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Dante.

Tuve que hacer una breve pausa. Iba a venir a visitarla ayer. Incluso estaba a punto de entrar. Pero no pude. Recibí una llamada por la reunión.

Lamento mucho que la reunión no sirviera para nada. Akira dio un buen plan. Uno muy bueno.

Pero esto es personal. Muy personal.

Necesito moverme por mi lado también.

...

Angelina.

Estos días milagrosamente Silver no me ha molestado.

Lo agradezco.

Es tedioso tratar con ese hombre. Aparte de incómodo.

Es más de media noche. Y no logro conciliar el sueño.

Me siento en la cama. Y me levanto rápidamente al sentir como mi piel se eriza por el frío.

Esta noche está especialmente helada y silenciosa.

Me acerco a la ventana y me quedo viendo la oscuridad.

Todo es tan tranquilo. Tan calmado...

A veces me gustaría ser como los demás y darme el lujo de disfrutar de cosas tan sencillas como salir a pasear en la oscuridad, poder salir cuando se me dé la gana, mandarme sola...

En mis peores noches me gustaría no tener familia.

Ser yo y solamente yo.

Me sobré salto cuando siento unos pasos detrás de mí.

Me asusto al pensar que puede ser Silver.

Pero al darme cuenta me llevo la gran sorpresa de Dante...

Mierda.

Maldito idiota.

—¿Qué haces aquí?—Pregunto cruzando mis brazos.

Idiota.

De solamente pensar lo que hicimos el otro día. Me dan ganas de golpearlo.

Lo odio.

—Ángel—Habla en tono burlon dándome una mirada de pies a cabeza.

—Angelina para ti.—Lo corrijo.

Rueda los ojos.

—¿Qué haces aquí?—Pregunto nuevamente.

Él no responde. Y camina lentamente hacia mí. Sin despegar sus ojos de los míos.

—Vine por más—Agrega con ese maldito tono burlón.

Estira el brazo tocando el mío...

Pasando sus dedos lentamente de mi brazo hasta llegar a mi nuca.

Él aprovecha su agarre y me atrae a él.

—Suéltame.—Forcejeo.

Está muy cerca de mí. Sus labios están a centímetros de los míos.

Veo como cada vez acerca su cara a mí.

Yo, sin embargo. Doy vuelta la cara.

—Los besos son para las personas por las que siento algo. Y para tu mala suerte. Por ti no siento nada más que asco.—Agrego.

—¿Segura?—Me suelta.—No parecía eso cuando...

—Totalmente segura. Si cometí el error de tocarte, fue porque aun tenía alcohol en mi sistema. Y no pensaba bien lo que hacía. Créeme lo menos que deseo es repetir algo de esa noche.—Contesto con sinceridad y eso parece molestarle o fastidiarlo.

—Te fuiste.—Me recrimina.

—¿Qué esperabas que hiciera? Me puse sobria y me di cuenta del gran error.—Me encojo de hombros.

—Angelina, yo no te obligue a nada.—Dice afectado, como si lo estuviera acusando de algo.

—Y eso lo sé. Tranquilo, di mi consentimiento. Tampoco dije que sufrí cuando eso sucedió.

—Bien—Suspira tranquilo— Entonces...

—Entonces tienes que irte. Estás invadiendo propiedad privada.—Lo interrumpo.

Dante.

—Principessa... esto le pertenece a mi familia. Tu padre nos robó esto.

—Yo no tengo nada que ver. Si tienes asuntos háblalo con mi padre directamente.

—¿Crees que no lo intenté?—Pregunto enojado.—Hablo contigo justamente porque el idiota tu padre me ignoró. Pero tú... Su principessa de oro. Puede convencerlo, eres su única hija de sangre. Te adora... tú puedes.

—No sabes nada él no...

—Si no lo haces, ten en cuenta el video que tengo en mi poder.—Saco mi celular rápidamente.

—¿Qué video?

Pongo en evidencia lo que hicimos. Ella mira mi celular. Ve reproducir el video.
Sus ojos se llenan de lágrimas. El video con sonido hace eco en la habitación.

—¿Qué pasará con la princesa de la mafia cuando todos vean lo puta que es en la cama con el enemigo de su pa...?—Una bofetada me da vuelta la cara.

—Vete.—Habla con histeria mientras las lágrimas corren en sus mejillas.

—Espero puedas cumplir con tu parte. Principessa. Volveré dentro de unos días. Si no lo consigues... Arderás en llamas.—Amenazo.

—Te odio mucho Dante.—Levanta la mano para golpearme nuevamente, pero la detengo y la atraigo a mi nuevamente.

—No parecías odiarme cuando abriste las piernas para mí y me dijiste: No pares Dante—Digo susurrando en su oreja imitando sus gemidos—Dante... No pares por favor.—Gimo en su oreja y sonrío al sentirla tensa.—No puedes decir que me odias, princesa. Porque en la cama pareces amarme...

—Eres el puto peor error que he cometido. Dante.—Sus ojos se llenan de lágrimas.—Te arrepentirás por todo esto. Te lo aseguro.

—Esperaré tus noticias.

—No lo haré Dante.—Susurra—No puedo. Te lo juro...

Joder.

Me doy vuelta decidido a lo que tengo que hacer. Es una lástima pero...

Así tienen que ser las cosas.

InfernoWhere stories live. Discover now