6

906 79 8
                                    

Dante.

La subo al auto.

Sigo enojado por el idiota que quiso sobrepasarse con ella.

Si yo no hubiese intervenido. Él se la habría llevado.

Quizá que le hubiera hecho.

Joder.

¿Por qué tiene que ser tan antojable?

Claramente, no es culpa de ella que los idiotas sean unos pervertidos abusadores.

—Dante...—Balbucea—¿p-por qué?

—¿Qué?—Pregunto confundido.

—¿Por qué tuviste que romper mis floores?—Pregunta extendiendo las palabras.—Ellas me hacían sentir bien...

—Estás loca. Angelina.—Suspiro.

—Mhmm—Cierra los ojos.—¿Sabes que yo no tengo la culpa de ser hija de mi padre?

—Duerme.—La corto y me concentro en el camino.

—No quiero...—Se ríe.—Es la primera vez que bebo alcohol.

—¿De verdad?—Pregunto para nada sorprendido.

Ya lo sabía.

No hay cosa de ella que no sepa.

—Seguramente te vas a burlar de mí después de esto, pero... debiste haber dejado que ese hombre me llevara.—Suspira.—Prefiero entregarme a alguien a voluntad propia a que mi padre me haga entregarme a otro hombre... o a Sil...—De la nada se queda en silencio.

—Angelina. No puedes hablar en serio.

—Supongo que no. Por eso nadie cree en mí cuando digo las cosas.

—Te haces la que lleva una vida sufrida. Pero has sido toda la vida una niña consentida, que seguramente hace un berrinche si su papi no le da lo que quiere.—Reprocho.

—Sí. Lo que tú digas Dante.

...

Pasamos por café en el camino. Ahí ella logró estar un poco más sobria. No del todo, pero si está un poco mejor.

Le ofrecí pasar a comer pero no quiso. Dijo una mierda de las calorías y no insistí.

La traje a una de mis casas de seguridad. Si vamos a hablar. No puede ser en público. Ambos somos personas con cierto poder. Y corremos peligro al exponernos.

Me sorprende que su padre no la haya mandado con gente que la cuide. Aparte de Ariana. Ciertamente.

Llegando a casa estaciono el auto y me bajo.

—¿No te vas a bajar?—Pregunto en vista que no baja.

—Ajá...

Baja lentamente dándose su tiempo.

—Apúrate.

—Ya voy.—Rueda los ojos y llega a mi lado.

...

Una vez adentro se sienta en mi sofá y sube los pies arriba de la mesita del medio.

Respiro intentando calmarme. No tolero que ensucien mis muebles. Por eso, pago para que estén siempre limpios.

—Baja los pies. Angelina.

—¿Por qué eres tan malo conmigo?

—No sabes ni de cerca lo malo que soy. Si te parezco malo por burlarme de ti. No me conoces en lo más mínimo.

—Ya. Bueno, ¿qué quieres hablar conmigo?—Pregunta.

—Necesito que convezas a tu padre de darme lo que me pertenece, y que sea por las buenas o si no...

—Ahí está el problema. —Me interrumpe—No tengo nada que ver con mi padre y sus negocios. Sí. Soy su única hija de sangre. Pero me excluye de su vida laboral.

—No mientas. Eres la puta princesa de la mafia. Aunque intentes pasar desapercibida y hacerte la inocente. Ambos sabemos que no es así. Así que deja de lloriquear por una vez en tu vida y colabora.

—No puedo ayudarte.

—Si puedes.

—Que no...

—¡Si puedes, joder!—Grito y la hago saltar.

—¡A mí no me gritas pedazo de mierda!—Se pone de pie desafiándome.

Sonrío.

No tengo nada que usar en su contra... nada concreto ni pruebas.

Pero las tendré.

Me aseguraré de eso ahora.

—Si no lo haces, le diré a tu padre todo lo que vi esta noche. Desde que dejas que tu hermanastro te toque, hasta que vi como te entregabas a un hombre cualquiera para desobedecerlo.

—No te atreverías...—La veo ponerse roja.

—No me pongas a prueba.—Sonrío y me acerco a ella. Quedando a solo centímetros.—Tú decides. O ayudas o...

—Te odio mucho.—Interrumpe nuevamente.

—Mira cuanto me afectan tus palabras.—Respondo con simpleza.

—Te lo juro, que cuando pueda te haré pedazos...

Como lo planee en mi mente. Me acerco a ella haciendo que nuestros labios se toquen.

No hace falta que pase tiempo. Cuando recibo una bofetada.

—Jamás podrás tenerme—Dice intentando creerse sus palabras.

—Princesa. Yo todo lo que me propongo lo consigo.

Me lanzo a sus labios sin darle tiempo de reaccionar. Tomo sus dos manos y las coloco en su espalda dejándola incapacitada para defenderse.

Muerdo su labio a propósito logrando que ella responda con lo mismo. Sus labios dejan de estar tiesos y accede a mí.

Lo sabía.
Está tan desesperada por desobedecer a su padre que no le importa con quien lo hace.

Suelto sus manos y las coloca detrás de mi cabeza. Atrayéndome más a ella.

La tomo haciendo que quede como koala afirmada a mí. Con sus piernas rodeándome.

No me demoro mucho en llegar a mi habitación. Bueno. No sé cuál habitación es. Si de invitados o la mía... Pero siendo sincero todas las habitaciones son mías.

La lanzo en la cama. Haciendo que ella rebote en el colchón.

Siento su mirada curiosa cuando me acerco al escritorio que está en frente de la cama y arreglo todo.

Saco el condón de un mueble y me doy vuelta. Me encargo de tener siempre en todos lados. Aún estoy joven para tener hijos.

—¿Te gusto tanto que no puedes dejar de mirarme?—Pregunto dejando mi cuerpo expuesto ante ella.

Mi ropa la arranqué rápido. La única persona con ropa en la habitación es ella.

—No te sientas mucho. Es normal que mire la anatomía de un hombre. Jamás había visto uno desnudo en persona...

Sus palabras calan hondo en mi.

—Eres virgen.—Confirmo.

—Sí.

Joder.

Aunque quisiera. Esto no puede cambiar mis planes.

Soy un hijo de puta.

Deseo venganza.

Pero la deseo a ella también.

—¿Estás segura?—Pregunto deseando que diga que no.

No quiero ver la expresión de dolor en su cara después de todo esto. No sabiendo que abre tomado su pureza...

InfernoWhere stories live. Discover now