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Rhys


La princesa Bridget von Ascheberg de Eldorra iba a ser mi
perdición. Si no mi muerte literal, la muerte de mi paciencia
y mi cordura. Estaba convencido, y eso que solo llevábamos
dos semanas juntos.
Nunca había tenido un cliente que me sacara tanto de
quicio como ella.

La verdad es que era guapa (nada bueno
cuando estás en mi posición) y encantadora (con todos
menos conmigo), pero también era una mosca cojonera.
Cuando yo decía «derecha», ella iba a la izquierda; cuando
yo decía «vamos», ella se quedaba. Insistía en ir a eventos
multitudinarios sin avisar, antes de que yo pudiera examinar
el terreno, y se comportaba como si mis medidas de
seguridad se pudieran improvisar de cualquier manera.


Bridget decía que siempre lo había hecho así con Booth, y
todo había ido bien. Le dije que yo no era Booth, así que me
daba igual lo que hiciera o dejara de hacer cuando estaba
con él. Ahora mandaba yo.
No se lo tomó bien, pero me importaba un bledo. Mi
función no era ganar el título a Mr. Simpático. Mi función era que estuviera a salvo.


Esa noche habíamos ido al bar más abarrotado de gente
de Hazelburg. La mitad de Thayer había ido para aprovechar
las copas a mitad de precio de la noche del viernes, y
estaba seguro de que el bar había sobrepasado su aforo
máximo permitido.
Música alta, gente ruidosa. Era el tipo de sitio que menos
me gustaba, y, al parecer, el que más le gustaba a Bridget,
teniendo en cuenta lo mucho que había insistido para ir.


—Así que... —Su amiga pelirroja, Jules, me miró por
encima de una copa—. ¿Conque estabas en la Marina, eh?
—Sí. —No me engañó su tono irónico ni su actitud de
chica alocada. Había investigado a fondo los antecedentes
de todas las amigas de Bridget antes de aceptar el trabajo,
y sabía de sobra que Jules Ambrose era más peligrosa de lo
que aparentaba. Pero no suponía ninguna amenaza para
Bridget, por lo que no mencioné lo que había hecho en Ohio.
No era mi cometido contar esa historia.


—Me encantan los militares —ronroneó.
—Exmilitar, J. —Bridget ni me miró mientras apuraba la
copa—. Además, es muy mayor para ti.
Era una de las pocas cosas en las que estábamos de
acuerdo. Yo solo tenía treinta y un años, así que no era
mayor en absoluto, pero ya había hecho y presenciado
suficiente mierda como para sentirme mayor,
especialmente en comparación con unas jóvenes
universitarias que ni siquiera habían tenido un trabajo serio
todavía.
Yo nunca me había sentido joven, ni siquiera de niño.
Crecí entre la escoria y la basura.

Mientras tanto, Bridget se sentó delante de mí y me miró
como la princesa de cuento que era. Tenía los ojos azules y
grandes y los labios gruesos y rosados encuadrados en un
rostro en forma de corazón, una piel perfecta de alabastro y
una melena dorada que le caía en ondas por la espalda. La
camiseta le dejaba al aire los hombros suaves y en las
orejas le brillaban unos pequeños diamantes.
Joven, rica y de la realeza. Lo opuesto a mí.


—Negativo. A mí me gustan mayores. —Jules aumentó el
voltaje de su sonrisa mientras me miraba de arriba abajo—.
Y estás bueno.
No le devolví la sonrisa. No era tan tonto como para
mantener ningún tipo de relación con la amiga de una
clienta. Ya tenía las manos ocupadas con Bridget.
Es un decir.
—Déjale en paz —se rio Stella. Graduada en Diseño de
Moda y Comunicación. Hija de un abogado medioambiental
y la jefa de personal de un alto cargo del gobierno. Estrella
de las redes sociales. Repasé mentalmente todo lo que
sabía sobre ella mientras hacía una foto del cóctel antes de
darle un sorbo—. Búscate a alguien de tu edad.

—Los tíos de mi edad son un coñazo. Si lo sabré yo. He
salido con unos cuantos. —Jules le dio un codazo a Ava, la
última integrante del grupo de amigas de Bridget. Si
olvidábamos las insinuaciones inapropiadas de Jules, eran
una pandilla decente. Mucho mejores que los amigos de la
estrella de Hollywood en ciernes a quien había protegido
durante tres meses insoportables, en los cuales vi más
genitales que en toda mi vida—. Hablando de hombres
mayores, ¿dónde está tu amorcito

Twisted Games Where stories live. Discover now