Capitulo 4

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Mi vida en otro país no fue fácil en un principio, mis compañeros, todos ellos de padres ricos, me veían con suficiencia, con la mirada de quien tiene la vida resuelta y no tiene preocupaciones por nada, en el fondo sentía lastima por ellos a pesar de que sólo les bastaba con extender las manos para que sus padres se las llenaran de dinero, pero junto con él, iban grandes dosis de indiferencia, de desamor, al lado mío, ellos eran sólo pobres ricos, no tenían nada. Yo en cambio tenía sueños, planes, sentía una gran satisfacción al luchar para alcanzar mis metas, aunque fuera con grandes sacrificios.

El lugar de mi alojamiento, se encontraba en un segundo piso, constaba de dos habitaciones amuebladas, uno de ellos hacia la función de cocina, el baño estaba al salir, todo aquello constituía un lujo para mí, después de dormir con cuatro hermanos todos amontonados en una misma habitación, los extrañaba terriblemente, pero lo que no extrañaba eran las incomodidades causadas por el hacinamiento. Llevaba días sin dormir bien, me encontraba muy preocupada, no había podido conseguir un empleo pues entre clases y tareas se iba todo mi tiempo, de repente se me ocurrió una idea y me enderece en la cama entusiasmada, ¡si eso haría! Ellos tenían el dinero y yo contaba con mi inteligencia.

Comencé a hacerles tareas y trabajos y a pasar apuntes a cambio de un buen pago, la voz se comenzó a correr, ya tenía una buena cartera de clientes, era muy buen dinero, pero también eran tremendas desveladas, a veces dormía dos o tres horas y a veces nada. Dos años después apareció en escena Fabiola Montarbo, recién llegada de Europa, sus padres la habían enviado a estudiar allá pero al ver que su linda cabeza sólo le servía para sostener su rubia cabellera,

decidieron traerla de regreso en realidad, yo no comprendía como es que había logrado cursar dos años de la carrera, me pidió ayuda para estudiar, a base de mucho esfuerzo comenzó a aprender algo, pero no le gustaba hacer tareas y a mí eso me convino porque pagaba muy bien, trabamos una buena amistad, era muy bonita y todos los chicos de la universidad andaban tras ella, su vida era todo lo contrario a la mía, para ella eran fiestas, frivolidades, muchachos...

-¡Vale, Vale! -Me llamó una tarde desde un auto a la salida de la universidad-. Sube te llevamos a tu casa.

-No seas ridícula -le dije sonriendo-. Sabes bien que vivo a una calle de aquí.

-Está bien entonces te invitamos a tomar un café-dijo mientras bajaba del auto al mismo tiempo que lo hacia su acompañante.

-No puedo Fabi, gracias, el maestro de contabilidad nos dejó mucha tarea y tengo que hacerla por triplicado, sin contar la tuya, será en otra ocasión.

-No todo en la vida puede ser estudio, anda sube.

Dijo el joven que la acompañaba, por primera vez lo vi con detenimiento, el impacto que me causo fue de grandes proporciones, él me sonrió y yo quedé perdida entre su sonrisa y sus profundos ojos verdes, vestía camisa con corbata y pantalón de vestir, era alto atlético, su pelo era de color castaño, sus ojos tenían grandes pestañas y cejas tupidas su piel era clara y sus manos largas, parecía un artista de cine, mi corazón comenzó a palpitar con fuerza, yo jamás sentí nada igual, siempre creí que eso de las mariposas en el estómago eran solamente ridículos cuentos.

-¡Oh no! ¡No podría hacer mal tercio! -dije cuando pude despegar mis ojos de los de él, al escucharme, Fabiola soltó tremenda carcajada y él sonrió divertido.

-¿Se puede saber que dije que fue tan gracioso? -pregunté con seriedad, tampoco iba a permitir que se rieran de mí.

-Nada, es sólo que Fabiola y yo no somos lo que estás pensando, ella es mi prima.
Dijo el guiñándome un ojo a la vez que me sonreía, respire aliviada, en ese momento no supe a ciencia cierta por qué.

-Por cierto deja que me presente ya que está niña mal educada no lo ha hecho, me llamo Arthur, Arthur Montarbo, mi tía me pidió viniera por Fabiola, el chofer está enfermo y ella se ira con sus amigas al club. Y no sabes cuánto me alegra que el chofer este en cama con gripe y que mi tía se vaya con sus insulsa amigas, pues eso me dio la oportunidad de conocerte.

Dijo, antes de darme un beso en la mano, me condujo hasta el auto y abrió la portezuela para que entrara, fuimos a comer algo a un pequeño pero lujoso restaurante, a pesar de que nunca había entrado a un lugar así, supe comportarme a la altura, después fuimos al cine por insistencia de Fabiola.
-Relájate Vale, te veo muy tensa, disfruta la película -Me dijo Arthur.

-Oh Arhur, ella es así, el estrés forma parte de su vida a mí ya no me extraña.
Dijo Fabiola sin quitar la vista de la pantalla, mientras se echaba un puñado de palomitas a la boca.

-Lo que pasa es que ya es tarde y tengo mucho que estudiar -. Dije en un susurro.

-A ella todo lo que le importa es estudiar y estudiar, ella no sabe que tiene miles de admiradores porque no tiene ojos para otras cosas que no sean los libros.

-¡Fabiola!

-Perdona Vale, pero es la verdad.

-Con que admiradores ¿no? Creo que comenzare a ponerme celoso - Dijo mirándome a los ojos con una sonrisa encantadora, haciéndome sonrojar.

Gritaré Al Viento Que Te AmoWhere stories live. Discover now