7. Sin ventajas.

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Descendemos en picada a toda velocidad cuando comenzamos a escuchar las alarmas. Los puntos negros en la nube comienzan a tomar forma, dejando ver al ejército de hadas acercándose comandados por Tamis.

El contraste en Tamis no deja de embelesar incluso cuando lleva una guadaña gigante en sus manos y una sonrisa cruel el rostro. Tamis es extremadamente rubia, pero siempre viste de negro y sus alas son tan oscuras como la noche misma al igual que sus ojos.

A mí lado Xis saca un par de dagas que me entrega.

—No sé usar esto —digo, las palabras estancandose en mi garganta.

—¡Pues aprendes hoy, Mora! —ruge alarmado dándome la espalda.

Busco con la mirada a mis amigas, pero la plaza es un caos, todo el mundo corre por las calles refugiándose en sus cabañas.

Solo necesito un punto blanco o un punto naranja, pero no los hallo en la marea de hadas que corren por todss partes.

—¡Corre, Mora! ¿¡Qué estás esperando!? —grita fuerte. Giro sobre mis pies y comienzo a correr junto a la multitud. Quiero volar, pero sería un blanco fácil en el cielo.

El ejército de Tamis aterriza y se escuchan más gritos, alzo la cabeza para encontrar que el ejercito del rey Hyparxis no se ha quedado dormido y comienzan a descender.

Me meto a través de una callecita estrecha dejando atrás la barahúnda de sonidos, cuando creo que puedo dejar de correr, frente a mí aterriza el controlador del ejército de Tamis. El mismo que deje atrás cuando abrí el portal. Altísimo y de cabello largo hasta las caderas.

Me mira directo a los ojos, los de él brillando con reconocimiento.

Levanto las manos mostrando mis armas, lo que parece ser una mala elección porque se abalanza sobre mí. Y no sé qué hacer más que defenderme. Atacar no es una opción porque no tengo ninguna ventaja.

Mis dotes de combate son nulos. En Eternidad las hadas que van al ejército se escogen a dedo.

Cruzo los brazos frente a mi cara y el hada ataca. Lanza un puño directo a mis costillas que me deja sin aire y casi logra tumbarme. Trato de elevarme para dejarlo atrás, pero mis alas no representan una gran ventaja, porque él también puede volar. Extiendo una mano con fuerza tratando de clavar una daga en su torso mientras estamos en el aire pero él me detiene atrapando mi muñeca con una mano. Aprieta tan fuerte mi mano que me veo obligada a abrirla y dejar caer el arma. Me inmoviliza con sus fuertes brazos mientras me niego a dejar caer la única arma que me queda, pero es muy fuerte, y yo no poseo ningún conocimiento de combate.

—Las hadas que rompen las reglas, se quedan sin cabeza —su oscura voz se filtra en mis oídos justo cuando levanto mis piernas para apartarlo de mí, pero es más rápido y en un cerrar de ojos sus manos están cortando mi respiración.

Voy a morir.

El hada desciende a tierra firme aún apretando mi garganta y me clava en el suelo con las manos fijas en mi cuello, tan fuerte que creo que va a romperme el cuello, la desesperación me alcanza y comienzo a retorcerme como un gusano y trato de arañarlo para que me suelte pero la falta de oxígeno me alcanza, las estrellas bailan en mi visión cuando todo se vuelve negro.

🕰️🕰️🕰️

Tengo los labios resecos y rotos, la garganta tan inflamada que me duele tragar saliva y el cuerpo me duele en partes que no sabía que tenía, pero el primer pensamiento que llega a mi mente es: Estoy viva.

Aunque a duras penas y con mucho dolor, todavía puedo respirar.

No me muevo.

Me quedo tendida en el duro y frío suelo de piedra.

No abro los ojos.

Permanezco así hasta que la inconsciencia me alcanza de nuevo llevándose el dolor.

Me dejo llevar entre este mundo y el otro. En este mundo todo duele y en el otro veo a mis padres.

Papá le pregunta a mi madre: "— Quota hora est?" Pero ella no responde. Permanece callada.

Sueño otra vez. Ya no sé cuántas veces he soñado, pero está vez el sueño se transforma en una pesadilla donde aparece Tamis con su guadaña dispuesta a hacer el trabajo ella misma.

🕰️🕰️🕰️

Entro y salgo de la conciencia varias veces, en algunas ocasiones logro escuchar voces, en otras escucho pasos.

Me acurruco y trato de formar una crisálida alrededor de mí pero debemos estar lejos de la naturaleza porque mi poder no fluye, por lo tanto, tardo mucho en sanar.

Reúno fuerzas para abrir lo ojos y cuando lo hago solo quiero cerrarlos nuevamente. Estoy en una celda de piedra, completamente oscura sino fuera por una pequeña rejilla cerca del techo.

Trato de canalizar mi poder a través de las piedras pero no me dan nada. Ni una sola gota de energía.

Oigo pisadas fuertes y palabras que se escapan, intento ponerme en pie pero mi único logro es quedar medio sentada medio recostada de la pared.

—Pueden retirarse. Desde aquí me encargo yo —ordena una voz profunda y aterciopelada.

Mi corazón se acelera como un colibrí.

El hada alta llega a los barrotes de la celda de piedra y cuando clava sus mirada en mí, las lágrimas saltan de mis ojos.

Mis esperanzas se rompen.

Aunque una parte morbosa y retorcida dentro de mí se llena de satisfacción al notar que tenía razón.

—Hola, Mora —Xis habla y las palabras retumban dentro de mí. Está intacto, ni un solo corte afea sus rasgos. La corona de oro entretejida adorna su cabeza y el brillo que emite se burla de mí —. Déjame presentarme de nuevo. Soy Hyparxis, Rey soberano de Efimeridad. Hermano de Tamis y Temis, hijo de Tempus. Tu juicio se ha completado y el veredicto es la muerte.

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Aquí las que pensaban que Xis era su nuevo ser amado:

Aquí las que piensan que es un maldito:

Aquí las que aún tienen fe:




Los Herederos del Tiempo  #ONC2024Donde viven las historias. Descúbrelo ahora