Capitulo 1.

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(REESCRIBIENDO CAPITULO DESDE 0. ¡CAMBIOS RADICALES!)

Querida Jennifer:

No creo que tu novio haya perdido su interés en ti solo porque mire por la calle a otras chicas. ¿Acaso tú no lo haces con otros hombres? No seas posesiva, podrías arruinar vuestra relación. Dale un respiro, mientras la cosa no pase de ahí no hay problema.

Tuya, Marie.

El relajante sonido de la lluvia quedaba oculto por el continuo murmullo de dedos tecleando, voces irritantes charlando y el incesante pitido de los teléfonos.

Tate suspiró y miro fijamente la pantalla de su ordenador. Aquel estúpido cursor no dejaba de parpadear, recordándole que debía terminar su sección antes del mediodía. Lo haría, pero todo aquel ruido no hacía más que distraerle. Sus compañeros respondían llamadas importantes sobre noticias y acontecimientos transcendentales. Esa clase de noticias que le interesaban al mundo.

Y allí estaba él, haciéndose pasar por una tal Marie, una persona comprensiva que ayudaba a mujeres de diversas edades a entender un poco mejor la mente masculina. Observó atentamente la foto de la chica a la que estaba reemplazando: sonrisa de anuncio, ojos marrones y amables y cabello castaño. Transmitía seguridad y confianza. Se preguntó que habría sido de Marie, si tal vez habría encontrado un empleo mejor, un cargo más elevado donde podría tratar temas sustanciales. El empleo que Tate ansiaba desde que dejó la facultad de periodismo. Dio un pequeño sorbo a su café y decidió dejar el resto de preguntas para más tarde. Aún eran las 10:30.

Mientras estiraba sus doloridos músculos, oyó su nombre. Un hombre bajito y medio calvo agitaba su mano frenéticamente desde la zona de descanso, haciéndole señales para que se acercara. Él obedeció a duras penas y entre murmullos, intentando dejar claro que hoy no era el día adecuado para que le molestasen.

— Hombre, chaval, contigo quería hablar —el hombre le echó una ojeada por encima de sus desfasadas gafas. Ray Johnson, director de la sección de cultura del periódico, solía atosigarle con interminables conversaciones sobre su familia, sus planes de jubilación anticipada o lo mucho que le recordaba Tate a cuando él era joven. A veces hablaba tanto y tan rápido que se preguntaba cómo era posible que no se ahogase — Pero… ¿a qué viene esa cara?

— No mucho, señor. Simplemente estoy cansado —se llevó los dedos al puente de la nariz y masajeó la zona con fuerza—. De todo, en general.

— ¡Caray! Aun eres muy joven para odiar tanto la vida. Cuando lleves 30 años casado ya hablaremos—bromeó, riendo entre gruñidos. Aquel horrible sonido no hizo sino empeorar el estado de ánimo del muchacho—. Veras, adoro a mi esposa, pero es que a veces…

— Disculpe, pero tengo trabajo. ¿Para qué me ha llamado exactamente?

Ray se quedó desconcertado. No estaba acostumbrado a que le interrumpieran durante una de esas retahílas que consideraba como “conversación”. De hecho, ni siquiera era habitual que su interlocutor participara.

— Lo siento, chico. Ya sabes que al viejo Ray le encanta charlar. Lo cierto es que tengo malas noticias.

«Perfecto. El día no podría ir mejor.» – Tate se sentó en uno de los apestosos sofás de piel sintética de la sala. Olía a tabaco.

Suspiró.

—Sorpréndame.

Pero la voz de Ray fue interrumpido por el fuerte golpeteo de unos tacones. Una chica de no más de 25 años, rubia y altísima, se hizo de golpe con toda su atención. Exhibía una amplia sonrisa en sus labios carmín y una mirada orgullosa que se clavó en los ojos de Tate. El característico tufo del perfume de Helen se mezcló con el de tabaco, mareándolo. El suyo era el aroma de los problemas.

Cabaret La Tragédie (cancelada).Where stories live. Discover now