Capítulo 5.

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-¿Cómo que está muerto? ¿Cómo pasó?- dije, casi gritando. Había perdido una pista importante en el caso. Que el tal David estuviera muerto arruinaba la facilidad de saber por qué Celia se había suicidado.

-Si, lee la última página. Ahí lo escribió- dijo Julia, aún agitada- No dormí en toda la noche leyendo el diario, pero no encontré nada importante, sólo su vida desde que tenía quince años. Quizás me perdí algo que tú puedas ver. Diego, aquí entre nosotros, esa muchacha tuvo una vida triste, hasta me siento mal por ella.-

Por primera vez, podía ver tristeza y lástima en la cara de Julia. Ella no era una mujer normal de la época: sensible y expresiva. Estaba hecha para trabajar en una estación de policías.

Abrí el diario directamente en la última página. La letra de Celia era cursiva y algo garabateada, pero tenía cierto encanto. Y comencé a leer:

14 de Septiembre de 1950.

Hoy recibí la peor noticia del mundo, llamó alguien diciendome que la última persona que amo murió en un accidente. ¿Cómo pudiste hacerme esto, David? ¡Siempre dijiste que te ibas a quedar conmigo! Sólo ibas a la capital a buscar trabajo y me entero de esto. Estoy tan mal y terrible que nada me importa. Lo único que me quedaba eras tú y también te fuiste, ¡NO ME PARECE JUSTO! Dios no debió llevarte de aquí... Vous devriez me prendre avec vous!

Seguí viendo fijamente la última página del diario, se veían las manchas que dejaban algunas lágrimas, lo que me indicaba que había llorado mientras escribía esto. Así que su novio había muerto, se lo habían dicho por una llamada anónima.

-¿Sabes qué quiere decir lo último que escribió?- le pregunté a Julia.

-Curiosamente, si. Estudié algo de francés, quiere decir "debiste llevarme contigo"- dijo Julia, recuperando su orgullo habitual.

Así que había muerto en un accidente en la capital. Y algo más curioso: Celia se había suicidado en el aniversario de la muerte de David. Quizás estaba tan deprimida que no se logró contener, y decidió reunirse con él.

-Creo que tengo que leer el diario completo,  así entendería mejor qué fue lo que pasó en los últimos cinco años de la vida de Celia.- dije, casi hablando conmigo.

-Entonces, llévate el diario. Quédatelo y luego me dices qué fue lo que entendiste- dijo Julia. Sonrió, y cuando iba a salir de la oficina, algo me impulsó a hablarle.

-Te interesó el caso, ¿verdad?- dije, sonriendo.

-La verdad es que si. Me intrigó desde el momento en que llamaron a la oficina, es que un suicidio no es algo normal. Y ahora que sabemos el motivo, me parece hasta romántico, como Romeo y Julieta- dijo Julia mientras se volvía a sentar.

-¿Y si hablamos del diario en otro lugar? En un café, tal vez- le dije. Pero luego, un silencio incómodo llenó la pequeña oficina.

-Ehm, preferiría dejarlo sólo en lo profesional. Sabes que es lo que dicen de los cafés- dijo Julia, incómoda por la proposición.

-¿Qué dicen de los cafés?- pregunté, curioso.

-Que primero se habla del trabajo, luego de las vidas de cada quién, y luego terminan en un cuarto.-

-Pensé que eso era lo que se decía de los bares-

-No, en los bares no se hablan de las vidas de cada quién. Ahí es directamente al cuarto.- dijo Julia, riéndose.

-Bueno, supongo que tienes razón. Aunque mis intenciones no son esas, creo que deberías saberlo después de tres años conociéndonos-

-Sólo nos conocemos, pero no somos amigos, Diego. Somos compañeros de trabajo- Y con esta última frase, Julia se levantó y salió de la oficina.

Celia, la chica de ojos grandes.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora