Por él

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Capítulo tres

Gia

Estaba sentada en el suelo del dormitorio de León mientras esperaba que despegara su vista de la carta que había leído y releído durante la pasada hora. No sabía por qué se tardaba tanto leyendo si no había muchas palabras escritas, lo importante era el “Este es tu hijo” con letras remarcadas.

León por fin reaccionó después de otros 30 minutos, el bebé estaba tranquilamente dormido en su cama. Cuando el malhumorado padre entendió en el grave problema el que estaba metido se levantó del suelo y arrojó la carta a un contenedor de basura que estaba cerca de la puerta.

—Seguro es algún tipo de broma —musitó.

—Eso quisieras —dije para mí misma.

Creo que había olvidado completamente que yo estaba en el lugar ya que simplemente no me había dirigido la mirada y honestamente ni siquiera yo sabía porque estaba en su dormitorio ya que no me interesaba lo que decidiera hacer.

—Gia ¿Qué hago? —me preguntó acercándose al bebé dormido.

—Yo que sé —me encogí de hombros—. Llévalo a la policía o a alguna casa hogar, seguro ellos sabrán que hacer.

—Pero está tan pequeño —ni siquiera me había escuchado—. Dice que tiene dos meses de nacido…

—Y que tú eres el padre —le recordé.

—No puede ser —se llevó las manos a la cabeza y se dejó caer de sentón al suelo aplastando una bolsa de papas fritas que estaban tiradas—. Estoy seguro de que siempre he usado preservativo —oh dios, no quería escuchar eso—, bueno aunque en algunas fiestas me excedía con la bebida y amanecía en casas desconocidas —ese tipo de cosas son las que piensas y evitas decirlas en voz alta—. Pero no creo haber dejado a ninguna chica embarazada.

—Bueno ese es tu problema —me puse de pie y empecé a caminar hasta la puerta—. Lo siento pero no te puedo ayudar con él. Si no quieres llevarlo a la policía entonces no sé en qué te puedo ayudar.

—Eres mujer, deberías saber sobre bebés o algo…

—Que sea mujer no me obliga a saber sobre esas criaturitas —dije molesta—. Hazte responsable pero no me metas en esto.

De repente hizo un movimiento brusco y se levantó del suelo.

—¿Qué se supone que come un bebé? —me interrogó como si yo tuviera todas las respuestas—. ¿Le gustarán las papas? —tomó la bolsa del suelo y acercó la bolsa de papas fritas al bebé.

—¿Estás loco? —grité corriendo hacia él para quitarle la bolsa—. Es un bebé, sin dientes. ¡Sólo toma leche!

Salí de su dormitorio azotando la puerta, al segundo me arrepentí, después de todo el bebé no tenía la culpa de tener a un padre tan patético como León, mínimo el pequeño merecía dormir.

Sacudí mi cabeza y entré a mi dormitorio mientras me repetía que yo no tenía por qué preocuparme por ese chico.

Me desperté a la 1:34 de la madrugada porque el llanto del bebé no me dejaba dormir, llevaba casi una hora llorando sin parar, si tan sólo no me hubieran mandado a este edificio…

Me levanté y pasé mis manos por mi cabello para peinarlo un poco, en seguida salí de mi dormitorio para ir al de León, toqué un par de veces antes de que me abriera, cuando me vio su rostro pareció tranquilizarse, me dejó la puerta abierta para que yo decidiera entrar cuando quisiera. Me quedé más tiempo del que pensé mientras analizaba la situación.

Kiss me, baby (KMB Libro #1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora