Capítulos 22, 23 y 24

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 Viernes 30 de marzo de 2007, 00:07 - En casa

El mal día que he sufrido ha quedado finalmente relegado al olvido al llegar a casa esta tarde. Ha sido meter la llave en la cerradura y sonar el móvil; era Sara. Al ver su nombre en la pantalla se me ha movido algo en lo más hondo del estómago, y al escuchar el timbre alegre de su voz me ha parecido que hacía un millón de años que no hablaba con ella. El puto estrés no me ha dejado darme cuenta hasta ese instante de lo que la he extrañado estos dos días escasos que hacía que no la veía ni sabía de ella.

Hemos hablado un poco de nuestra próxima escapada y de poco más, aparte de las tonterías que sólo dos enamorados encuentran interesantes y que no pienso reproducir aquí. A pesar de ello, cuando me he dado cuenta, había pasado una hora y media y he recordado mi cena con Magda. En ese momento no tenía ningunas ganas de despegarme del teléfono, aunque mis tripas ya empezaban a protestar.

Me ha costado demasiado despedirme a pesar de la promesa de Sara de que mañana me volvería a llamar, y eso ha hecho que me empezara a rallar. Por suerte, la exquisita cena de mi vecina y una agradable aunque intrascendente charla me han hecho olvidar mis preocupaciones por un rato.

Ahora me acostaré y espero no dar demasiadas vueltas en la cama. Mañana promete ser otro día duro y necesito estar al cien por cien.

Viernes 30 de marzo de 2007, 18:40 - No pensar

Otro día estresante en la oficina.

Aunque tener tanto trabajo no es malo. Evita que pienses. Y en mi situación casi es lo mejor que me podía pasar.

Sara me ha llamado al mediodía; esta noche nos veremos para preparar un poco la aventura de la semana que viene. Por lo que he podido llegar a deducir va a ser algo bastante improvisado: coger el coche, hacer kilómetros y pararnos donde nos apetezca. No me parece mala idea, hace tiempo que no hago algo así.

Casi tanto como el que hace que no peleo contra Xavier –ni contra nadie exceptuando los dos incidentes de la semana pasada–. Mañana por la tarde, unos diez años tarde, habrá llegado el momento de la revancha. O el momento de volver dolorosamente a la realidad. En fin, ya se verá. Para qué preocuparse.

Nota importante: he decidido que cuando pase Semana Santa iré al médico. Aunque sólo sea por no tener que gastarme el sueldo en ropa. Esta mañana he manchado dos camisas y un pantalón antes de salir de casa y encima he perdido el tren.

Voy a seguir trabajando un rato más. Ya me han llegado las últimas correcciones.

Sábado 31 de marzo de 2007, 16:29 - Perro Negro

Estoy hecho mierda. Apenas he dormido.

Y encima de camino a casa me he metido en otro follón. Si no tengo poderes esta tarde, después del combate con Xavier, me como mi colección de cómics entera, lo prometo y dejo constancia escrita. He pasado la noche en el piso de Sara, haciendo el amor y ultimando los preparativos para el viaje a ninguna parte –más lo primero que lo segundo–. Sus compañeras se fueron ayer a sus respectivos pueblos a pasar las vacaciones, así que lo hemos tenido para nosotros solos.

Hemos decidido que cogeremos el coche el martes bien temprano, compraremos mapas en la primera área de servicio que encontremos, y empezaremos a explorar España aprovechando que ninguno de los dos ha viajado demasiado por el país. Marcaremos algunos lugares que nos parezcan interesantes y a partir de ahí improvisaremos.

Estoy deseando que llegue ya el día.

No sé qué tienen las estaciones de tren, pero últimamente parecen atraer los problemas. O quizás sea yo el que lo haga. Sea como sea, tras dejar a Sara en la Fnac, al llegar a la estación de plaza Catalunya, he visto como un joven de color, enorme y al parecer furioso, corría hacia dos chicos que andaban tranquilamente. Al llegar junto a ellos ha gritado algo que no he entendido y le ha dado una bofetada brutal a uno de los dos, que ha resonado por todo el recinto. El chaval ha ido a parar al suelo y el otro, después de unos segundos de vacilación, se ha interpuesto entre los dos sin demasiada convicción, con miedo. El negro le sacaba dos cabezas y no dejaba de gritar, fuera de sí.

Hoy me ha pasado algo muy bestiaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora