Capitulo 4

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Martes.

Cuatro días para mi cumpleaños... no puedo evitar estar emocionada.

—Mara... ¿está lindo? —Me enseña una margarita que acaba de pintar.

—Si Lalie... esta precioso —le digo peinando su cabello—, igual que tú.

Me sonríe. —Quiero dormir, ¿te acuestas conmigo en mi cuarto? Mi papi lo hace siempre...

—Claro bebe, vamos —le respondo y subo con ella las escaleras a su cuarto.

Después de estar más de media hora acostada con ella y cantándole, siento que Lalie se ha dormido. Y salgo de su cuarto a la sala a encender la televisión. Natalie me había dicho que podía ver televisión si ellos dormían, y eso estoy haciendo.

Hasta que me acuerdo de mi sueño. Y mientras camino hacia las escaleras para ir a la habitación de Leo, veo una puerta que se ha quedado abierta.

Soy curiosa, bastante. Y la puerta está cerca de la marquesina, y creo que por ahí desaparece Leo cuando entra por la marquesina. Hago cálculos, trato de trasladarme a mi ático con los binoculares y creo que estoy en lo correcto.

Abro la puerta y bajo los cuatro escalones para estar completamente adentro de la habitación. Todo está un poco oscuro, pero veo.

Parece una mini oficina, está todo pulcro y bien ordenado.

Me alegra que él sea alguien ordenado.

Hay una PC de mesa en un escritorio. Es casi un vejestorio comparado con la que tengo en mi habitación de redes. Hay otro escritorio, ese tiene muchos papeles y folders, abro uno de los folders y solo veo miles de números que no entiendo. Lo dejo allí mismo.

Comienzo a sentir esa sensación de cuando sabes que estas husmeando demasiado. Mi corazón va a todo lo que da. Me siento en la silla giratoria del escritorio de la PC. Doy vueltas hasta que me detengo al frente de la pantalla apagada. Paso mis manos por el teclado pensando que él también lo ha tocado. Miro a los lados, solo hay oscuridad, no hay nadie aquí. No hay nadie en la casa. Natalie está en el trabajo, y había dejado a Nataniel en la guardería. Leo está en una reunión de último momento, por eso me llamó para atender a Lalie.

Mis dedos se resbalan por el botón de encender la PC, y se enciende. Utiliza el Windows 97 o ese creo, así que me resulta un poco nuevo tomando en cuenta que ya me acostumbre al Windows 8. Honestamente, me sorprende que siendo él agente de ventas tenga una maquina tan poco eficiente. No por el programa, yo tenía XP hasta hace tres meses, pero por el modelo de la máquina, la pantalla ni siquiera es plana y el CPU sonaba como si un abanico estuviera descomponiéndose.

Tal vez era solo eso: un vejestorio. Quizás ni lo utiliza. Solo es una vieja computadora. Pero entonces si lo fuera tuviera polvo, mucho polvo, pero no lo hay. Mi nariz es capaz de detectar la polilla en un instante. Son dos opciones: es muy ordenado y limpia esta mini-oficina todos los días o si usa este vejestorio. Quiero decir, tal vez le guste lo viejo, quizás por eso está casado con Natalie, creo.

Terminó de iniciarse. Era un escritorio muy limpio con cuatro carpetas. Una con números «157953». Otra que decía «HACER» y otra que decía «MDR» también, noté el hecho de que no tenía Mensager ni cualquier tipo de aplicación, o programa, o siquiera Chrome o Moxila Firefox.

No vi el nombre de la otra carpeta. Entre a la única que llamo mi atención: MDR.

Al abrirse había dos carpetas; "Cámara Web" y "Al azar".

Había una especie de orquesta en todo mi cuerpo cuando al entrar a la primera vi fotos mías tomadas de mi cuarto de redes, no estaba posando, estaba mirando hacia abajo, hacia la pantalla de algo. Eran fotos tomadas por mi cámara de la portátil, y por la de mesa.

Secretos en el VecindarioWhere stories live. Discover now