Una tarde de secretos...

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Capítulo doce

León

Sujeté la mano de Gia durante nuestro recorrido hasta mi auto, ella llevaba a Ethan con una mano y con la otra se aferraba a mí, sentía como temblaba y estaba seguro de que no era debido al clima. Lo que fuese que tenía que decirme la tenía muy mal.

Como era domingo el guardia del estacionamiento aun no estaba en servicio lo que nos facilitó la salida del campus.

Conduje por donde Gía me decía y no le negué nada además que no conocía la ruta por la que me estaba dirigiendo. Durante el camino permaneció en silencio y yo intentaba decirle cualquier cosa para animarla, un par de veces soltó una leve sonrisa pero su rostro volvía a lucir serio después de unos segundos.

Pasamos cerca de una florería y me hizo detenerme, salió del auto y regresó después de unos minutos con un ramo muy grande de flores, las dejó en el asiento trasero (pero bastante alejadas de Ethan que estaba en su portabebés) y se volvió sentar a mi lado.

Tal vez con esa pista debí hacerme una idea pero no eso pasó.

Unos minutos después me volvió a decir que detuviera el auto.

—¿Aquí? —le pregunté viendo alrededor.

No había nada, sólo árboles y caminos cuidados como si fuera un lugar turístico, un par de metros más adelante empezaba una subida de terracería que al parecer conducía a un lugar con más árboles que en este mes ya estaban empezando a secar sus hojas.

—Sí. Tenemos que subir —y sin decir nada más salió del auto, tomó las flores y empezó a caminar sin cerciorarse de que yo la estuviera siguiendo. Tuve que salir corriendo con mi hijo en brazos y empezar a trotar para alcanzarla.

Nos tomó como 4 minutos subir y cuando al fin llegamos a la cima deseé nunca haber subido.

Cerré mis ojos y suspiré con dolor.

Era un cementerio.

Gia siguió caminando y lo único que hice fue seguirla en silencio, pasamos por diferentes lápidas, algunas parecían ser recientes y otras muy antiguas pero todas tenían una cosa en común, pertenecían a personas de clase social alta.

Escuché como tomó aire y lo dejó salir con pesadez.

—Gia... si no quieres...

—Es aquí —me interrumpió y le presté atención al lugar donde habíamos llegado. Era una zona, al parecer privada, estaba muy bien cuidada y las placas en donde estaban los nombres parecían ser recientes, no tenía ni una hoja seca y las manchas eran mínimas. De nuevo respiró profundamente. Me detuve a su lado y vi como sus ojos se llenaban de lágrimas, sacudió la cabeza y cerró los ojos para ahuyentarlas—. Ellos son papá y mamá.

* * *

Hubiese preferido que me golpeara, que golpeara a Adrián y que me dejara de hablar por un tiempo cualquier cosa menos la expresión que tenía en ese momento al ver las tumbas de sus padres. Quise abrazarla pero no sabía si era correcto.

Antes de poder hacer otra cosa se puso en cuclillas, dejó las flores en el suelo y empezó a dividirlas en pequeños ramos, juntó 4, supuse que les daría dos a cada uno de sus padres. Pero supuse mal.

—Él es mi papá, Rubén Saavedra —señaló a la primera tumba y dejó un ramo de flores, tenía una larga inscripción pero Gia no me dejó leerla porque en seguida empezó a hablar—. Ella es mi mamá, Esther Saavedra —señaló a la siguiente tumba y dejó el segundo ramo de flores que había hecho—. Él es mi hermano mayor, Fabián —señaló a la otra tumba que no había notado además que era notoriamente más pequeña que las dos anteriores y dejó el tercer ramo de flores—. Él es mi hermano menor —soltó un sollozo y una lágrima rodó por su mejilla—. Lionel —con más lágrimas resbalando en sus mejillas dejó en último ramo de flores—. Mi familia.

Kiss me, baby (KMB Libro #1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora