1. La que siempre va en demora.

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Tardé mucho en aprender a volar, y cuando por fin lo hice, destrocé una hilera completa de relojes de arena. Solo eran de exhibición, porque de haber sido reales hubiese causado un revuelo muy grande en el aquí y el ahora.

Con los años, las alas grandes y pesadas se volvieron livianas, el cabello largo y espeso ahora lo llevo sobre los hombros, y el cielo es el único lugar donde siento que no puedo fallar.

La brisa fría contrarresta los cálidos rayos del sol que bañan mi cuerpo y el sonido de las corrientes de aire suenan como la más calmante de las melodías. Giro varias veces y estiro mis brazos tratando de atrapar la luz que se escapa de mis manos. La luz es rápida, pero como todo en el universo, está sujeta al tiempo, y a veces si me concentro un poco, juro que puedo atraparla.

Está prohibido usar la magia para otra cosa que no sea mantener la precisión del tiempo en nuestra dimensión, aunque a veces se me olvida y termino jugando con la estaticidad. Son momentos muy cortos, por eso nadie lo sabe ni lo sabrá jamás.

En ocasiones deseo poder hacer otra cosa, sin embargo, desecho la idea pronto, porque la Eternidad es muy larga como para pasarla pensando en cómo sería la vida si se nos permitiera ser otra cosa más aparte de lo que los herederos piensan que somos.

Los herederos del tiempo... los hijos del rey Tempus: Tamis, Temis e Hyparxis. No conozco a los últimos dos, cada uno está gobernando su dimensión desde hace muchos años, y debido a que las dimensiones no se pueden mezclar, su gente está atrapada entre las fronteras. Los rumores dicen que Temis, la hermana gemela de Tamis, es tranquila e imperturbable, perfecta gobernando Estaticidad. Mientras que Hyparxis, el único hijo varón, es rápido, alocado y vive en el desenfreno, tanto así que no hay noticias de Efimeridad desde hace años, incluso muchos piensan que ha desaparecido al igual que nuestro Rey.

Mientras sigo mi ruta hacia mí destinos un zumbido rápido pasa a mi lado sobresaltandome, giro bruscamente y me detengo para observar la pequeña figura blanca.

—¡Celer! ¡Te he dicho que no hagas eso mientras estoy en el aire! —exclamo exaltada. El hada pequeña se ríe a carcajadas desde la lejanía. Desciendo apresurada, corro hacia las puertas del Salón de los Tiempos y la persigo.

—Se te queda una cara muy graciosa cuando estás volando. Como así -
—coloca una mueca donde saca la lengua y vira los ojos hacia arriba. Coloco los ojos en blanco y golpeo su hombro de manera juguetona -. Es cierto. Sabes que las hadas no podemos mentir.

—No mentir. Pero sí alterar -una voz profunda nos llama la atención -. Están llegando tarde, así que doblarán turno hoy —explica el hada, al que reconozco como Mox, el supervisor. Su cabello largo del color del fuego le llega hasta la cintura y enmarca su cara de finos rasgos perfectamente proporcionados, tiene las alas más oscuras que he visto jamás en un hada y sus ojos azules carecen de calidez.

—Es nuestro primer día, señor -me excuso. Me mira como si solo fuera un insecto asqueroso.

—Peor aún. Llegar tarde está penado por nuestra soberana. A pesar de eso, lo dejaré pasar y solo les daré un castigo. Doblarán el turno, cuarenta y ocho horas en el reloj número trece. Es aquel que tiene las puertas blancas —comenta como si en realidad estuviese haciendo una buena acción —Y recuerden: ni un minuto más ni un segundo menos —agrega mientras se gira y nos deja plantadas en el lugar sin poder opinar.

Cuarenta y ocho horas de trabajo continuo. Al menos yo solo tengo que encargarme de marcar las horas, pero Celer se encarga del segundero y no tendrá descanso alguno mientras estemos en el reloj.

Observo a mi amiga, pequeña y de apariencia frágil, tan pálida y rubia que sus cejas y pestañas se vuelven traslúcidas a la luz del sol, sus alas claras en forma de gota parece que apenas pueden sostenerla cuando vuela.

Los Herederos del Tiempo  #ONC2024Donde viven las historias. Descúbrelo ahora