28| Feliz cumpleaños

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Este capítulo contiene sexo +18, si no queréis leerlo, podéis saltarlo sin problema. Sabréis cuando vaya a suceder. Espero que lo disfrutéis ;)

La fecha para el cumpleaños de Bruce se acercaba y apenas quedaban días de por medio

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La fecha para el cumpleaños de Bruce se acercaba y apenas quedaban días de por medio. Spencer se sintió muy tonta al no conocer la fecha del cumpleaños de su novio; el 19 de febrero. Pero aquello ya daba igual, ahora sentía que tenía un problema mucho mayor que cualquier cosa a la que se hubiera enfrentado antes: Hacerle un regalo a Bruce Rimes.

Hacerle un regalo a la persona más complicada que había conocido. Aunque poco a poco supiera algo más de él, continuaba siendo un completo misterio. Y no, no era solo el quebradero de cabeza que pudiera resultar ser Bruce lo que le preocupaba, sino también el hecho de que él le hubiera regalado un teléfono móvil de último modelo en Navidad, lo cual la hacía sentirse en un terrible compromiso.

Decidió quedar con Thomas y Dalia para recibir consejo. Quedaron en una cafetería cercana a Richroses, a unas tres calles de distancia aproximadamente. Era un establecimiento pequeño, con una bonita terraza de sillas blancas, pero como hacía demasiado frío como para estar fuera, tomaron el té con pastas dentro. Thomas quería invitar a ambas chicas, pero Spencer, al contrario que la rubia, no lo permitió. Era evidente que dinero no le sobraba, no obstante, podía pagarse un café. Le molestaba que la tomaran por alguien que no podía permitirse ni eso.

—Y bien, Spencer: ¿Qué te preocupa ahora? —habló él, curioso, balanceándose en la silla.

—No es que me preocupe nada —respondió ella repiqueteando con el dedo índice en la tacita de porcelana que tenía entre las manos—. Simplemente estoy un poco nerviosa porque se acerca el cumpleaños de Bruce y no sé qué regalarle. Es su cumpleaños y, para colmo, conoceré a su madre por fin y... No sé.

—¿Va a presentarte oficialmente a la tía Anna? —Su semblante reflejaba cierto asombro y curiosidad, mientras abría los ojos y daba sutiles palmaditas sobre la mesa.

Spencer se encogió de hombros y asintió con la cabeza, con una sonrisa tímida decorando su rostro. Más tímida de lo usual. Solo de pensar en aquella mujer, temblaba como una pluma del miedo.

—Hace tiempo que no se sabe mucho de la madre de Rimes —comentó Dalia y Spencer apreció que la rubia ya conocía la situación más que ella.

—Pero, ¿qué le pasa a la madre de Bruce?

—Está enferma —respondió el moreno escuetamente.

—Eso ya lo sé. ¿Qué le pasa exactamente?

—Eso debería decírtelo Bruce. —Thomas dio un sorbo a su té rojo con leche.

Spencer miró a Dalia.

—¿Tú lo sabes?

La rubia carraspeó sintiéndose extraña.

—A medias —contestó entre murmullos, apartando la vista y sintiéndose comprometida y acorralada entre la penetrante y alegre mirada de Parker, el cual confiaba en que no dijera nada, y la insistente y juiciosa de Spencer.

La sonrisa del DiabloDonde viven las historias. Descúbrelo ahora