en particular ya no le quedara. 

Potenkiah, la piedra de la muerteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora