Capítulo 13

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Capítulo 13

La fiesta había sido una pasada. Había hecho que me animara un poco más pero, no demasiado. Júpiter había tenido una idea muy buena, pero aún seguía triste. Esta mañana cuando he visto a Júpiter, he empezado a hablar con él para sentirme un poco más unida a él.

-Buenas días, ¿qué tal has dormido?-me preguntó.

-Muy bien-respondí-, ¿y tú?

-No estás bien. Actúas muy mal Sandra. Dime la verdad.

-Como se puede estar en estas cosas, mal. Pero, aún no has contestado tú.

-Bueno… Estaré mal durante un tiempo. Pero, todo irá bien.

Iba a decir que no tendría que ser así pero, llamaron a la puerta. Júpiter me miró diciéndome que fuera yo a abrirla. Asique, fui en pijama a mirar quién era. Miré por la mirilla, no me gustó a quién estaba al otro lado. Era Nick. No quería hablar con él por lo que no le quise abrir.

Júpiter comprendió porque no abría la puerta. Asique él la abrió y lo echó de allí. Me alegró mucho saber que sabía cómo me sentía yo al verlo allí. Cuando se giró me dio un abrazo muy fuerte en el que me puse a llorar. Era lo que faltaba, que Nick se acercara a hablar conmigo. Sólo quería irme. Cuando terminó nuestro abrazo me preparé para salir, quería salir de allí. No hace falta escribir el por qué, pero además no quiero hablar o escribir de ello. Como quería salir de allí, lo primero que hice fue ir a dar un paseo, sola. Fui al bosque cercano y solo quería estar sola.

Corrí hasta donde nadie pudiera alcanzarme, llegué hasta los acantilados y mirando el mar a lo lejos, pensé en mi familia. En que sin mi madre no hubiera sobrevivido para seguir aquí. En mi padre que, sin él, no sería tan fuerte, no estaría en la música y ni siquiera tendría a amigos como yo. Sin ellos… yo… no estaría bien. Mi razonamiento es normal después de tener esta mala suerte. No sé porqué se van a separar, solo había una sola explicación: yo. Por lo demás, ni siquiera mis padres se pelean, yo soy la única persona que lo ha provocado. Mis lágrimas caían sobre mi cara como una tormenta. La culpa me corrompía el alma. Escuché unos pasos a mi espalda y una voz comenzó a hablarme.

-¿Qué te pasa, Sandra?

Sólo había una persona que me llamara por mi nombre que no fueran mis padres, por lo que deduje quién era.

-Meison, no me pasa nada. Sólo que tengo un malísimo día.

-Tan temprano tienes un mal día -decía en tono sarcástico-. No creo. ¿Qué te pasa?

-Nada. Es sólo lo que va a pasar.

-¿Y qué es lo que va a pasar?-decía con cara de sorpresa-. Querría saber lo que depara el futuro.

-No es agradable decirlo.

-Crees que tus padres se van a divorciar, ¿verdad?

En ese momento me giré para mirarle a la cara, que antes no había sido capaz de hacer. Me quedé mirándole perpleja.

-¿Cómo lo sabes?

-Ya te lo dijimos, Susana y Marina ven el futuro.

-Entonces, era verdad.

-No nos quisiste creer y no te culpo por ello.

Desvié la mirada de él para mirar el mar azul, que hace que mis pensamientos se ordenen. Me senté sobre la hierba mojada y me abracé a mis piernas. Meison se sentó a mi lado y me abrazó. Estuvo callado mientras mi cabeza se volvía loca. Hasta que quise saber quién era él quería matarme.

-Meison, sabes cosas que tengo que saber, según tú tengo que saber más tarde. Pero, ¿por qué? ¿Por qué no lo puedo saber ya?

-Porque… no quiero que te pasé lo mismo que la última vez.

-¿Cuándo? ¿En la fiesta? Ya caigo, no me dijiste nada de lo que me pasaría en tu casa porque tenías miedo a por que te tomara por loco. Y cuando lo intentaron, me salvaste para que yo viera lo que intentaban. Pero aún sigo con muchas dudas y la más importante es cómo pudiste correr tan rápido y dejarme a cinco segundos de mi casa. Aún no me lo explico.

-No hay que explicar nada hasta que el momento llegue. Solo tienes que saber una cosa muy importante que tienes que estar a salvo- sus ojos me miraban de forma enamorada.

Cuando nuestros ojos se encontraron fue como magia. Lentamente nuestros labios se encontraron. Cuando se separaron, nos acercamos y dijo:

-Creo que nos tenemos que ir.

-¿Por qué?

-Porque quien está detrás nuestra no es muy amigable.

Me giré y empecé a tener miedo. Era mi primo Juan transformado en lobo. Su expresión, como es normal, era de enfado. Me había dicho que no me acercara a Meison y días después me encuentra en el lugar más romántico del pueblo besándome con él, estaba claro que me sentía avergonzada. Meison se levantó y me ayudó a levantarme. Me cogió y salió corriendo me dejó en la puerta de mi casa. Me dio un beso en la mejilla y me dijo:

-Te quiero, Sandra. Y siempre te querré-Y entonces se fue.

Mi hermano salió corriendo de mi casa y me cogió para llevarme a la puerta. Yo estaba asustada. ¿Qué es lo que le sucedía a todo el mundo para estar así? Mi hermano como si me hubiera leído la mente dijo:

-Ha llamado el primo Juan. Decía que te había visto en el bosque con un chico peligroso y en lo primero que pensé era que era el asesino que quería matarte.

-Pues no lo era.

Su expresión aún mostraba el susto que llevaba encima. Estuvimos durante un rato hablando hasta que llegó Agua, para de un solo tema, la separación de mis padres fue a la única a la que se lo dije porque los demás lo diría.

-Fuego, ¿escuchaste bien la conversación? –Comenzó- ¿Dijeron: "No me llames cariño porque esto es serio" o dijeron "No le llames cariño porque esto es serio"? Porque Hay una gran diferencia.

-Sí, dijeron "No me llames cariño porque esto es serio". Se van a divorciar- respondí.

-¿Escuchaste bien lo de "nos vamos a separar"? Porque puede separar otra cosa –le preguntó a Júpiter.

-Creo que se van a divorciar.

Agua se cayó y se quedó mirando la ventana. Se despidió y salió corriendo. ¿Qué se le pasaría por la cabeza?

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El amor más allá de la vidaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora