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Una mujer abrió la puerta y pensó que sería algún cliente nuevo, pues ni él ni los niños le sonaban de nada.

—Buenas tardes, adelante —saludó Elisabeth—. ¿En qué puedo ayudarle?

—Buenas... —Respondió repentinamente embargado por las dudas—. Vengo... —Tragó saliva—. Venimos a buscar a mi hija.

—¿Su hija? Lamento decirle que ahora mismo no tenemos un solo paciente aquí. ¿Es en esta consulta? —Preguntó extrañada.

—Se llama Darla —anunció Valeria.

Aquello le cambió la expresión a la psicóloga, quien los observó confundida.

—¿Darla? Ya no está aquí, Miguel ha ido a llevarla con los monitores y los demás niños.

Las caras de Santiago y Valeria cambiaron también, dando paso a una expresión horrorizada. Esteban, con las manos sudorosas, comenzó a informarle de todo lo sucedido y ella se mostraba estupefacta ante lo que el hombre le contaba.

—Trajo los documentos firmados por ambos, por ella y por usted —comentó ella, dejando pasmado a Esteban.

—Pues yo no los firmé, ni siquiera tenía idea de nada. ¿Qué puedo hacer para que Darla vuelva?

—Ya nada. Los papeles ya han sido validados, ya los tiene la Delegación porque se los enviamos por fax. Y la niña ya está inscrita y de camino a la casa de campo, si es que no ha llegado ya.

—¿Y si voy a buscarla yo mismo? —Preguntó desesperado.

—Señor, ¿puedo darle un consejo?

—Claro.

—Deje que la niña se quede allí. Solamente es un mes, estará con muchos más niños, con monitores, profesores y atención médica en un lugar en el que podrá olvidarse un poco de todo. Además —siguió bajo la atenta mirada de las tres personas—, el campamento ya está pagado y si Darla tiene problemas, como su esposa dijo, le irá bien estar allí.

—Pero... es que no es tan grave.

—¿Le puedo contar algo y que lo mantenga en secreto?

—Por supuesto —accedió él.

—Venga conmigo. Niños, esperadnos aquí, ¿sí? —Así hizo él y la siguió por el pasillo—. Este campamento tiene una doble finalidad —dijo tan pronto cerró la puerta tras ellos—. En ocasiones, los padres tienden a exagerar las cosas e incluso a veces las inventan. También los hay que son directamente los culpables de los malos comportamientos y problemas de sus hijos. Por eso, este campamento recibe únicamente niños a los que se les achaca algún problema. Hay casos en que un niño muestra mala conducta por, por ejemplo, maltrato físico o psicológico por parte de alguien de su entorno familiar y eso es, justamente, lo que se pretende destapar en secreto en este campamento, para poder tomar las medidas oportunas llegado el momento. Es algo así como un lugar para encarrilar a esos chiquillos, pero también es un medio para poder acceder al verdadero ser de cada uno, sin sus progenitores delante o interfiriendo. Por eso creo que, si su hija realmente tiene problemas en las noches y con Aurora, ésta será una buena ocasión para llegar a la raíz del asunto y eso puede ser algo positivo para ella.

—Entiendo lo que dice pero es que aún estoy tan descolocado con todo esto...

—Yo le recomiendo dejar a Darla en el campamento durante el mes que dura. Estoy segura de que ella lo disfrutará y así usted tiene tiempo también para intentar solucionar, o no, el problema con su esposa.

—No tengo idea de qué debo hacer. Esto ha sido demasiado, ¿y si se repite qué? No sé a dónde puede llegar Aurora si tiene vía libre.

—Le entiendo. Además ha falsificado su firma y eso es un delito. Es normal que no confíe en ella ahora mismo pero quizá debería darle un último voto de confianza, a ver cómo actúa.

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