Capítulo 6.

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Estaba paralizado. No podía creer que me hubiera quedado dormido en la casa de Celia, en su cama. Había sido la locura más grande que había hecho, y nadie debía saberlo. De enterarse de esto, sería sometido a juicio, por haber cometido un acto ilegal. No podía ir a la cárcel. Tenía que salir de ese lugar e irme a casa lo más rápida y sigilosamente posible. 

Tenía el diario de Celia en mi regazo, así que lo tomé, me acomodé lo mejor que pude frente a uno de los espejos, y salí de la casa. No sabía que hora era, miré mi reloj y eso me aterrorizó aún más: Eran las once de la mañana. Tres horas más tarde de las que debía. Me iban a amonestar, a menos que les diese una excusa excelente para faltar. Y decir que me había quedado dormido no era la mejor, y que lo había hecho en la escena de un caso, menos.

Iba a tardarme más de lo normal en llegar a casa, asearme e ir a toda prisa a la estación. La contestadora debía estar repleta de mensajes. Y entonces la idea llegó: Me había enfermado. La eterna excusa para los que quieren faltar un día o dos al trabajo. Llamaría a la línea de Julia, ella sabría perfectamente como reaccionar ante estas situaciones. A ella tendría que contarle toda la verdad.

Llegué a casa, cada vez más desordenada. Pero no tenía tiempo, no podía pensar en otra cosa que no fuera el sueño que había tenido. Se sintió tan real, que por un momento creí estar en ese lugar, junto a una versión muy joven de Celia. Pero lo más extraño de todo, es que no lo sentía como un sueño, sino más bien como un recuerdo. Un recuerdo vago y muy lejano...

Seguramente lo que había leído me había sugestionado. Era algo de psicología simple, lo último que recibes del mundo exterior se queda grabado en tu subconsciente.

Me di una ducha larga, esperando que el agua borrara las cosas tan extrañas que me habían sucedido en tan solo tres días. ¿Me habría involucrado tanto en este caso? Tal vez, pero sentía que esa muchacha tenía algo mucho más profundo que haber vivido sola desde los quince, o que su novio muriera. Y ese misterio había sido el motivo de su suicidio.

Salí de la ducha, y así, desnudo, fui a la pequeña sala. Tenía tiempo sin sentirme libre de ropas, de las ataduras de la sociedad. Había caminado desnudo por mi casa antes, pero nunca me había sentido tan distinto, como si hubiese renacido algo dentro de mí. 

Miré el teléfono, tenía que llamar a Julia. Marqué su número, y a los tres tonos, atendió.

-Buenas tardes, Departamento de Investigación ¿En qué podemos ayudarle?- dijo Julia en una voz automática.

-Julia, ehm... es Diego. Necesito contarte algo, pero debes estar sola y actuar con naturalidad- le dije, casi susurrando.

-¿Diego? ¿Qué pasó? ¿Por qué no viniste a trabajar? ¿Te pasó algo?- dijo Julia, con tono algo preocupado.

-Cálmate, que no me pasó nada. Bueno, nada malo, por decir algo. Te voy a contar la razón de por qué no fui al trabajo, pero debes asegurarte que no haya nadie a tu alrededor. ¿Hay alguien?- Dije. Seguía susurrando, pero no tenía sentido.

-Espera, déjame ver.- Esperé unos dos minutos, cuando de nuevo la voz de Julia llenó el silencio.

-Ya, no hay nadie cerca. Ahora me dices que pasó o te juro que...-

-Dormí en casa de Celia.- dije, interrumpiéndola.

-¿¡Que tu... qué!?- gritó Julia, pero luego recuperó la compostura.- ¿Por qué hiciste eso? ¿Estás loco? Si alguien se entera de eso, podrían despedirte, hasta ir a la cárcel.- 

-Tranquila, la única que sabe esto eres tú. Necesito que reportes que no fui al trabajo porque estoy enfermo. ¿Podrías hacerle ese favor a alguien que te considera su amiga?- Dije, suplicante.

Hubo un momento de silencio, y luego habló.

-Está bien, pero no vuelvas a hacer eso nunca en tu vida. Te vas a meter en problemas. Ahora dime, ¿Que fue lo que averiguaste?- Preguntó Julia, en tono curioso.

-No puedo decirte nada por teléfono, ¿Puedes venir a mi casa?-

-Ehm... bueno, está bien. Estoy allá en una hora y media.- dijo Julia, y luego colgó.

Ahora Julia estaba involucrada en el caso de Celia, y venía para acá a ayudarme a resolverlo.

Celia, la chica de ojos grandes.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora