(9) Dime cómo

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Luego de peinarme, Alma me llevó a recorrer aquella mansión. Intentaba prestar atención a todo lo que me decía; no quería que cuando caminara sola por allí, me extraviara de repente. De todas formas, esta era mi casa, por lo menos mientras Tomás fuese presidente.

Conocí a varios de los guardaespaldas y choferes, a los cocineros, jardineros, los de mantenimiento, entre otros. Tantos rostros, tantos nombres, demasiado para procesar en un solo día.

"Tengo asignado algún guardaespaldas?" pregunté llena de curiosidad al ser introducida a varios.

Alma bajó su rostro por un momento, mirando sus manos. Luego, me miró con notable tristeza.

"Saúl, mi hermano, era su guardaespaldas...Fernando, su chofer..."

"Donde están ellos?" cuestioné, notando luego de hacer la pregunta, que esta utilizó un verbo en pasado.

"Ellos...fueron asesinados el día en que la secuestraron. Aparentemente, aun cuando ellos no prestaron resistencia, los desgraciados que la secuestraron, decidieron privarlos de sus vidas. Cuando le dieron la noticia a su esposo, este pensó que usted también estaba muerta. Fueron momentos desgarradores, Julissa" una lágrima bajaba por la mejilla de esta mujer.

"Lo lamento mucho...No fue mi intención traerte recuerdos tan horribles. Lamento mucho lo de tu hermano....tu sufrimiento" respondí mientras le limpiaba la lágrima.

"Usted no tiene la culpa, usted no recuerda nada, y simplemente fue víctima al igual que ellos. No me imagino la horrible agonía de estar encerrado en un sitio que no conocía, sin nadie que la ayudara..."

"Quisiera poder recordar, Alma. Poder ayudar a encontrar a esos desgraciados, para que no intenten hacer nada de nuevo. Aun así, no puedo... Me siento mal, quisiera abrir mi cabeza y encontrar el lugar donde está todo escondido. Odio estar así" con mis manos en mi cabeza, cerré mis ojos.

"Julissa, necesita calmarse. Poco a poco recordará todo. Solo piense en el bebé; en cuanto este necesita que usted esté bien. Yo estaré a su lado para ayudarla, no lo dude."

"Es bueno saber que hay tantas personas que me quieren y se preocupan por mí. Aun cuando no los recuerdo."

Alma tomó mi mano y juntas continuamos el recorrido por la mansión. Los diferentes jardines fueron mi parte favorita. Allí, nos sentamos y platicamos por un buen rato, mientras yo admiraba cada una de las flores a mi alrededor.

Esta gran mujer me relataba historias del día en que llegamos a ocupar esta casa. Me dijo como todos pasaron por una rigurosa entrevista a manos de Tomás, pues él quería estar seguro de escoger bien a las personas que cuidarían de mí; las que me acompañarían cuando él estuviese lejos.

"Debió haberlo visto, Julissa. Cuando se enteró de que la secuestraron, fueron muchas noches las que no durmió. Su amigo Héctor, trajo a uno de sus colegas y este lo obligó a tomar un medicamento para poder dormir, antes que tuviera un desgaste físico o algo peor. Ese hombre la adora."

"No tengo duda, me lo ha demostrado desde el día en que lo vi por primera vez...Bueno...digo...el día en que me volvió a ver luego del secuestro..."

"Con su permiso, señora, una dama la busca en la casa. El presidente dio órdenes de permitirle entrar. Quiere recibirla aquí o en la mansión?" preguntó un hombre, del cual estoy casi segura que su nombre era Eliseo.

"Eliseo, creo que es mejor que Julissa la reciba en la casa. De todas formas, ya es hora de la cena, y no puede dejar de comer. Tengo órdenes específicas de Tomás" respondió Alma, mientras se levantaba y tomaba mi mano, dirigiéndome a la casa.

Mi vida presidencialDonde viven las historias. Descúbrelo ahora