(1) Señor Presidente

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Me miraba frente al espejo mientras Alma, una de nuestras empleadas, recogía mi cabello en una hermosa trenza. Allí, mi reflejo se veía algo extraño; considerando que hacía una semana recibí la noticia de mi embarazo, no fue de tanta emoción como esperaba.

Resulta que, este embarazo no estaba en planes, fue algo que nos tomó por sorpresa por más que nos cuidamos demasiado bien. Mi vida y la de Tomás, mi esposo, había dado un giro completamente, entrando a una nueva etapa hace alrededor de un año ya.

En realidad, este era el sueño de Tomás, yo lo apoyé porque lo amo con todo mi corazón. Teniendo presente cómo nuestras vidas serían luego de esto, no lo abandoné ni un segundo de esta larga jornada; una jornada que lo llevó a salir victorioso, ocupando la presidencia de nuestro país. Sí, yo era la esposa del presidente y esta era mi vida presidencial.

"Se ve hermosa, Julissa" comentó Alma una vez terminó con mi cabello.

"Gracias Alma. Si me disculpa, bajaré a desayunar..." le dije con una sonrisa de medio lado, saliendo de mi habitación; la que, honestamente, se sentía fría.

Extrañaba nuestra antigua casa, era perfecta para nosotros dos. Guardaba tantos recuerdos desde el día en que unimos nuestras vidas, hasta el festejo luego de los resultados en las elecciones. Esta, sin embargo, era extremadamente grande, vacía, sólo éramos Tomás y yo; adicional a los sirvientes, guarda espaldas, asesores, entre otros. Nuestra vida nunca se detenía, y honestamente, no quería criar un hijo aquí.

Probablemente tendría unas seis o siete semanas de gestación. Aun no habíamos ido al doctor, pues Tomás quería ir conmigo, estar en cada momento de este embarazo a mi lado, aun cuando su agenda estaba imposiblemente repleta.

"A dónde vas tan pensativa?" la voz de Tomás, seguida por sus manos alrededor de mi cintura, me hicieron detenerme, salir de mis pensamientos.

"Iba a buscarte a tu oficina, para desayunar juntos antes de que salieras..." respondí mientras me volteaba y lo besaba dulcemente en los labios.

"Pues, parece que fui yo quien te encontré primero, mi amor" a pesar de que nuestra vida estaba de locos, Tomás no perdía un momento para sus detalles, para decirme cuanto me amaba, para hacerme sentir deseada.

"Eso parece...me acompañas entonces?" pregunté tomándolo de la mano, mientras este colocaba la otra sobre mi estómago.

"Cómo te sientes hoy?" aun cuando no había asimilado la noticia de mi embarazo, Tomás estaba que saltaba de la emoción.

"Me siento bien" intenté dar mi mejor sonrisa, fallando al instante.

"Mi amor, sé que este bebé llegó sin esperarlo. No estaba en nuestros planes, mucho menos en este estilo de vida que estamos viviendo. Pero, por lo menos, no estarás sola cuando yo tenga que ir de viaje...y te prometo que una vez nazca, estaremos juntos los tres, sin que nadie nos interrumpa, sin llamadas...solo nosotros" este me haló hacia él nuevamente, ya en la entrada del comedor, y me tomó por sorpresa, besándome con todas sus fuerzas, sin importarle los empleados allí presentes.

"Lo sé, mi vida..." esta vez no pude contener una sonrisa. Sé que, todavía me faltaba tiempo para procesar esta noticia,pero tendría a Tomás apoyándome, y este buscaría la manera de estar a nuestro lado.

"No puedo esperar a la conferencia de esta noche, y decirle al mundo que estamos esperando un fruto de nuestro amor!" el brillo en sus ojos destruía mi corazón. Si tan solo yo sintiera la mitad de alegría que él sentía por nuestro bebé; si tan solo pudiera ser tan optimista frente a todo esto.

Caminamos tomados de la mano hasta la mesa, donde Tomás haló la silla para que me sentara, luego este tomando su lugar. El desayuno fue algo tranquilo, como todas las mañanas, con la única diferencia de que esta vez, estuvimos tomados de la mano todo el tiempo.

Mi vida presidencialDonde viven las historias. Descúbrelo ahora